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Disturbios en Brasil amenazan Mundial de Fútbol en tanto el país se prepara para eventos deportivos


La alfombra roja estaba extendida, los fotógrafos estaban preparados. Luego llegaron los gases lacrimógenos.

Un estreno cinematográfico en el centro de Río de Janeiro se convirtió este mes en un nuevo escenario de enfrentamientos entre la policía y manifestantes en la ciudad brasileña que será sede de la final del Mundial de Fútbol del año próximo. Esta vez se trató de decenas de docentes en huelga que buscaron refugio en un cine.

“Fue como una guerra”, dijo Cavi Borges, director del documental “Ciudad de Dios: 10 años después”, haciendo referencia al estreno cancelado. “Todos los días pasa algo así”.

La historia es familiar en un país donde las protestas nacionales contra la corrupción política, las deficiencias de los sistemas de salud y educación, así como el excesivo gasto público en deportes, estallaron en junio y dan pocas muestras de ceder.

Las protestas ponen en primer plano la cuestión de la seguridad antes de los eventos deportivos más grandes del mundo, el Mundial de Fútbol de 2014 y las Olimpíadas de 2016.

El Mundial inyectará 112.800 millones de reales (US$52.000 millones) a la economía brasileña para 2014, según la FIFA, que menciona un informe de la consultora Ernst Young. Brasil gasta alrededor de 30.000 millones de reales en proyectos relacionados con el torneo. Un monto similar en gasto público y privado se destina a las Olimpíadas de Río, que se realizarán dos años después.

Granadas de percusión

La nube de gas lacrimógeno y el estruendo de las granadas de percusión se han convertido en algo habitual conforme anarquistas enmascarados conocidos como el Bloque Negro se suman a los manifestantes.

Las autoridades de Sao Paulo, la ciudad más grande de Brasil, dijeron el 16 de octubre que seguían los pasos de un grupo de delincuentes que tenía el Mundial de Fútbol como objetivo. El consulado de los Estados Unidos en Río advirtió el 11 de octubre a los ciudadanos de su país sobre la posibilidad de que continuaran las protestas y les recomendó evitar las zonas donde pudiera concentrarse mucha gente. Menos de una semana después, algunas ventanas de la sede quedaron hechas trizas luego de que se las apedreara durante otra noche de protestas.

“La policía no sabe quién es bueno y quién es malo, por lo que empieza a usar gases, granadas aturdidoras y armas de pimienta al azar, como resultado de lo cual todos se convierten en víctimas”, dijo Eduardo Jany, un consultor de seguridad que ha trabajado con fuerzas en todo Brasil. “Tiene que haber un cambio muy drástico en lo que respecta a doctrina, equipamiento y preparación”.

Si bien ningún país puede igualar las cinco Copas del Mundo del equipo brasileño, el país de 8,5 millones de kilómetros cuadrados (3,3 millones de millas cuadradas) ha sido sede del evento sólo una vez antes, en 1950. La FIFA, que organiza el torneo, ya ha proclamado el lema del campeonato de 2014: “Juntos a un ritmo”. El pulso del país, sin embargo, pasa más por la protesta que por el baile.

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