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Tribunales de Familia: que la pena y el dolor no te nublen

María Eugenia Garcés
Por : María Eugenia Garcés Abogada litigante, fiel defensora de los derechos de los niños/as, trabaja en temas de familia desde el cariño y el respeto. Madre de tres. Sígueme en Instagram @abogadamaru
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Muchos de ustedes han tenido la experiencia de visitar un tribunal de familia. Y entre los nervios, porque como le digo a mis clientes, no van a demandar el cobro ejecutivo de una factura, sino que, salvo los divorcios por cese común, todo lo demás, además de determinar el objeto del juicio y los hechos a probar, conlleva una emocionalidad feroz. Lo pasan mal demandante y demandado y, sobre todo, los hijos en común.

El caso es que los abogados que nos dedicamos a esto, ya sea en una audiencia o en las demandas, hablamos del interés superior del niño, niña o adolescente.

De qué se trata esto. Existe una norma internacional, que Chile hizo propia, que se llama la Convención de los Derechos del Niño, que fue ratificada en el año 1990.

Esta norma tiene un objetivo muy claro y es que el niño, niña u adolescente, para el pleno y armonioso desarrollo de su personalidad, debe crecer en el seno de la familia, en un ambiente de felicidad, amor y comprensión.

[cita tipo=»destaque»]El primer derecho es a la identidad y a la familia. Es un derecho de toda persona saber sus orígenes, vincularse con su familia extendida, entiéndase los abuelos, primos, tíos.[/cita]

Es una gran meta. Para eso debemos criar con conciencia, saber los derechos que tienen nuestros niños y educarlos en los deberes que deben asumir en atención a sus edades.

El primer derecho es a la identidad y a la familia. Es un derecho de toda persona saber sus orígenes, vincularse con su familia extendida, entiéndase los abuelos, primos, tíos.

Hace unos días, en el Tribunal de Familia, me puse a conversar con una señora, que esperaba a su hijo, quien estaba en audiencia de visitas con la mamá de su nieta, ¡la única que tiene! Y como los padres de esta chiquita estaban peleados, la abuela no podía verla y sufría una enormidad. ¿Quién vulnera ahí? Cuando se producen las separaciones, las parejas quedan muy heridas y algunas personas carecen de elementos de reparación interna, de racionalizar los motivos, no hay resciliación, todo duele y, en ese contexto, se alejan de todo, sin pensar siquiera que alejar al hijo del padre, y de la familia de éste, paradójicamente vulnera a tu tesoro, al que se pretende cuidar.

Ésa es la regla general, porque obviamente hay excepciones: si hay violencia intrafamiliar feroz, abuso sexual, consumo de drogas de por medio, no será conveniente que los pequeños se vinculen.

Entonces, con esta columna quiero entregar dos mensajes: que la pena o el dolor no te nublen, los hijos necesitan a papá y a mamá y a sus abuelitos y primos. Eso es el derecho a la identidad.

Abuelos: si no pueden ver a sus nietos, demanden, porque podrán estar con su nieto o nieta a lo menos una vez al mes. De esa forma se fomenta el apego, se genera esa complicidad que tienen los niños en una relación sana con sus abuelos, la cual se construye.

Y muy importante: ¡no se habla mal de nadie! Los niños entienden casi todo, solo que no saben verbalizarlo, pero si en una sobremesa escuchan a la abuelita paterna hablar mal de su mamá, ese chiquito quedará con una tristeza y a la larga generará rechazo.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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