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Resistencia y conciencia desde la moda Diseño ético, sustentable y local

Resistencia y conciencia desde la moda

A Lisa Olave le apasiona hacer ropa. Desde hace seis años tiene su propia marca y se ha enfrentado a los problemas de una industria cotidiana y cercana. Usamos ropa todos los días, pero esta esconde esclavitud en cada costura, destrucción del ambiente en cada logo, y barreras de género tras cada pliegue. Producto de esta batalla, utiliza y crea ropa como instrumento de cambio y educación. Desde un pequeño taller de costura, enfrenta y cuestiona el poderío de las grandes trasnacionales.


Bangladesh, 24 de abril de 2013. El ruido incesante de cientos de máquinas de coser resuena en las paredes agrietadas del edificio Rana Plaza.  En sus ocho pisos de altura se distribuyen decenas de fábricas de ropa. De pronto, un crujido, el estruendo. De la nada la estructura colapsa sobre sí misma.

Miles de trabajadores -evacuados días antes producto de las condiciones del lugar- habían sido obligados a volver. Miles de etiquetas flotan por los aires cubriendo las calles aledañas: H&M, Mango, Walmart, GAP, Benetton. Miles son las personas afectadas. 1.134 muertos, cerca de 2.500 heridos. El rescate duraría más de 17 días.

Chile, 27 de abril de 2017. “Hola a todos, soy Lisa Olave y quiero mostrarles mi taller. Estas manitos son las que están detrás de todas las prendas que pueden encontrar en el local, todo es hecho 100% a mano. Si te preguntas quién hizo mi ropa, yo hago tu ropa”.

Así parte el video que la dueña de la marca de indumentaria “Lo”, subió a Instagram para la conmemoración de la semana de la Fashion Revolution, un evento surgido en conmemoración de la tragedia ocurrida en Blangladesh y que descubrió la cara más oscura de la industria textil. Uno de sus principales enfoques es  visibilizar la línea de producción de las prendas, y así concientizar a la población de lo importante que es preguntar quién hizo mi ropa a las grandes empresas. Una fiscalización activa y ciudadana que castigue el esclavismo y contaminación en post de la producción.

Una industria que mueve millones

Santiago, Monjitas #625. Lisa de 26 años ríe detrás del mesón de su tienda Hoguera Local. El lugar lleva un año funcionando, pero desde hace seis que Lisa posee su propia marca de diseño de autor. Con su gran sonrisa cuenta enérgicamente los conceptos detrás de sus prendas: sustentabilidad, comercio justo, producción ética y democratización de los precios.

Ella es parte de una rama de la industria que se hace cargo de las problemáticas que Rana Plaza puso en el foco, y surge como alternativa y resistencia a los grandes conglomerados.

“La moda es la industria que más dinero mueve después de la comida, son las dos cosas más cotidianas de la vida, y la que más contamina después del petróleo. Es fuerte entender que por esa polera de dos lucas que te compraste en una cadena, alguien murió. Literalmente. Murió por hacer esa prenda. No es algo a la ligera. En Chile ni siquiera hay leyes que regulen y fiscalicen esto”, cuenta apasionadamente, relatando también la contaminación que dejan tanto para la mantención de las materias como para su tratamiento.

Con rabia relata que ella prefiere hacerse cargo de toda la producción de sus prendas. “Es algo tan cercano. No solo porque usas ropa todos los días, sino también por la explotación. Aquí en Patronato te ofrecen costuras baratas, vas y te encuentras con una pieza hacinada, cerrada con candado por fuera, con unos 30 peruanos. Trabajan 14 horas. Está lleno de esos lugares”.

Con rabia también cuenta lo que le costó encontrar un espacio para instalar su voz. No tenía ni un gran apellido, ni contactos. Para arrendar un perchero dónde vender le cobraban 200 mil pesos; eso implicaría subir el valor de sus diseños. Dijo no: “Para que voy a vender algo así, que ni yo misma me podría comprar”.

-Entendiendo la importancia social, cultural y personal de la indumentaria. Y toda esta violencia detrás. ¿En qué línea se puede trabajar para reducir los precios y democratizar el acceso a esta ropa más responsable con todos?

-Acá lo más barato cuesta 9 mil pesos, y lo más caro 100. Si te fijas podemos ser competitivos con el mall. Solo falta que la gente tome conciencia. La información es poder y la educación es la clave. Una vez les explicas todo lo que pesa llevar esa polera, hay un cambio de chip. Dejan de comprar a las empresas que producen en masa. Además, esas son desechables, hechas para comprar constantemente. Acá todo es de calidad, atemporal y unisex. Así lo puedes usar siempre, la heredas, incluso instalas una crítica en cómo se entiende el género de las personas por la ropa que usan.

-¿Es muy caro hacer diseño de autor en Chile? ¿Cómo equilibras la ganancia con el precio?

-Sí, es caro. Sobre todo con la sustentabilidad. Solo hay dos fábricas que producen en Chile, así que si quieres telas variadas, buenas y que no contaminen, debes comprarlas en el extranjero.  Por otra parte debes dejar de lado un gran margen si quieres ser accesible y aportar. Yo vivo con mis papás, y con esto me alcanza para cargar la BIP y comprarme una cerveza de vez en cuando. También está lo de “lo barato cuesta caro” y es mejor invertir en algo con un valor agregado: ser único, hecho en tu territorio (potenciando así el trabajo local), y libre de violencia.

Lisa cuenta que debe buscar un trabajo de medio tiempo, para alcanzar a pagar las cuentas. La ropa es lo que más le apasiona y no se ve haciendo otra cosa. No teme por la tienda. En torno a ella se ha formado un colectivo de otras diseñadoras muy camiseteadas con el tema. Entre todas se ayudan y crecen.

La clave: organización

Cuando la dueña de “Lo” decidió abrir una tienda, siempre lo hizo pensando en ofrecer a bajo costo una vitrina al diseño ético y local. Dar las oportunidades que ella no tuvo. Así, por casualidades del destino se congregaron en el mismo lugar 15 mujeres con una visión parecida. Comparten datos, conocimientos, se capacitan entre ellas; un apoyo necesario para crecer cuando en el área son más mujeres, pero los hombres siempre son los destacados. Entre 22 y 32 años, cuatro madres, dos empresas familiares, mujeres estudiantes, profesionales en otros ámbitos, apasionadas por la moda, son quienes componen un colectivo que se distribuye los horarios de atención y espacios de venta en Hoguera Local.

-¿Cómo vives el ser mujer, empresaria y trabajar en un mundo tan competitivo? ¿Has sentido alguna diferencia con los hombres?

-Desde el principio para hacer todos los papeles tuve que ir acompañada de mi papá. En el banco, municipalidad y esas cosas, no me pescaban porque me veían mujer y chica. Por eso nos asociamos y él ayuda en la administración. (…) También vi una diferencia fuerte cuando fui al banco, quería sacar una cuenta para mi empresa. Ahí quedé impactada. Los hombres solo debían llevar el carnet. En cambio por ser mujer debía llevar un certificado de soltería y en caso de estar casada, una autorización de mi esposo. Y si estaba divorciada, un documento firmado por mi ex.

-¿Y este colectivo surge decididamente como un espacio de apoyo entre mujeres?

-No. Es abierto a todos, pero no he encontrado a algún hombre en esta línea. Somos solo mujeres por coincidencia. No fue un acto consciente respecto a las dificultades del ámbito. Pero estando aquí y trabajando juntas, me di cuenta que igual fueron estas circunstancias de inequidad las que nos terminaron condicionando y uniéndonos. La falta de visibilización y oportunidades. Todas compartimos la rabia.

-¿Es entonces la organización la clave para el crecimiento del diseño de autor y todo lo que conlleva?

-Definitivamente. Me encanta vivir en esta época donde el cuestionamiento está surgiendo.  La organización y la educación son las claves. Desde acá en la tienda aportamos con cada cliente, y quiero comenzar a hacer más. Siempre se puede hacer más.

De pronto, una mujer interrumpe el relato de Lisa.

-Disculpa ¿Cuánto cuesta?, ¡es hermoso! –comenta la fugaz clienta sosteniendo un zapato en la mano.

Lisa no se demora en responder:

-Es hecho a mano, todo en la tienda lo es. Es material noble, un cuero distinto que dura mucho más. Eternos.

*Esta entrevista fue realizada para la clase de reporteo avanzado de la Universidad de Chile.

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