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Desigualdad en el fútbol femenino: el caso Colo Colo Yo opino Crédito: @guerrerasalbas_oficial

Desigualdad en el fútbol femenino: el caso Colo Colo

Laura Quintana
Por : Laura Quintana Periodista. Coach Ontológico y Mentora. Fundadora de El Mostrador Braga. Experta en comunicación estratégica, género e inclusión. Sígueme en Instagram @coachdevida_lauraquintana.
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Las jugadoras profesionales de fútbol en Chile juegan por vocación, exponiendo su salud y privilegiando el amor por el deporte por sobre la remuneración salarial, lo cual no parece importarle a nadie, ni siquiera a los dirigentes: de los 22 equipos que compiten en los campeonatos nacionales de fútbol femenino hay sólo 8 que tendrían la póliza de seguro ofrecida por la ANFP, la que es opcional.


Ningún deporte mueve más dinero en Chile que el Fútbol. Según publicó la prensa, el capitán de Colo Colo, Jorge Valdivia, gana $65.500.000 al mes, una parte de este estratosférico sueldo es pagada por la marca de la ropa deportiva que usa el equipo en todas sus ramas, incluyendo la femenina. Cómo puede ser entonces que las ramas femeninas profesionales de esta disciplina se manejen desde la más absoluta precariedad y desidia.

Es sabido que el fútbol femenino no mueve las grandes cantidades de gente y dinero que la rama masculina: 20.000 personas fueron al estadio a ver el último encuentro entre Colo Colo y Antofagasta, los valores de las entradas fluctuaron entre $4.000 y $28.000, un flujo de dinero bastante importante para el Club de Deportes, sin contar los auspicios, las transmisiones de los partidos, etc.

Sin embargo, las jugadoras del equipo oficial no tienen un contrato de trabajo ni un sueldo fijo, algunas ni siquiera reciben pago, a pesar de la exigencia de disponibilidad para el entrenamiento diario y los fines de semana de partido, lo que obliga a muchas a tener otro trabajo para poder vivir.

[cita tipo=»destaque»] La ola feminista nos lleva a ver las desigualdades que antes dábamos por sentado, así, durante años aceptamos que en el marco de un negocio millonario las mujeres fueran desplazadas y minimizadas, que se les tratara con infantilismos como a la selección femenina nombrada “la rojita”, y que su trabajo no sea valorado, ni menos retribuido monetariamente de forma equitativa al de los hombres. [/cita]

Sin ser entendida en este deporte, es claro que esta realidad  dificulta el crecimiento del fútbol femenino en nuestro país y, como consecuencia, la divulgación de este deporte -tradicionalmente masculino- entre las niñas, acrecentando la brecha de género.

Las jugadoras profesionales de fútbol en Chile juegan por vocación, exponiendo su salud y privilegiando el amor por el deporte por sobre la remuneración salarial, lo cual no parece importarle a nadie, ni siquiera a los dirigentes: de los 22 equipos que compiten en los campeonatos nacionales de fútbol femenino hay sólo 8 que tendrían la póliza de seguro ofrecida por la ANFP, la que es opcional.

Un ejemplo: a principios de abril, la arquera del equipo Unión La Calera, Karen Frez, debió pedir un préstamo para costear los dos millones de pesos que costó la operación por una lesión de la rótula y  meniscos sufrida en la cancha, y recién en febrero de este año el club deportivo Santiago Morning -ganadoras del campeonato 2018- marcó un hito cuando firmó los primeros contratos profesionales a sus jugadoras.

A pesar de este avance, no ha habido pronunciamiento de los clubes grandes respecto al tema, más que un petitorio en que el Club Deportivo y Social Colo Colo pide -casi como un favor- a la nueva directiva una “retribución como corresponde” y contratos para las jugadoras. A pesar que Colo Colo femenino acumula 17 títulos en la última década, nunca antes la institución se había planteado la urgencia de entregar un mínimo de estabilidad a sus jugadoras.

La ola feminista nos lleva a ver las desigualdades que antes dábamos por sentado, así, durante años aceptamos que en el marco de un negocio millonario las mujeres fueran desplazadas y minimizadas, que se les tratara con infantilismos como a la selección femenina nombrada “la rojita”, y que su trabajo no sea valorado, ni menos retribuido monetariamente de forma equitativa al de los hombres.

Cabe preguntarse ¿es sólo por el dinero? ¿Es porque las jugadoras de fútbol no acceden a sueldos y auspicios millonarios?,  y de ser así ¿no debería un Club de Deportes tener una administración que garantice que todos los deportistas que visten la camiseta sean parte de su crecimiento y se beneficien de ello?

Este lunes se definió  la nueva mesa directiva de la concesionaria que comanda a Colo Colo, conocida como Blanco y Negro. La lista de ganadores la encabezan Aníbal Mosa y Harold Mayne-Nicholls.

Mosa, quien se repite el plato, no ha mostrado un interés público por mejorar las condiciones de las mujeres futbolistas del club, sin embargo ad portas del mundial femenino en Francia, es de esperar que los dirigentes de uno de los clubes más grandes del país den muestra político-administrativa sustancial con miras a la equidad de derechos de sus jugadoras con respecto a los hombres. Después de todo la pregunta es obvia ¿puede Colo Colo ser Chile sin las mujeres chilenas?

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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