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‘Casas vacías’, el trauma de las desapariciones y la maternidad forzada BRAGA Créditos: Foto de EFE

‘Casas vacías’, el trauma de las desapariciones y la maternidad forzada

«Las mujeres no tenemos derecho a sentir placer corporal. Ese es el problema. No podemos sentir placer sin que seamos juzgadas. Y yo apostaría por una ley en la que el aborto no fuera el eje central, sino los derechos sexuales y reproductivos», expresa la escritora, Brenda Navarro.


El trauma que deja la desaparición de un hijo y el vacío que no logra llenar la llegada del raptado a otra familia es el hilo conductor de la desgarradora historia que narra la escritora mexicana Brenda Navarro en su ópera prima ‘Casas vacías’.

La obra, que ha ganado el Premio Tigre Juan 2020, cuenta de forma paralela la vida de dos mujeres mexicanas, unidas por un niño con autismo que es arrebatado por una de ellas a la otra y que frustra las expectativas maternales y familiares de la que lo secuestra. Pero, además, habla de violencias machistas, de feminicidios, de desigualdad social, de soledad, de culpa y de amor.

“Cuando yo empecé a escribir el libro no estaba pensando en que la maternidad iba a ser el eje central. Eso me lo han hecho ver las lectoras conforme las escucho. A mí me interesaba un poco más todas las violencias que viven las mujeres y que las tenemos bastante normalizadas, especialmente en América Latina”, explica Navarro en una entrevista con Efeminista.

La autora (Ciudad de México, 1982) cuenta que la novela, editada por Sexto Piso, salió de la necesidad que tenía de cuestionarse sobre lo que le molestaba de su alrededor, y que en este caso eran “las desapariciones que tiene la mujer conforme se va haciendo más adulta”.

El trauma de las desapariciones

Pregunta: La historia del libro comienza con el relato de una madre que ha perdido a su hijo en un parque, ¿le interesaba abordar ese significado explícito de desaparición o qué otra clase de desapariciones?

Respuesta: Simbólicamente hay una desaparición de un niño, pero para mí lo principal eran las desapariciones de expectativas. Creo que vamos creciendo, hombres y mujeres, creyendo que el mundo va a ser de alguna manera. Luego nos damos cuenta de que la mayoría de las veces es todo lo contrario a lo que pensamos y entramos en una eterna frustración, como la piedra de Sísifo.

Pero en el caso de las mujeres, me parece que además de tener que estar aventando una piedra para ver si podemos llegar a algo, tenemos todas estas particularidades como el trabajo doméstico, el trabajo de cuidados, la propia violencia estructural del Estado hacia las mujeres. Hablo de este tipo de desapariciones. Nos hacen creer que vamos a ser un ser humano completo si así nos lo proponemos, y de lo que nos damos cuenta luego es que no somos completos y que andamos por la vida sin nada seguro.

Las maternidades forzadas

P: Sin embargo, sin querer ha abordado un tema del que poco se habla: las maternidades. ¿Qué experiencias le ha dejado eso?

R: Todo esto me ha hecho referencia a Silvia Federici y Rita Segato que nos han dicho todo el tiempo que el capitalismo, el sistema está basado en el cuerpo de las mujeres, en el trabajo de las mujeres y eso irremediablemente está conectado con las maternidades.

Yo soy una férrea defensora de las maternidades. Creo que el Estado o la estructura misma hace que la maternidad sea una experiencia dolorosa y empobrecedora, en términos totalmente económicos, pero creo que la maternidad como tal, como ser humana que eres capaz de crear vida, debería de ser una experiencia agradable para quien quiera serlo.

Creo que no se trata de si la mujer quiere ser madre, sino cómo el contexto está dado para que creamos que queremos ser madres cuando nos lo impiden todo el tiempo. No hay un espacio, al menos no en la clase trabajadora, en la que digamos “este es el momento para ser madres”. Tendríamos que poner el foco en cómo son las condiciones sociales, culturales, políticas y económicas para que ejerzamos esa maternidad. Tú sabes que en América Latina siguen metiendo a las mujeres a la cárcel porque abortan.

Es algo super duro. Porque además te dicen que si ejerces tus derechos sexuales tienes que tener un castigo y la maternidad se usa como castigo también, que me parece terrible.

La legalización del aborto en Latinoamérica

P: En el libro también toca el tema del aborto en ambas historias. ¿Por qué decide abordarlo? y ¿cómo ve el panorama de los derechos sexuales y reproductivos en América Latina?

R: La verdad es que no es que yo dijera “voy a meter el aborto” o “voy a meter tales cosas”, sino que los propios personajes lo iban solicitando. Si algo le podía doler a la segunda voz era justamente el tener una oportunidad de ser madre y no haberla podido aprovechar. Ese era realmente el móvil para que sucediera un aborto.

Pero ya metiéndonos en tema de los derechos sexuales y reproductivos en América Latina, yo creo que toda la región tiene que tener una legislación que no penalice el aborto, pero que no se quede sólo en eso, porque también creo que ahí hay un discurso de maternidad por elección y vuelvo a lo que te decía hace rato. No se trata de si las mujeres queremos o no ser madres, se trata de que ni siquiera tendríamos que estarlo cuestionando y que el Estado tendría que proveernos todas las herramientas de salud para poder ejercer nuestros derechos sexuales y reproductivos, porque creo que ahí está el asunto.

Las mujeres no tenemos derecho a sentir placer corporal. Ese es el problema. No podemos sentir placer sin que seamos juzgadas. Y yo apostaría por una ley en la que el aborto no fuera el eje central, sino los derechos sexuales y reproductivos.

“Casas vacías es una metáfora de México”

P: Y ¿por qué decidió titular la obra como ‘Casas vacías’?

R: El título del libro lo discutí mucho con un colega escritor y llegué a la conclusión de que Casas vacías era una metáfora de México, que actualmente considero que es un Estado feminicida que permite que maten a diez mujeres todos los días y que hay una impunidad total. Además porque hay muchas personas desaparecidas, hay muchas madres saliendo a buscar a las personas desaparecidas y las casas se están quedando vacías. Me habla de un México que se está quedando totalmente vacío.

P: ¿Y qué comentarios ha recibido desde su país tras la publicación del libro?

R: He sentido es una recepción muy grande. Además, he aprendido muchísimo porque las lectoras de allí fueron las primeras en decirme que esto que escribí era sobre maternidades.

Y aunque suene maniqueísta, yo era otra persona y ahora con todo lo que he escuchado y me han compartido, es muy probable que no hubiera escrito la misma historia.

P: ¿En qué habría cambiado la historia?

He tenido la oportunidad de conversar con madres de personas desaparecidas. Y aunque yo ya sabía que mi personaje, la primera voz, iba a dejarla dentro de casa, ya conociendo a madres me doy cuenta de que definitivamente mi opción como persona y como escritora no hubiera sido quedarse en el espacio privado.

Lo que yo he aprendido de las madres de personas desaparecidas es que se apropian del espacio público y no porque quisieran, sino por una necesidad. En México y Centroamérica, pero también en Chile y Argentina, son las madres las que están saliendo a pedir justicia y las que están cambiando a las leyes justamente porque salieron. Ahora, al conocer esto, me parece un poco injusta mi primera voz.

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