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Qué es un Estado cuidador y por qué necesitamos uno Yo opino

Qué es un Estado cuidador y por qué necesitamos uno

Constanza Schönhaut
Por : Constanza Schönhaut Constituyente por el Distrito 11
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Las mujeres hemos sido clave en el impulso del proceso constituyente porque hemos señalado la urgencia de organizar nuestra sociedad de un modo diferente. En los últimos años, logramos poner sobre la mesa los diversos trabajos de cuidados que habían permanecido invisibles frente a la esfera pública, en un contexto de creciente crisis de los cuidados, agudizada por la pandemia, la precarización laboral del trabajo remunerado y el envejecimiento de la población.

Las labores de cuidado son realizadas principalmente por mujeres y son parte esencial de la economía, de hecho, según estimaciones de Comunidad Mujer, el trabajo doméstico y de cuidados no remunerado aporta cerca del 22% del PIB chileno. Esta realidad tiene fuertes impactos en las trayectorias laborales de las mujeres, incidiendo de manera negativa en sus pensiones, en la contratación formal y en las posibilidades de permanencia y ascenso. También tiene efectos negativos sobre la salud mental de las mujeres, mermando el tiempo de descanso y autocuidado, pues considerando trabajo remunerado y trabajo no remunerado, las mujeres trabajan en promedio casi 2 horas diarias más que los hombres, según la última Encuesta Nacional de Uso del Tiempo.

[cita tipo=»destaque»] El siguiente paso es escribir de forma participativa una constitución que ponga en el centro los cuidados y la sostenibilidad de la vida. [/cita]

Pese a su importancia fundamental para la economía y los evidentes efectos negativos sobre la vida de las mujeres, las labores de cuidado son rara vez remuneradas y, cuando lo son, están mal pagadas. A partir de esta injusticia y de la identificación de la importancia de estos trabajos, las feministas hemos planteado la necesidad de revalorizar los cuidados, entendiendo su importancia fundamental para el resguardo de la vida, no solo humana. Es en ese marco que surge la idea y la necesidad de un Estado Cuidador, ya que precisamente aspiramos a poner en el centro los cuidados y la sostenibilidad de la vida. No atender a esta necesidad puede profundizar la crisis de los cuidados, contribuir a agudizar los problemas climáticos y perpetuar una injusticia central de la vida social.

Un Estado Cuidador asume la interdependencia y las múltiples vulnerabilidades de la vida, apostando a resolverlas de forma colectiva. Por lo mismo, junto con introducir una transformación profunda al redistribuir y revalorar los trabajos de cuidado, este tipo de Estado aspira a garantizar de forma universal las condiciones para la reproducción de la vida, en una perspectiva incluyente y pluralista de los diversos actores, comunidades y proyectos de vida que se despliegan en la sociedad.

Por ello, un Estado de este tipo garantiza derechos sociales como la salud, la educación, la vivienda, la previsión y el trabajo, proyectándolos en los desafíos que el siglo XXI representa para cada uno de ellos. Incorpora el derecho al cuidado, garantizando un sistema nacional de cuidados, así como ingresos y seguridad social para quienes realizan estas labores. Al poner en el centro la vida, este Estado cuida y protege también el medio ambiente, reconociendo la importancia de los bienes naturales para la posibilidad de un futuro en común. De igual modo, por su carácter incluyente, posee instituciones democráticas robustas y de alta intensidad, que permitan a la ciudadanía recuperar la capacidad de decidir soberanamente sobre sus vidas y destinos.

El proceso constituyente es una oportunidad clave para impulsar un Estado Cuidador. Tendremos la primera constitución en el mundo escrita de forma paritaria, gracias a la movilización de miles de mujeres que hemos decidido organizar nuestra sociedad de modo distinto. Por ello, el siguiente paso es escribir de forma participativa una constitución que ponga en el centro los cuidados y la sostenibilidad de la vida.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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