Publicidad
Martina Barros Borgoño,  una mujer de élite que se atrevió a instalar discusiones sobre la educación de las mujeres de la oligarquía chilena y el voto femenino en el 1850 BRAGA

Martina Barros Borgoño, una mujer de élite que se atrevió a instalar discusiones sobre la educación de las mujeres de la oligarquía chilena y el voto femenino en el 1850

Natalia Espinoza C
Por : Natalia Espinoza C Periodista - Contacto: braga@elmostrador.cl / (sólo wsp) Fono sección: +569 99182473
Ver Más

Las aspiraciones de Barros lograron sembrar en la élite intelectual de la época una inquietud que hasta entonces no había sido problematizada públicamente: la libertad de pensamiento y educación de las mujeres, por lo que contribuyó a generar condiciones discursivas para que el afán de la autonomía y de la conciencia de género cobrara fuerza y “diera sus frutos en los primeros movimientos de reivindicación social y política femenina de principios del siglo XX”, rescata Memoria Chilena.


“Mi anhelo al interesarme en favor de la independencia y mayor cultura de la mujer no fue para hacerla rival del hombre”. Estas palabras se pueden encontrar en “Recuerdos de mi vida”, el libro que Martina Barros Borgoño, considerada como la primera intelectual chilena y una de las precursoras del feminismo, escribió en 1942.

Martina nació dentro de una familia que tenía fuertes vínculos políticos, económicos y sociales, además, se autodefinió como “liberal, católica, lectora incansable y fascinada por la bella literatura”, según rescata Memoria Chilena; y fue una defensora de la educación y la emancipación de las mujeres de élite.

Durante su juventud estuvo en contra de los hábitos tradicionales impuestos a las mujeres, los cuales las alejaban del mundo del conocimiento y la educación, sus acciones se impulsaban en favor del libre pensamiento. Crecer en un ambiente letrado fue lo que le permitió percibir, siendo bastante joven, las limitaciones intelectuales, culturales y sociales que experimentaban las mujeres de su círculo.

No fue una feminista revolucionaria en el sentido de alzar la voz en fuertes protestas, sino que refugió su revolución interna en la educación que podría legar para las mujeres del futuro, manifestando a través de la literatura el malestar que le causaba esta «distinción odiosa de los sexos».

Según connota Memoria Chilena, escribir y traducir un libro en la segunda mitad del siglo XIX era impensable para una mujer chilena, pues aprender a leer y escribir era todavía un privilegio de pocos y, especialmente, de los hombres. No obstante, Martina Barros tradujo, a la edad de 22 años, el libro de John Stuart Mill, The Subjection of Women (1869), bajo el título “La esclavitud de la mujer”.

El hecho de elegir ese título fue un guiño al feminismo en si mismo, puesto que la traducción literal habría sido “sometimiento”, pero ella quiso darle un tinte distinto, más personal y que reflejara lo que ella sentía en torno al funcionamiento de la sociedad.

Este trabajo fue recibido con entusiasmo por personas de distintos lugares del mundo, quienes la llenaron de elogios, varios premios y reconocimientos, pero también atrajo como enemigos a ciertas personas quienes la tildaron de «niña peligrosa» pues para ellos, la lectura de “La esclavitud de la mujer” era una amenaza para la estabilidad del hogar y la familia dentro de la alta sociedad.

Más aún, en la década de 1920, cuando su participación en el Club de Señoras levantó rencores entre los círculos sociales e intelectuales del tiempo. La apuesta del feminismo liberal de Martina Barros abogó por la liberación de la mujer a través de la demanda concreta de una educación no diferenciada entre hombres y mujeres pues, en el camino hacia la igualdad ella consideraba que la gente necesita educarse para ser libre.

Precisamente, tales limitaciones diagnosticadas por Barros fueron luego percibidas más adelante por pensadoras como Inés de Echeverría (Iris) o Amanda Labarca, quienes desde sus propias áreas de interés, emplearon discursos y estrategias decididamente feministas.

A Martina Barros le inquietó y atrajo el feminismo, pero no tomó la bandera feminista por considerar que todo cambio brusco era peligroso. Sin embargo, fue la primera mujer de elite que se atrevió, a través de sus textos, a instalar discusiones acerca de la educación de las mujeres de la oligarquía chilena y el voto femenino, permeando de esas inquietudes liberales las esferas políticas y literarias de su época.

“Las aspiraciones de Barros lograron sembrar en la élite intelectual de la época una inquietud que hasta entonces no había sido problematizada públicamente en forma activa y sistemática. En este sentido, Martina Barros contribuyó a generar condiciones discursivas para que el anhelo de la autonomía y de la conciencia de género cobrara fuerza y diera sus frutos en los primeros movimientos de reivindicación social y política femenina de principios del siglo XX”, rescata Memoria Chilena.

Publicidad

Tendencias