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Paulina del Río: la chilena que ha ayudado a decenas de jóvenes a no suicidarse y brindado apoyo a las familias en duelo BRAGA

Paulina del Río: la chilena que ha ayudado a decenas de jóvenes a no suicidarse y brindado apoyo a las familias en duelo

Natalia Espinoza C
Por : Natalia Espinoza C Periodista - Contacto: braga@elmostrador.cl / (sólo wsp) Fono sección: +569 99182473
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La depresión es una de las enfermedades que más perturba a las y los chilenos. La Organización Mundial de la Salud (OMS), en su último informe sobre “Depresión y otros Desórdenes Mentales Comunes”, señaló que 844.253 personas mayores de 15 años tienen depresión, es decir, el 5% de la población. En este contexto, iniciativas de apoyo, intervención y acompañamiento como las realizadas en Fundación José Ignacio son un aporte fundamental para brindar esperanza y contención a quienes son víctimas de esta enfermedad.


Cuando Paulina del Río volvió tras un viaje a Chile el año 2005, nunca se imaginó que 24 horas antes, su hijo José había tomado la decisión de ponerle fin a su vida. “Había algo dentro de mí que me decía que no viajara, pero decidí hacerlo porque el psiquiatra de mi hijo me lo recomendó, pensaba que José podría sentirse culpable si yo no viajaba”.

A partir de ese momento, todo se le vino abajo, se separó de su pareja y sus hijos menores a penas podían sobrellevar la muerte de su hermano, “a mí me costaba aceptar la idea de que él ya no estaba. Cada uno vivió el luto a su manera. Entre garabatos, insultos, rabietas y absoluta tristeza, comenzamos a aceptar el hecho de que la familia tenía un miembro menos”.

A pesar del estigma social que existe en torno al suicidio de un familiar, Paulina decidió no ocultarlo, ni mentir acerca de las circunstancias de la muerte, tuvo que enfrentar una fuerte depresión y soledad, sintió que recibió menos apoyo del que hubiera querido porque en general, en estos casos la gente sabe muy poco qué se puede hacer. Fue así como llegó a un grupo de mamás que habían vivido lo mismo. Eso la hizo sentir que “no era la única, ni una especie extraña… había otras mujeres que tampoco habían podido hacer algo por sus hijos”.

Este fue el puntapié para que Paulina creara la Fundación José Ignacio, institución que, desde una mirada holística, ayuda a niñas, niños y jóvenes a buscar el sentido de su vida y recuperar la esperanza. Además, capacitan a las personas que trabajan con aquellos jóvenes y acompañan a las madres y padres que han perdido a un hijo o una hija por suicidio.

Por esto, en un nuevo Mujeres Inolvidables, el especial semanal en donde destacamos las importantes hazañas de mujeres chilenas de la historia y el presente, visibilizamos el impacto de Paulina del Río, quien con su iniciativa ha ayudado a decenas de jóvenes a alejarse de los pensamientos suicidas y acompañar a las familiar que estén atravesando por un duelo de este tipo. Su labor la llevó incluso a ser galardonada con el Premio Mujer Impacta en 2019.

La depresión es una de las enfermedades que más perturba a las y los chilenos. La Organización Mundial de la Salud (OMS), en su último informe sobre “Depresión y otros Desórdenes Mentales Comunes”, señaló que 844.253 personas mayores de 15 años tienen depresión, es decir, el 5% de la población. También reveló que el 6,5% tiene ansiedad, 1.100.584 personas.

Es una enfermedad muchas veces silenciosa y que no se soluciona con sólo “echarle ganas”. Tras la muerte de José,  por mucho tiempo Paulina se culpó, “pero cuando logré aceptar el hecho de que mi hijo había atentado varias veces contra su vida -hasta lograrlo-, comencé a tener otra perspectiva de la situación. Por ello decidí investigar y en el proceso conocí chats y blogs donde personas compartían el deseo se suicidarse y brindaban consejos para hacerlo. Allí me conecté con jóvenes de todo el mundo”, cuenta.

En uno de esos chats escribió “mi hijo se suicidó, no tuvo a nadie que lo escuchara, si quieres hablar con alguien, estoy aquí’. Desde entonces, le empezaron a llegar cuatro o cinco correos a la semana, de distintos países. Le decían que no tenían a quién contar sus cosas o mensajes como: ‘Eres la última persona a la que voy a decir algo en mi vida porque me voy a matar y quiero que alguien lo sepa’. Al principio se ponía histérica, después aprendió a calmarse y contestar.

Luego de eso, no se detuvo más. Las conversaciones trascendieron del correo a un café o a un encuentro en una plaza, a tomar un helado e incluso a responder llamadas. Al ver que le faltaban herramientas, decidió especializarse en técnicas para ser una ayuda real. Así completó varios diplomados y cursos como asistente en intervención de suicidios y entrenadora en crisis.

“Mi vida es otra luego de la muerte voluntaria de mi hijo. Por tal razón vivo llevando su nombre en alto brindándole oportunidades a más personas con la Fundación José Ignacio, donde ofrecemos apoyo gratuito, de la mano de profesionales en psicología y psiquiatría, para intervenir en la prevención del suicidio, capacitar a más especialistas y acompañar a padres y familiares tras la pérdida de un ser querido”.

La depresión es una enfermedad que padece el 17,5% de la población y que es responsable del 26% de las licencias médicas que se emiten al año, según la OMS, Chile junto con Corea del Sur, son los países en los que la tasa de suicidio de niñas, niños y adolescentes aumenta anualmente en vez de disminuir.

Es en este contexto que el trabajo de Paulina y todo su equipo se hace vital, y lo que la convierte a la vez, en una mujer inolvidable.

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