El presidente electo Gabriel Boric, dentro de sus múltiples desafíos en materia económica, salud, sistema de pensiones, política laboral (salario y trabajo digno), vivienda, educación, entre otros, debe enfrentar y, de manera transversal, la deuda histórica de equidad e igualdad de género. Esto se hace un imperativo en su futuro gobierno considerando que Boric, en su campaña presidencial, centró su discurso en la incorporación paritaria de las mujeres y el levantamiento de políticas públicas en perspectiva de derechos, conducentes a la valorización y a la erradicación de las desigualdades de género.
En este sentido, el apoyo de las mujeres a la candidatura de Boric fue elocuente, sobre todo en la segunda vuelta, donde se produjo un hito histórico que marcó la mayor participación ciudadana desde que se instaló el voto voluntario en el 2012 con un 55% del padrón electoral, donde el sufragio femenino de mujeres jóvenes fue el más alto (Laborde, 2021).
[cita tipo=»destaque»] La expectativa es que el Ministerio de la mujer y equidad de género se constituya en una institución que atraviese transversalmente los otros ministerios en perspectiva de las políticas de género. [/cita]
Este apoyo comporta una responsabilidad, sobre todo, con este grupo de electoras. Así se monitoreará desde las instituciones, movimientos y colectivas feministas, que las mujeres que participen en el gobierno sean feministas, puesto que es insuficiente que se incluya la paridad en los cargos públicos sin este componente, porque la presencia de mujeres no asegura que sus requerimientos sean colocados como prioridad. Por tanto, la demanda es por un gobierno con vocación feminista y, desde esa plataforma, levantar un país con justicia social que recoja las reclamaciones y demandas por transformaciones profundas e históricas.
De esta manera, la expectativa es que el Ministerio de la mujer y equidad de género se constituya en una institución que atraviese transversalmente los otros ministerios en perspectiva de las políticas de género. Este eje articulador, debe velar por el cumplimiento de las reivindicaciones históricas y las nuevas demandas de las mujeres. Estas iniciativas, planteamientos y discursos deben transformarse en acciones, de lo contrario, lo más probable es que le pase la cuenta al presidente electo, porque las promesas de campaña han generado expectativas en relación con las resguardos y protección de los derechos a mujeres, niñas y adolescentes, todo lo anterior desde una perspectiva feminista y ecológica y, en perspectiva de la participación de una ciudadanía deliberativa y democrática.
Por tanto, dado que las demandas son multisectoriales, el compromiso que los movimientos y colectivos feministas solicita al gobierno es integral y refiere a temáticas tales como: el extractivismo, la deforestación, la sequía, la privatización del agua, la violencia estructural de género, el sexismo, el modelo económico, la migración, la precarización de trabajo, el edadismo y la exclusión de las personas mayores, la delincuencia, el narcotráfico, discusión de la actual ley de aborto, ley integral de violencia de género, educación no sexista, salud universal, seguridad social, equidad laboral y sueldos justos, entre otros, cuestión que se constituye como un piso común y punto de partida para una transformación profunda de género.
La tarea del gobierno será ardua, debido a que se demanda por políticas públicas que considere la dignidad, el bienestar y la calidad de vida para todas, todos y todes.
El riesgo potencial será pecar de mesianismo político…