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Día mundial de la salud sexual: plebiscito de salida y la sexualidad como derecho Yo opino Créditos: Agencia Uno

Día mundial de la salud sexual: plebiscito de salida y la sexualidad como derecho

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Alemka Tomicic y Claudio Martínez
Por : Alemka Tomicic y Claudio Martínez directora Escuela de Psicología UDP e investigadora asociada a MIDAP/director Centro de Estudios en Psicología Clínica y Psicoterapia UDP e investigador asociado a MIDAP.
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El 4 de septiembre es el Día Mundial de la Salud Sexual, promovido por la Asociación Mundial Para la Salud Sexual (WAS). Este año, en nuestro país, coincide virtuosamente con el día del plebiscito constitucional en el que la ciudadanía determinará si aprueba o rechaza la propuesta de una nueva Constitución para Chile, texto que incluye en su capítulo sobre “Derechos Fundamentales y Garantías” dos artículos que explícitamente declaran la sexualidad como un derecho que debiese ser garantizado por el Estado.

El primero de ellos es el Artículo 40, que establece “que toda persona tiene derecho a recibir una educación sexual integral, que promueva el disfrute pleno y libre de la sexualidad; la responsabilidad sexo/afectiva; la autonomía, el autocuidado y el consentimiento; el reconocimiento de las diversas identidades y expresiones del género y la sexualidad; que erradique los estereotípos de género y que prevenga la violencia de género y sexual”. El segundo es el Artículo 61, que señala que toda persona es titular de sus derechos sexuales y reproductivos, los que comprenden, entre otros, el derecho a decidir de forma libre, autónoma e informada sobre el propio cuerpo, sobre el ejercicio de la sexualidad, la reproducción, el placer y la anticoncepción.

Desde hace muchos años, los derechos sexuales y reproductivos son considerados derechos humanos en el ámbito internacional; la Oficina de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos declara que “la salud sexual y reproductiva está relacionada con múltiples derechos humanos, incluido el derecho a la vida, el derecho a no ser torturado, el derecho a la salud, el derecho a la privacidad, el derecho a la educación y la prohibición de la discriminación”.

[cita tipo=»destaque»] Una educación sexual adecuada podría disminuir embarazos adolescentes, el contagio de infecciones de transmisión sexual y prevenir abusos sexuales. La información y el acceso a herramientas de cuidado les permite a las y los adolescentes tomar decisiones acertadas en esta edad particularmente crítica. [/cita]

La consagración de los derechos sexuales a nivel constitucional no es nueva, ya que está presente en diversos países dentro y fuera de Latinoamérica. Acorde con esto, los artículos de la propuesta de carta magna buscan además elevar al rango constitucional un conjunto más amplio de derechos sexuales, entre los cuales destaca el derecho a recibir educación sexual integral, y el derecho a vivir una sexualidad plena y placentera. Ambos aspectos conjugan derechos individuales y colectivos que, a su vez, están íntimamente ligados al bienestar y salud mental.

Esto ya fue planteado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) hace más de una década, al señalar en 2006 que «Los derechos sexuales constituyen la aplicación de los derechos humanos existentes a la sexualidad y a la salud sexual”. Además, este organismo señala que la salud sexual es fundamental para el bienestar general de las personas y, más aún, puede impactar el desarrollo económico y social de las comunidades y países.

Una educación sexual adecuada podría disminuir embarazos adolescentes, el contagio de infecciones de transmisión sexual y prevenir abusos sexuales. La información y el acceso a herramientas de cuidado les permite a las y los adolescentes tomar decisiones acertadas en esta edad particularmente crítica, tanto así, que algunos estudios internacionales, como el realizado por Maureen Rabbitte y Maithe  Enriquez en 2018 en Estados Unidos, han mostrado que los esfuerzos tendientes a brindar educación sexual integral podrían, por ejemplo, retrasar el inicio de la actividad sexual y la tasa de embarazos no deseados.  Sin embargo, esta provisión de información y de herramientas no sólo debiera abocarse a la prevención de consecuencias negativas relacionadas con el ejercicio de la sexualidad, sino también a la promoción de condiciones que posibiliten una sexualidad placentera e integrada a la salud y bienestar de las personas.

La Asociación Mundial para la Salud Sexual (WAS) elaboró la Declaración del Placer Sexual dentro del Congreso Mundial de Ciudad de México en 2019 buscando destacar esta experiencia personal como una parte fundamental de sus derechos. En esta declaración se incluye la definición de placer sexual de la Global Advisory Board for Sexual Health and Wellbeing en 2016, que establece al “placer sexual como la satisfacción física y/o psicológica y el disfrute derivado de experiencias eróticas solitarias o compartidas, incluyendo pensamientos, sueños y autoerotísmo”. Factores asociados a la experiencia del placer sexual en un contexto de salud y bienestar son la autodeterminación, el consentimiento, la seguridad, la privacidad, la confianza y la habilidad para comunicar y acordar las relaciones sexuales. Todo lo anterior, entonces, instala al placer y goce pleno de la sexualidad en el concierto de los derechos humanos, particularmente aquellos referidos a la igualdad, la no discriminación, la autonomía y la integridad corporal.

Esta declaración de la WAS sobre el placer sexual ofrece la oportunidad de abogar por él como parte indispensable de la salud sexual y del bienestar de las personas. Específicamente, podría tener un impacto positivo en aspectos como la reducción de riesgos, el cultivo de relaciones saludables, la celebración de la diversidad sexual, el ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos, el empoderamiento de género y el consentimiento, y la prevención de la violencia sexual y de género.

Este año, en el Día Mundial de la Salud Sexual, la WAS ha hecho un llamado a todos los gobiernos, organizaciones intergubernamentales y no gubernamentales, instituciones académicas, autoridades sanitarias y educativas, proveedores de servicios de salud, profesionales que trabajan en el ámbito de la sexualidad, medios de comunicación, sector privado y sociedad en general, a promover el placer sexual en las leyes y políticas como parte fundamental de la salud y el bienestar.

Sin embargo, las barreras significativas para la expresión sexual y la experiencia del placer están arraigadas de manera importante en estructuras sociales, políticas y legales.

Por todo esto, esperamos que este 4 de septiembre celebremos esta virtuosa coincidencia.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

 

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