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Julieta Martínez: “Soy una fiel convencida de que es fundamental entender las crisis como algo personal, especialmente entre mujeres” BRAGA Créditos: Foto Diego Rodríguez / PRH

Julieta Martínez: “Soy una fiel convencida de que es fundamental entender las crisis como algo personal, especialmente entre mujeres”

Antonia Sepúlveda
Por : Antonia Sepúlveda Periodista en El Mostrador Braga.
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Julieta Martínez (19), también conocida como la Greta Thunberg chilena, publicó su primer libro de la mano del grupo editorial Penguin Random House, No soy Julieta, sobre el activismo. Cuando tenía tan solo 14 años, fundó la plataforma Tremendas, “un punto de encuentro, de conexión y de acción entre niñas, adolescentes y jóvenes jugadas en la transformación social”.


La joven activista ha participado de las dos últimas cumbres climáticas con el propósito de mejorar las condiciones medioambientales para las niñas y niños del futuro, fue nombrada embajadora de ONU Mujeres, una de las 100 mujeres líderes en el ranking de El Mercurio y Mujeres Emprendedoras, y, en segundo año consecutivo, dentro de los 100 Latinos más comprometidos con la acción climática. 

Julieta se destaca por su elocuencia y seguridad, y cree firmemente que todas y todos podemos y debemos ser activistas de aquello que nos mueve. 

“El tener acceso a un teléfono, es tener acceso a un supercomputador. Debemos democratizar el acceso a la información y ver cómo cada uno de nosotros podemos involucrarnos en este mundo. Nunca me ha gustado el concepto de “culpar al consumidor”, culpar a la gente por el cambio climático. Hay cosas de la rutina diaria que son importantes cambiar, sin embargo es importante entender el modelo exitista que hoy nos rige. No debemos caer en el concepto de culpa y pelea constante, sino de buscar soluciones concretas y a gran escala, sobre todo por aquellas personas que más sufren y que se ven menos representadas en la toma de decisiones”, afirma la fundadora de Tremendas.

Ser niña y joven activista

El adultocentrismo contiene un capítulo completo en tu libro, ¿cómo combatirlo? 

Una cosa es ser joven, y otra cosa es ser niña y joven, porque el machismo también se ve involucrado. Lo mejor es romper el estereotipo, esta caricatura de jóvenes contra adultos. Antes de hablar del proceso de implementación, tenemos que trabajar en conjunto para que la opinión de los involucrados esté presente desde el minuto uno. Una persona joven no va a tener las mismas herramientas que un adulto, viva en una zona rural o urbana, sea afrodescendiente o parte de una comunidad indigena, tenga una buena situación socioeconómica o en situación de vulnerabilidad. Son detalles que hacen toda la diferencia. Es la capacidad de entender que mi realidad no es la única, y en base a esa diversidad se deben realizar las discusiones.

El pasado 4 de septiembre se rechazó la propuesta de Nueva Constitución, ¿cuáles son tus proyecciones en esta materia?

Claramente estamos en un momento muy tenso. En el minuto que ganó el rechazo envié una columna de opinión a distintos medios, entendiendo que necesitamos una Constitución que se conecte con la gente, con las personas más afectadas. Espero que se venga lo más pronto posible el próximo proceso constituyente para seguir trabajando por la defensa de nuestro ecosistema y por la agenda feminista, que tenga a NNA presentes, pero entendiendo que son temas que están conectados. Los problemas económicos tienen que ver con crisis sanitaria, con desigualdad social y desigualdad de género. Si no encontramos esa superposición de desigualdades vamos a seguir escribiendo una Constitución con temas aislados, que genera polarización. 

¿Y cómo seguir avanzando desde la juventud?

No solo se trata del voto joven, se trata de sacar un trabajo interseccional y multisectorial, y para eso todas las personas nos tenemos que ver representadas en el desarrollo de esta Carta, más allá del color político. 

Hablando de política y juventud, hace siete meses debutó el gobierno del presidente Boric, un gobierno que destaca por sus liderazgos jóvenes, a propósito del tema de tu libro, ¿qué balance haces de estos meses? ¿cómo evalúas el desempeño en cuanto a propuestas medioambientales, por ejemplo?

Me alegra que tengamos claro lo importante que es una transición sostenible. La sostenibilidad tiene un pilar social, ambiental y económico, y esos tres puntos siempre tienen que encontrar un balance. Por ejemplo, con el tema de descarbonización, si voy a cerrar una termoeléctrica debe tener un plan robusto, relacionado con la infraestructura, con los trabajadores y así evitar que aumenten los niveles de desempleo. Hay tantos matices que a veces se ignoran, y pierde el valor de lo que significa una transición sostenible y justa. El slogan del gobierno ecologista se vuelve una realidad.

—¿Y en cuánto a la agenda de género y niñez?

En materia de niñez, más allá de la postura clara del presidente que habla mucho de niñez y juventud, él también es un presidente particularmente joven, su aparición en eventos como Jóvenes Futuro da una señal de importancia, es algo que se ve en todo el gabinete: abiertos al dialogo, interés en ver por ejemplo temas de equidad de género y niñez, la niñez marginada. Las herramientas que tienes a disposición no solo definen cómo reaccionas sino cómo sales de ellos. Lo que más espero en este minuto es que, en la misma línea de interseccionalidad, encontrar puntos de encuentro entre las carteras de género, educación, medioambiente, etc. Entender que no afectan de forma aislada, por lo que las soluciones tampoco deberían trabajar de forma aislada. Hay una buena oportunidad de encontrar una interseccionalidad. 

Sobre el impacto internacional

Hoy a nivel internacional, tanto como el nacional, la agenda de género y niñez está cobrando aún más protagonismo, ¿de qué forma podemos desde el activismo situado, aportar a luchas como la Guerra Rusa-Ucrania o las manifestaciones en Irán?

Soy una fiel convencida de que es fundamental entender las crisis como algo personal, especialmente entre mujeres, porque nos vemos extremadamente afectadas por las zonas de conflicto. Todo el mundo puede y debe ser activista, el activismo se basa en levantar la voz por aquello que te da pena, rabia o angustia, no necesariamente saliendo a marchar a la calle, pero usando las herramientas que tienes a tu disposición. Que la gente, sobre todo quienes más herramientas tienen, haga la diferencia. En países como Chile, que no somos potencia mundial, todos tenemos un rol, la oportunidad de hacer una diferencia y visibilizar una causa. Y repito las palabras que han dicho cientos de mujeres iraníes: “si nosotras desaparecemos, sean nuestra voz”. 

—En esta misma línea, Tremendas ha tenido muchísimo alcance internacional, ¿de qué forma se logra incentivar al activismo en niñas?

El acceso a la información y a una educación integral son primordiales. Uno de los pilares fundamentales en Tremendas, y que queremos seguir implementando, son las “academias”. Trabajamos con la “Academia Climática”, con enfoque medioambiental, y la “Academia Atómicas”, con enfoque STEM. Estas academias tienen un pilar educativo y otro que te enseña a realizar proyectos de triple impacto, que viene de la mano con innovación social.

—¿A qué te refieres con proyectos de triple impacto?

Se trata de comprender que puedo realizar un proyecto que no solo tiene un beneficio personal sino también colectivo. Son espacios que no solo generan pensamiento crítico, sino que generan empatía. Que no solo generen una finalidad económica, sino la necesidad de avanzar sin que nadie se quede atrás. Eso va de la mano con el pilar de Tremendas que tiene que ver con resiliencia. Involucrar a que más niñas puedan participar en discusiones en el Congreso, de los diálogos constituyentes, que participen, tienen mucho que aportar y podemos hacer la diferencia. 

No soy Julieta y la literatura por mujeres

En nuestro país solo 5 mujeres han sido galardonadas con el Premio Nacional de Literatura, ¿por qué crees que es importante visibilizar la escritura por mujeres? 

No hay nada más potente que leer a una mujer escrita por una mujer. El leer a mujeres, a Woolf, a Mistral, cambia tu vida en muchos sentidos. Se nos olvida una desigualdad estructural que ha afectado a las mujeres a lo largo de la historia. Como dice Chimamanda Ngozi Adichie en Todos deberíamos ser feministas, “la cultura no hace a la gente, la gente hace a la cultura”. A veces la sociedad necesita quiebres, dar vuelta el tablero y todas las cosas que se necesitan cambiar.

—Hablando de desigualdad, los libros en nuestro país constituyen un privilegio, ¿cómo acercar la literatura a la ciudadanía, a los propios NNA y a los jóvenes?

Se debe invertir más en cultura. La palabra inversión puede incomodar a la gente, pero es necesario. Estamos en un país que le falta acceso a la cultura, no solo como algo recreativo, sino como algo necesario. Que no sea un privilegio el acceso a la cultura. También es rol del Estado abrir estos espacios e incentivar a las personas a consumir este tipo de contenido. Lo que yo pretendo con mi libro es llegar a la mayor cantidad de colegios, abrir los espacios. Quiero ser parte de ese trabajo también. 

Por último, ¿por qué No soy Julieta? ¿Cuál es el trasfondo del título de tu nuevo libro?

No soy Julieta es una referencia a una conversación que tuve con Hillary Clinton en 2019 en el Foro Generacion Igualdad, y una de las cosas que intenté explicarle en escenario y backstage, es que nunca me ha gustado el concepto de representar a parte de una generación, sea “niñas”, “juventud” o “mujeres”, porque no las represento a todas. No soy una niña que creció en zona de conflicto, en zona de sacrificio, intoxicada por el agua que toma, en zona extrema de vulnerabilidad. Puedo empatizar con esas realidades, pero no las vivo, y como no las vivo lo mínimo que puedo hacer con este privilegio es ser un cable conductor. No soy Julieta nada más, tengo que buscar la manera de que todas, sobre todo las niñas que están en la primera línea de las crisis, tengan su espacio en la mesa y su voz en el escenario.

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