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A 50 años de la primera protesta homosexual en Chile: sus lecturas hoy Yo opino Créditos: Memoria Chilena

A 50 años de la primera protesta homosexual en Chile: sus lecturas hoy

Claudio Javier Barrientos
Por : Claudio Javier Barrientos Director del Observatorio de Historia Reciente de Chile y América Latina UDP.
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En la historia de las sociedades modernas, a veces, versiones ocultas u obliteradas emergen no solo desde la investigación académica y disciplinar, sino de la memoria y la demanda de ciudadanías históricamente excluidas que imponen conmemoraciones de hechos que creíamos olvidados, irrelevantes o imposibles.  Hace algunos años que las organizaciones LGTBQIANB+ vienen rescatando y reivindicando una protesta de un grupo de personas de la diversidad sexual, ocurrida en Plaza de Armas el 22 de abril de 1973, solo unos meses antes del Golpe de Estado en Chile. La prensa de la época desde distintos horizontes ideológicos se burló y ridiculizó a los participantes de esta manifestación, invisibilizando las demandas por los derechos civiles de estas personas y el fin del asedio policial del que eran objeto, porque en el contexto de la época tales actores y demandas eran formas de expresión política “impensables”.

Por tanto, la protesta del 22 de marzo de 1973 está dentro de una lógica histórica de violencia estructural institucionalizada contra las diversidades sexo-genéricas, y desde esa perspectiva fue una protesta ciudadana y política que exponía los abusos de una parte de la sociedad de la época.

Este año el Movimiento por la Liberación Homosexual (Movilh) ha llamado a conmemorar este evento el próximo sábado en Plaza de Armas, y a renovar la lucha por los derechos alcanzados y aun por consolidar de estas comunidades. El mismo día, en la tarde, el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos estrena el documental “Las Locas del 73”, realizado por Carolina Espinoza y el activista Víctor Hugo Robles, conocido como el Che de los Gays, que exhibirá testimonios de actores sobrevivientes de ese evento. La protesta del 22 de abril de 1973 es importante porque no hay registros muy claros de formas de organización política o ciudadana de personas de las diversidades sexo-genéricas entre este evento y la formación del (Movilh) en 1991. Salvo la agrupación lésbica Ayuquelén, formada luego del asesinato de Mónica Briones y Acción Gay como parte de las organizaciones de la sociedad civil que se formaron para combatir y prevenir la expansión del VIH/Sida en los ochenta. El sentido común hace creer que las demandas por derechos y reconocimiento de personas LGTBQIANB+ es un fenómeno político que marcó una apertura del nuevo sistema democrático en los noventa.

Sin embargo, nuestro país desde 1874 hasta 1998 tuvo en vigencia el artículo 365 inciso primero del código procesal penal que criminalizaba la “sodomía”, nombre con que se rotulaba el acto sexual entre personas del mismo sexo. Muchos estudios dicen que esta legislación casi no se ocupó o que muy poca gente fue encarcelada por ser homosexual. En efecto, una parte importante de los debates científicos de las primeras décadas del siglo XX, dan cuenta de una disputa entre el discurso médico y el jurídico, en función de considerar la homosexualidad una enfermedad y no un delito. Sin embargo, su carácter criminal va a ser ratificado en el artículo quinto de la Ley de estados antisociales de 1954, que estuvo vigente cuarenta años hasta 1994.

En los años previos a la primera protesta homosexual de Plaza de Armas, una serie de hechos aparecidos en la prensa dieron cuenta de un activo asedio policial a espacios de reunión, y en concreto, a personas de la diversidad sexual de la época, como ejemplo solo dos casos emblemáticos: en 1971 fue famosa una portada del diario Puro Chile, que dio cuenta de una redada a una fiesta en una casa particular del centro de Santiago. La noticia fue descrita en detalle y en la primera plana se expusieron los participantes con nombres y apellidos. En marzo de 1973, solo un mes antes de la manifestación en Plaza de Armas, veintidós personas, ocho homosexuales vestidos con prendas femeninas y catorce conscriptos del regimiento local fueron arrestados en una fiesta en el Club Anillo Rojo de Antofagasta. La portada de La Estrella del Norte decía: “Ocho maricones vestidos de mujer, con pelucas, uñas y pestañas postizas, con sus respectivos “pinches” fueron aprehendidos en el exclusivo Club El Anillo Rojo de Avenida Argentina 3002.” Luego de ser arrestados por la policía y de algunos días de reclusión y escarnio público de la prensa local, estas personas fueron liberadas. Por tanto, es acertado decir que la legislación en torno a la homosexualidad y la ofensa a la moral y buenas costumbres no generaron largos juicios o condenas de reclusión permanente, pero posibilitaron durante gran parte del siglo pasado el asedio policial y el constante maltrato y exposición pública de quienes eran sorprendidos haciendo expresión o ejerciendo una forma de construcción de género o sexualidad no hegemónica.

Por tanto, la protesta del 22 de marzo de 1973 está dentro de una lógica histórica de violencia estructural institucionalizada contra las diversidades sexo-genéricas, y desde esa perspectiva fue una protesta ciudadana y política que exponía los abusos de una parte de la sociedad de la época. Por otro lado, en medio de la efervescencia política y la activa movilización social desplegada durante la Unidad Popular por distintos sujetos y actores marginados como campesinos, indígenas, pobladores, y trabajadores en general, no es de extrañar ni muy difícil imaginar que homosexuales y travestis se tomaran el espacio público para reclamar por sus derechos y denunciar los abusos de que eran objeto. Lo impensable fue que desde derechas e izquierdas se les tomara en serio, como una demanda legítima o como una movilización política propia del contexto histórico de la Unidad Popular. Hoy a 50 años de este evento es importante volver a leer y a revisitar prácticas y acciones de sujetos y sujetas de las diversidades sexo-genéricas para buscar en sus acciones y expresiones, tensiones al sistema de normas que las negaron, excluyeron y reprimieron por tanto tiempo. Sin la memoria de las sobrevivientes de este evento, sin la urgencia de activistas y organizaciones LGTBQIANB+ por instalar estas conmemoraciones dentro de los significados históricos que la Unidad Popular y el Golpe de Estado movilizan este 2023, no estaríamos preguntándonos por el lugar de la historia de estas comunidades en el siglo XX y XXI, ni siquiera pensaríamos que tienen historia.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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