Publicidad

Sobre Shakira


¿Qué hay entre esta epigráfica cita de Celan —Paul Celan, su poema In der Luft (En el aire)— y la colombianárabe estrella del show business que hoy se arrellana en el estadio nacional? (Paráfrasis, casi: What there’s, Peter —Peter Falk interpretándose a sí mismo, su desasosegado relajo, primeras escenas de El cielo sobre Berlín…)

No digamos, así en abstracto, tal entre entre eso que Adorno y Horkheimer vinieran a llamar en su hora industria cultural y… un poema en los confines del arte. Por lo demás, la supuesta compartimentalización estanca entre "alta" cultura y cultura "de masas" se habrá revelado erosionada de entrada no sólo por la perspectiva benjaminiana expuesta en La obra de arte en la era de su reproductibilidad técnica (1936) sino que entre tanto la propia invocación al "arte" —y, de paso, a la "cultura", sobre todo cuando ésta es identificada con el "gran arte"— habrá venido siendo cortocircuiteada a la luz de los más traumáticos acontecimientos del —¿ya lejano?— siglo XX.

Por una parte, mientras Adorno se concentra en denunciar los estragos de la mercantilización y tecnificación artísticos —parapetándose en las vanguardias musicales, pero lanzando juicios lapidarios sobre el jazz y todo lo que huela a "masas"—, Benjamin, sin desconocer los nuevos problemas que plantea la producción serializada, viene a mostrar las nuevas posibilidades abiertas por obras que —como las foto y cinematográficas— hacen de entrada el duelo del valor de «autenticidad» asociado a las obras tradicionales («cultuales»). Por otro lado, y como el mismo Celan lo indica insistentemente, ciertas expresiones reconocidamente identificadas con el "gran arte" occidental —la gran tradición romántica alemana, en particular— se habrán podido llevar muy bien con lo más "bajo" de lo bajo, un decir, el nazismo. Todo esto, claro, introduce una catastrófica dislocación en cualquier juicio y conceptualización generalizante en materia de "arte". No, sin embargo, rienda suelta para todas las fusiones y confusiones, desastre o anulación de todas las ilusiones jerárquicas, sino una creatividad que se mantiene en un cierto desprendimiento del arte que conocemos o, en palabras del filósofo-y-poeta Philippe Lacoue-Labarte traduciendo pícaramente a Adorno, exigencia de un cierto desarte.

Me imagino la ira de la Shakira ante un discurrir tal. Ira de (veras) bruta, y no sólo bruta —"bruta, ciega, sordomuda, / torpe, traste, testaruda" (Ciega sordomuda). Junto con las morosas y trilladísimas baladas amorosas (Si te vas, Que vuelvas, etc.) la maja de Barranquilla canta su rabia ante el desempleo, la represión, la injusticia social y, en buenas cuentas, contra el "sistema" —al punto de, sin tapujos, identificarse con ladrones y asesinos en su última colección: ¿Dónde están los ladrones? Según atestigua una de sus (tantas) páginas web, Shakira Mebarak escribía poemas en su mocedad, pero luego se operó de tales y se dedicó de lleno a la música pop (aunque ha participado también en una que otra teleserie e incluso estuvo a un tris de jugar un hollywoodense rol protagónico en La Máscara del Zorro, junto a Antonio Banderas y Anthony Hopkins). Lástima que no se haya operado enteramente, de las letras, como (casi) Rimbaud a los 19 senza andare pií¹ lontano (ella pasó ya los 20). Por sí solas, las letras de sus canciones, letras suyas ("y para ser más franca nadie / piensa en ti como lo hago yo / aunque te dé lo mismo"; Inevitable; "si hablo demasiado / no dejes de lado / que nadie más te amará así"; No creo), gack, y paso. En cuanto al "sistema" ("mientras tanto este mundo gira y gira / sin poderlo detener / y aquí abajo unos cuantos nos manejan / como fichas de ajedrez"; Octavo día) Shakira, con ira y todo, está en el medio del medio: entre su patria y Miami, centro del show business latino (y de Latinoamérica en su conjunto, según algún), penetrando a todo dar el mercado en inglés de la mano de su nuevo manager, Emilio Estefan jr. Shaky Shakira, vacilante tu ira, ¿cuál?

En el aire, última florecida de Die Niemandsrose (1963), sita sobre Shakira, ¿cómo traducir? Un timbre acaso, singularísimo, gangosánime sólo para el oído inatento, tembloroso, sí, antes de que el habla hable, antes que el castellano meridional migrante atraviese un meridiano nuevo, antes incluso que la letra y la cybertipografía (ésta incluida) se dé a leer, incendiario timbre, «aquí».

Publicidad

Tendencias