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El Holocausto según Roman Polanski

Protagonizada por Adrien Brody, El Pianista retrata la estremecedora historia del músico judío que logró sobrevivir a la ocupación nazi gracias a la complicidad de un oficial alemán. El filme funciona como una suerte de espejo de la cabeza de Polanski al plasmar sus propias experiencias y heridas de su infancia, trasmitiendo de cierta forma, las mismas atmósferas respiradas por él en Cracovia.


Pocas veces se ha narrado de una manera tan fiel y cercana el drama de los judíos durante de Segunda Guerra Mundial. Y Polanski de una manera limpia, algo subjetiva y potente, nos muestra el infierno y posterior exterminio que vivieron miles de personas durante el Holocausto en Varsovia. Si bien, El Pianista no es un filme autobiográfico, el director logra reconstruir la vida de un compatriota suyo, restaurando atmósferas respiradas por él: el abismo del ghetto de Varsovia donde Hitler exterminó a medio millón de judíos polacos entre 1941 y 1943.



En su último trabajo, el director de El Bebé de Rosemary logra reconstruir en un magistral y apasionante filme, la vida del célebre pianista polaco Wladyslaw Szpilman, quien logró escapar de la deportación junto a toda su familia del campo de exterminio de Auschwitz y, encerrado entre los muros del ghetto, logró también escapar de esta tremenda encerrona en la que muchos murieron a tiros, por hambre o por extenuación.



Desde su infancia, Polanski ha sufrido amargas, difíciles e impactantes experiencias que lo marcaron. Vivir las angustias del ghetto de Cracovia y ver como sus padres eran llevados por soldados alemanes a un campo de concentración camino al exterminio, funcionan como gatillo en la película para dejar fluir todos los sentimientos escondidos del director y reflejarlos en una cinta bella, como dura y estremecedora.



En El Pianista, Polanski mantiene sus heridas palpitantes, pero recrea atmósferas conocidas por él, que tal vez no quiere recordar pero de las que no puede escapar. Es precisamente este conocimiento directo de las interioridades del escenario el que se percibe en la poderosa sensación de verdad ambiental que despide este conmovedor filme.



Escenas de alemanes matando judíos a placer, por gusto y con tiros en la cabeza, chocan y retuercen los sentimientos de furia contra tiempos de locura, desenfreno expansionista, estúpidos afanes de poder y nulo respeto por la humanidad.



Con una recreación prácticamente impecable, El Pianista reconstruye y nos trae nuevamente a la vida los años de la Segunda Guerra, pero a través de los ojos de un músico, que como las ratas, se transformó en un poblador de las ruinas de la ciudad, haciendo lo posible por conseguir cualquier cosa para alimentarse.



Szpilman -interpretado excelentemente por Adrien Brody- fue descubierto en 1944 en uno de sus escondites por un capitán nazi, un hombre apacible, culto y refinado que al oírle decir que era pianista lo llevó ante un piano y lo hizo tocar. Asombrado por la perfección de su música, el oficial mantuvo escondido al músico durante toda la guerra salvándole la vida que bien podría haber tenido un final parecido a los cientos de judíos que perecieron en el Holocausto.



Indudablemente en una de sus películas más personales e intimistas, el realizador no tiene problemas en crear y tensionar al espectador con escenas crudas, llenas de realidad y simplicidad estética. Un anciano invalido tirado en su silla de ruedas por la ventana por no levantarse ante los oficiales alemanes, o una mujer lamentándose por haber matado a su hijo, asfixiándolo al taparle la boca para que no llorara frente a los soldaos nazis son algunas de las escenas que el director utiliza para decirle al público que no omitirá nada de lo que vivió y sufrieron él y miles de judíos ante los abusos de los alemanes.



Es evidente que la música juega un rol importante en la cinta, y lo hace para dar o trasformar de cierta manera en belleza, lo que el mundo conoció como catástrofe. En medio de las bestialidades, los bombardeos y las matanzas injustificadas, los bellos sonidos funcionan para aminorar lo que visualmente nos choca, convirtiéndolo en una sinfonía de destrucción y masacre.



El Pianista nace como una especie de homenaje reflexivo de Polanski a su pueblo, dando una mirada humanitaria pero llena de nostalgia en un intento por plasmar algo de sus propias experiencias, algo de Szpilman, algo de la Segunda Guerra y algo de esos millones de judíos exterminados como la peor de las plagas en uno de los actos más catastróficos en la historia de la humanidad.

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