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«Es inútil destruir lo propio e idealizar lo ajeno»

Conciente de los prejuicios e idealizaciones que se generan en torno a las experiencias chamánicas, Peter Wild realizó un estudio vivencial en que cuenta detalladamente cómo fue su proceso de aprendizaje con José, su guía por más de dos años. Este joven antropólogo conversó con nosotros y compartió lo que fueron las transformaciones en su vida y el modo de ver al mundo luego de pasar por estas experiencias.


Para su tranquilidad, Peter Wild es antropólogo y su estudio concitó la aprobación irrestricta de sus pares y profesores. Es más, el libro Sabiduría Chamánica del Sentimiento fue presentado por el Jefe del Programa de Magíster de la Facultad de Educación de la Universidad Católica, Luis Flores, y el Director de la Escuela de Antropología de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano, Pedro Mege.



Alguien podría alegar, con justificadísima razón, que la entrada a esta entrevista es muy fría. Y lo es. ¿Qué motiva tan formal introducción? El escepticismo que nuestra cultura occidental enfrenta temas como el del chamanismo. Si no se puede explicar científicamente -es la premisa- entonces no tiene validez.



Y eso Peter Wild lo sabe y lo tiene muy claro y presente. Por eso decidió cortarse el pelo y la barba que cultivó por años cuando llegó el momento de mostrar su investigación a la comunidad académica. Hoy viste y camina por la ciudad como un ciudadano común y corriente.



"Es que cuando estás seguro de lo que eres, no necesitas proyectarlo en una imagen. De hecho, ya no me complica usar o no cierto tipo de ropa y por lo mismo, a propósito de los prejuicios que se forman sobre temas como el chamanismo, es que cambié mi forma de vestir y de usar el pelo", explica como justificando la supuesta contradicción que podría haber.



Antes de empezar con la conversación, Wild explica que lo que motivan sus estudios son "los modelos cognitivos y formas de aprendizaje. Nuestra cultura, más allá de que seamos cientistas sociales o no, está basada en ciertas premisas y categorías, como real e irreal. De allí emerge una forma de relacionarse con la vida que lo empapa todo, desde las relaciones que establecemos con nuestras parejas hasta con el chofer de micro. Y esa forma no considera la magia, ni la posibilidad de trascender lo que el sistema te da como posible", introduce antes de comenzar a compartir lo que fue su estudio vivencial con José, su guía por más de dos años en su iniciación chamánica.



"Puedes dudar del pensamiento, pero no de lo que sientes"



A José lo conoció hace cinco años, cuando vino de Italia a nuestro país luego de haber ayudado a recobrar su salud a un portador de VIH que tenía su sistema inmunológico por el suelo.



"Me llamó mucho la atención su visión. El chamanismo para muchos es algo fácil, que genera cambios rápidos y que si tiene una enfermedad va a venir el chamán y te la va a sacar. José en cambio no. Para él llegar a ser un enfermo requiere de una serie de pasos ordenados, por lo que es muy difícil ser enfermo. Es por eso que, bromeando, cuando él veía a un enfermo grave lo felicitaba. Lo encontré fascinante, porque se abre la posibilidad de desarrollar tu propio potencial".



– Me imagino que por tus inquietudes, te incomodaba la forma de entregar y entender el conocimiento que se enseña en la Universidad.
– Sí, pero gracias al aporte del deconstructivismo, con Derridá a la cabeza, nos es mucho más fácil y tenemos más herramientas para introducir aspectos nuevos dentro del conocimiento oficial. Y esa perspectiva me sirvió para darme cuenta que si somos parte de una cultura es por algo y que es inútil destruir lo propio e idealizar lo ajeno, que es lo que ocurre con mucha gente que ve el chamanismo como sinónimo de iluminación o salvación. Por eso la única posibilidad que tenemos es incorporar conocimientos, no seguir categorizando descontextualizadamente, sino tener la capacidad de, siendo un individuo que se educa en una cultura como la nuestra, utilizar elementos de otras culturas que nos pueden ser útiles.



– Pero más allá de esa postura un tanto ecléctica, ¿cómo resolviste ese prejuicio que hay tras las experiencias chamánicas?
– Ese sentimiento me persiguió fuertemente a lo largo de la investigación. Nunca estaba seguro de si estaba con un loco o haciendo algo que me pudiera servir. Sólo sabía que se estaban desarrollando transformaciones feroces en mi vida. Ahí entendí que los cursos de chamanismo de tres meses son bluff, porque el chamanismo es terrorífico. Lo que menos tiene es de agradable. Por lo tanto cuando la gente dice que está más tranquila después de un curso, es porque están en un nivel muy poco profundo.



– ¿Cuándo sentiste que el escepticismo se transformó en confianza?
– En la medida que fui corroborando con la experiencia y me daba cuenta que lo que él me decía nunca era una idea o teoría cerrada, sino que siempre era una propuesta de experiencia que iba validando. En definitiva, uno puede dudar de cualquier pensamiento, pero no puedes dudar que sientes. Subyace, claro, un pensamiento que va a categorizar lo que es bueno o malo, pero no puedes negar la experiencia que estás teniendo.



– Para iniciar el proceso, José te pidió cambiar tu dieta y llevar una vida muy estricta y apegada a rutinas de trabajo rígidas. ¿Cómo te afectó en las relaciones que tenías con tus amigos, tu pareja, tu familia?
– Durante dos años me aislé, porque los temas que me estaban ocupando eran imposibles de ser conversados. No era una postura crítica frente al contexto que me rodeaba, puesto que ni yo era muy capaz de poder hablar coherentemente de lo que me estaba sucediendo. Mi pareja, en todo caso, me acompañó siempre y aceptaba que me dedicara un ochenta por ciento del tiempo a las actividades que me encomendaba José. Ella lo pasó súper mal, porque no estaba presente cuando me necesitaba y porque no había una certeza de si iba a salir bien parado de esto o no.



"Por momentos sentí que me estaba volviendo loco"

Uno de los principios básicos del chamanismo es que todo es uno y uno es todo. Es decir, busca mediante la experiencia generar lazos de armonía y correspondencia del individuo con su entorno circundante.



"El chamanismo se sustenta en el pragmatismo, mientras que la teoría es secundaria. Esa visión me es cómoda, puesto que siempre he sentido que las explicaciones que da nuestro mundo son estériles. Pueden ser útiles para categorizar y ordenar la realidad, pero no tienen cimientos basados en la praxis personal como el chamanismo", dice Peter Wild.



– Mientras estabas con José, paralelamente conversabas con un psiquiatra. ¿Por qué?
– Es que por momentos sentí que me estaba volviendo loco y él me tranquilizó, pues me dijo que una característica del demente es que no se da cuenta de su estado. Esa clase de cosas eran para mí verdaderas balsas. Lograba quebrarme el proceso mental de sugestión que me hacía sentir cierto grado de locura. Lo que en realidad estaba pasando es que mis modelos interpretativos estaban fisurándose y no hallaba de dónde explicarme lo que me estaba pasando.



-¿Cuándo decidiste que el trabajo con José debía llegar a su fin?
– No ha llegado su fin, porque en esta lógica no hay donde llegar. Además, sigo haciendo los trabajos por mi cuenta propia.



– Después de vivir esta experiencia, ¿no te desilusiona aún más el mundo occidental y te dan ganas de irte lejos de Santiago?
– Al contrario, porque no idealizo. Ahora me siento más parte del mundo que antes, pues estaba más pegado en la crítica. Hoy siento que criticar es innecesario. Sólo podemos construir o destruir y si todo el día estás en actitud crítica, estás destruyendo. Por su puesto que la intención puede estar justificada porque lo que buscas es una mundo mejor, pero si hago una radiografía de tus acciones, no estás construyendo un mundo mejor.

– ¿Cómo cambió tu relación con tu pareja y tus amigos después de haber pasado por esto?
– De partida no me siento un iniciado ni nada que se le parezca. Eso es básico. Ahora bien, siento que con este trabajo puedo tener relaciones más parejas. Estoy mucho más aquí, en el presente, que antes. En vez de soñar, disfruto lo que estoy haciendo y me entrego a lo que el futuro pueda depararme, que puede ser la cosa más increíble que uno pueda llegar a imaginar.

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