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Diario vaticano dice que la película “2012” suscita nuevos miedos

«Pobre planeta, pobre humanidad», escribe el diario, que subraya que se trata de un espectáculo «sin frenos y sin mesura», que ha costado 260 millones de dólares.


El diario vaticano «L’Osservatore Romano» afirmó que la película «2012», en la que, entre otros, acaba también destruida la sede de la jerarquía católica, combina arqueología e historia «para suscitar nuevos miedos y manipular los antiguos».

«Acaba el mundo y despunta el Arca», titula el vespertino, que comenta el filme del alemán Roland Emmerich, desde hoy en las pantallas italianas, y asegura que al cine sigue le sigue gustando el apocalipsis, «aunque ya hemos pasado indemnes el fatídico milenio».

Tras referirse a otros filmes, como «Knowing», de Alex Proyas, o «9», de Tim Burton, el diario vaticano dice: «Ahora, simplemente, arqueología e historia se alían para suscitar nuevos miedos y manipular los antiguos, comenzando con el calendario de la antigua civilización maya, donde el cómputo del tiempo señala como el final del último ciclo el 20 de diciembre de 2012 (20-12-2012»).

«Después se interrumpe. ¿Fin del mundo y de la humanidad?. ¿cielos nuevos y tierra nueva?, ¿regeneración o destrucción total?, se pregunta el diario, que añade que el director alemán «experto en filmes de enormes proporciones (ha dirigido Independece Day y El Alba del Día Después) cierra la trilogía con «la más terrible y espectacular de todas: 2012″.

Añade que en la película desaparecen ciudades enteras y que los volcanes y unas olas de 1.500 metros devastan los continentes,»y se hacen añicos la Capilla Sixtina y San Pedro del Vaticano, arrastrando a cardenales y fieles que rezan en la plaza de San Pedro».

«Pobre planeta, pobre humanidad», escribe el diario, que subraya que se trata de un espectáculo «sin frenos y sin mesura», que ha costado 260 millones de dólares.

El diario señala que con Emmerich comienza una nueva era para Hollywood y se va hacia atrás, del Nuevo al Viejo Testamento, a Noe, al diluvio, al Arca de la Alianza y al monte Ararat, para que después aflore una pizca de humanidad, con todos sus pecados, obligada a comenzar de nuevo.

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