Publicidad

Estocolmo: mirar Santiago desde lejos y desde adentro

Miguel Wolter
Por : Miguel Wolter Licenciado en Literatura UDP
Ver Más

Esta, la segunda novela del argentino Iosi Havilio, tiene esa capacidad de mantener en suspenso al lector y de llevarlo al lado más oscuro del personaje en un viaje a través de cines porno para gays y páginas de suscripción para contactos homosexuales, con descripciones crudas de sus relaciones sexuales, violentas, y de lo que significa tener una orientación sexual diferente en esta ciudad.


René debe subir a un avión que lo traerá de vuelta a Santiago de Chile. Respira hondo y repasa sus miedos: al pasado, a volar, al regreso. No es un cobarde, simplemente siempre está huyendo de algo, de sí mismo, de su esencia, de sus tórridos amores. «Estocolmo», la segunda novela del escritor argentino Iosi Havilio (1974), no es lo que parece. Nos presenta una historia que puede llevar al engaño pues podría tener tintes políticos marcados, pero no, ello es solo una aproximación, una ecología tenue  que sirve de trasfondo para contar lo que le pasa a René en los re encuentros que debe enfrentar.

El tormento del protagonista, el delirio de persecución que lo acompaña, no tiene que ver con la causa que lo instaló como exiliado, casual incluso, después del golpe de Estado en Chile. Su permanencia en Estocolmo, si bien es política, nunca es definitiva ni ideológica. Se queda allá por extender como inercia su estadía y de pronto ya la vuelta, como hecho psicológico, no parece posible. Así, entonces, comienza también la parte de su vida que lo persigue y la voz de su amante Boris, verdadero tormento, que se convierte en la sombra que desencadena sus miedos. Viene a  Santiago a un congreso como voluntario de la Cruz Roja, pero, en esencia a caminar por una ciudad que ya no reconoce y no le pertenece.

Estocolmo tiene esa capacidad de mantener en suspenso al lector y de llevarlo al lado más oscuro del personaje en un viaje a través de cines porno para gays y páginas de suscripción para contactos homosexuales, con descripciones crudas de sus relaciones sexuales, violentas, y de lo que significa, tener una orientación sexual diferente en esta ciudad.

En medio de sus vivencias y sin saber a qué nivel de realidad atenerse, cree ver  a su ex pareja como un perseguidor que lo acecha desde los rincones de la ciudad, jugando en su mente con la posibilidad real de que lo sigan, o simplemente volcándose a la paranoia absoluta de un ser incapaz de controlar sus miedos. En ese juego René es un especialista, incluso con una consciencia exacerbada de su descontrol.

El punto más bajo de la novela, es quizá, el final. E tenor con que se han presentado los hechos, y esa intensidad plasmada en lo débil y pusilánime del personaje, a quién uno no sabe si tenerle rabia o compasión, el final deviene en un recurso fácil que cierra el ciclo, lo que resulta un poco frustrante. Puede sorprender lo que pasa, cómo se resuelve, pero solo queda como una manifestación de que el gran miedo del personaje se ha hecho realidad y que, se sabía, era el fin esperado por el protagonista, aunque  muy inferior a lo que el personaje merecía.

Havilio nos presenta una historia fuerte. Nos muestra una ciudad que en nuestro universo cotidiano no somos capaces de ver si no nos aplicamos, y lo hace muy bien. El protagonista a su  vez está bien definido y el trasfondo de su historia es creíble, pero la intensidad, el drama y la pasión quedan en vilo con la resolución de la novela, dejando en el aire la sensación de una  deuda.

Publicidad

Tendencias