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Clint Eastwood se deja dirigir por primera vez en 20 años

Ocurrió que su socio durante más de dos décadas, el productor Robert Lorenz, le acercó «Trouble with the Curve» («Golpe de efecto»), que se estrena este viernes en Estados Unidos, y lo persuadió de ponerse bajo sus órdenes. Así, la cinta se convirtió en el debut directoral de Lorenz y en el regreso de la estrella de «Harry, el sucio» al rol de actor liso y llano, a sus 82 años.


No hay que creerle a Clint Eastwood. Al menos, no había que hacerlo cuando el prolífico hombre del cine anunció que se retira de la actuación.

Así lo había sugerido en 2008 después de Gran Torino, cuando interpretó a un veterano de guerra en el filme del que también fue director y productor: que ya estaba hecho con la actuación bajo las direcciones de cualquier otro que no fuera él mismo. Lo cual, con 78 años y una filmografía apabullante a cuestas, parecía tener sentido. «Hace tiempo dije que no iba a actuar más y ya ven… a veces uno simplemente miente, mucho», dice Eastwood.

Ocurrió que su socio durante más de dos décadas, el productor Robert Lorenz, le acercó Trouble with the Curve (Golpe de efecto), que se estrena este viernes en Estados Unidos, y lo persuadió de ponerse bajo sus órdenes. Así, la cinta se convirtió en el debut directoral de Lorenz y en el regreso de la estrella de «Harry, el sucio» al rol de actor liso y llano, a sus 82 años.

Es la primera vez en casi 20 años que Eastwood cede el sillón de director en un filme que lo tenga por protagonista, desde aquel agente secreto Horrigan que compuso para «En la línea de fuego» bajo la mirada del alemán Wolfgang Petersen, en 1993.

«Después de ‘Gran Torino’ pensé que era estúpido hacer los dos trabajos… es que solamente vengo haciéndolo desde hace unos 40 años», bromea el cineasta, doble ganador del Oscar de dirección con Unforgiven (Los imperdonables) y Million Dollar Baby (Golpes del destino), ambas elegidas también mejor película de 1992 y 2004, respectivamente.

«Le pasé la posta a Rob y yo no tuve que ocuparme de nada. Fue placentero y relajante, como reposar en una zona de confort», señala Eastwood ante BBC Mundo, durante la presentación de su nueva película en en Los Ángeles.

Viejos conocidos

Después de dirigir en los últimos tres años a Leonardo DiCaprio en J.Edgar, a Matt Damon en Hereafter y a la memorable dupla de Damon y Morgan Freeman en «Invictus», Eastwood seguramente debió recordarse a sí mismo que, esta vez, las órdenes las daba otro.

El flamante director Lorenz ha sido el compañero de ruta con quien el actor compartió las nominaciones al Oscar de Río Místico» (2003) y Cartas desde Iwo Jima (2006): uno como director, el otro como productor general. Laurenz fue además asistente de dirección de Eastwood en múltiples rodajes.

Pero, ¿qué tan difícil fue ajustar la relación, con los roles cambiados?

«Esta vez tuve que escuchar todo lo que me decía Rob (se ríe). No, no tuve que hacer ajustes porque yo siempre sostuve que hay muchas maneras de hacer las cosas, así que puse mi mente en modo ‘otro va a encontrar las ideas para que funcione». Y fue bastante más relajante que actuar y dirigir a la vez», señala Eastwood.

Pese a haber estado nominado dos veces, el veterano Clint nunca ganó la estatuilla de mejor actor en los Óscar: quizás dejarse dirigir ahora por un colega de confianza pueda traerle mejor suerte, o al menos sumarle otra nominación a la lista.

Según pasan los años

Trouble with the Curve pone a Eastwood cara a cara con su propia realidad: la de un hombre exitoso que siente los inexorables efectos de la edad.

Este drama del mundo del béisbol profesional lo trae convertido en Gus Lobel, un cazatalentos que recorre ciudades estadounidenses en busca del próximo jugador estrella para su equipo, los Bravos de Atlanta, pero que está perdiendo irremediablemente la vista y, con ella, la capacidad para mantenerse en carrera.

Es un estudio sobre los vínculos -con una hija interpretada por Amy Adams; un jefe, John Goodman, y un exjugador a quien Lobel supo descubrir en el pasado, encarnado por el multifacético Justin Timberlake- y, a la vez, una reflexión sobre el paso del tiempo.

Para el actor, hay mucho en el guión que habla de sí mismo. «Cuando uno llega a determinada edad, simplemente está feliz de estar aquí. Uno tiene que ser realista y buscar roles apropiados para su edad… Yo disfruté llegar hasta aquí y planeo seguir disfrutando del resto del viaje, que espero sea largo», augura el hombre, que para ello hace ejercicio y come tan sano como puede: brócoli y salmón durante el rodaje, según cuentan sus compañeros.

En plena campaña electoral estadounidense, el cineasta ha ocupado recientemente los titulares por su filiación partidaria: su apoyo a los republicanos lo llevó, a fines de agosto, al escenario en la convención partidaria. Allí, sorprendió no por salir a respaldar al candidato Mitt Romney, sino por el formato que dio a su discurso: un diálogo actuado con un interlocutor invisible en una silla, que supuestamente era el actual presidente y aspirante a la reelección Barack Obama.

Su intención, dice, fue la de impulsar a sus compatriotas a evaluar «seriamente» a los candidatos. «Mi único mensaje es que quiero que la gente saque el factor de idolatría, mire el trabajo y los antecedentes, y emita juicio a partir de eso. Eso fue lo que traté de decir, aunque terminé hablando por mucho más tiempo del que ellos (los organizadores) hubieran querido», revela.

Eastwood no midió las consecuencias, dice ante BBC Mundo, pero de todos modos no cambiaría el mensaje

«¿Si diría lo mismo? Quizás no: lo que dije lo pensé cinco minutos antes de salir al escenario… Pero la idea sería la misma, sí. Sin importar en qué partido estés, el criterio para elegir debe ser el de ver quién puede hacer las cosas bien. En Estados Unidos, a veces miramos los valores equivocados», opina el veterano actor.

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