Las funciones serán entre el 10 y el 15 de octubre
La obra se basa en la historia real del ocaso y muerte del archiduque Rudolf de Habsburgo, hijo de la emperatriz Sissi, del Imperio austrohúngaro, el más poderoso de Europa durante fines del siglo XIX. Es la obra maestra de Kenneth MacMillan y llega al Teatro Municipal de Santiago con la monumental puesta en escena de Pablo Núñez y el ballet de Santiago, acompañados de la Orquesta Filarmónica de Santiago bajo la batuta de José Luis Domínguez.
Ensayo Mayerling
Foto: Patricio Melo
Infidelidades, drogas, sífilis, traición y muerte. Esta secuencia de conceptos autodestructivos parecen más referir a una película de clase B, cargada de oscuridad y patetismo: el hombre hipersexualizado que engaña a su mujer y la contagia de enfermedades de trasmisión sexual para escapar con su amante mientras la psicosis lo enloquece, producto también de su adicción a la morfina. Aunque el argumento es cinematográfico, no es cine, nada más lejos de eso. Es «Mayerling», una obra de ballet que se presentará en el Teatro Municipal entre el 10 y 15 de octubre.
La obra se basa en la historia real del ocaso y la muerte del archiduque Rudolf de Habsburgo, hijo de la emperatriz Sissi, del Imperio austrohúngaro, el más poderoso de Europa durante fines del siglo XIX. Es la obra maestra de Kenneth MacMillan y llega al Teatro Municipal de Santiago con la monumental puesta en escena de Pablo Núñez y el ballet de Santiago, acompañados de la Orquesta Filarmónica de Santiago.
Esta pieza del ballet contemporáneo, creada por MacMillan en 1978, constituye la puesta en escena más arriesgada y oscura con que el Teatro Municipal de Santiago pretende sorprender al público, pero no sólo por la temática, que se aparta de las clásicas historias de leyendas, cuentos y poemas, sino también por la complejidad de la obra.
“Mayerling es uno de los ballets más complejos. La historia es muy complicada y MacMillan logró relatarla extraordinariamente sólo a través de los pasos y la música”, comenta Marcia Haydée, directora artística de ballet de Santiago.
La historia transcurre en Mayerling, un prueblo próximo a Viena, que durante varias generaciones fue uno de los lugares predilectos de la realeza austriaca para pasar las vacaciones. El 30 de enero de 1889, esta historia cambió. A partir de ese momento todo se convirtió en tragedia y muerte. Ese día encontraron muertos al archiduque del Imperio austrohúngaro y su amante María Vetsera. Se dijo en un principio que un problema al corazón terminó con la vida del heredero al trono. También que murió asesinado en manos de agentes nacionalistas o por una conspiración política. Lo cierto es que no hay nada cierto, sólo especulación sobre una vida cargada de vicios y desenfreno.
Llevar esta historia al ballet fue un gran desafío que MacMillan no sólo asumió, sino que logró convertirla en su obra maestra. Pero el desafío de este ballet no era sólo suyo, sino también del bailarín que interpretara a Rudolf. Es una obra extenuante, emocionalmente destructiva, teatralmente fuerte en la que el bailarín está todo el tiempo en escena.
Luis Ortigoza en los ensayos de Mayerling
Foto: Patricio Melo
En el caso del montaje de Santiago, esta responsabilidad recayó en el primer bailarín del Teatro Municipal de Santiago, Luis Ortigoza. «Siempre soñé con este papel. Es muy complejo. generalmente uno siempre baila con una sola bailarina durante todo el ballet, pero en Mayerling lo haces con seis bailarinas durante la obra», dice el bailarín, quien es un gran conocedor de esta pieza y de la historia que circunda a ella. «Es trágica la relación de Rudolph con su esposa Estefanía. Él después de tener un hijo con ella, la contagia de sífilis, dejándola estéril. Después incluso le toma rencor y empieza a detestarla».
La madre, la mujer y sus amantes, cinco mujeres en total, y siete complejos pas de deux, retratan la mente perturbada del heredero al trono austrohúngaro y la opresión que marcó su vida, que terminó sus días haciendo un pacto de muerte con su amante, María Vetsera.
En palabras de Ortigoza, el ballet «muestra cómo un hombre que supuestamente tenía todo y estaba en la vida para ser el número uno, tronca su vida por ideales distintos al de su padre, el emperador. Él (Rudolf) era un revolucionario y era un liberal políticamente… creo que fue un adelantado para su época totalmente y no fue entendido en su momento. Lo que lo hace muy atractivo desde mi punto de vista es que fue un hecho real, y coreográficamente está hecho por uno de los genios que tuvo la coreografía mundial: Kenneth MacMillan».
Al trabajar con tramas muy dramáticas, MacMillan mantuvo una estricta preocupación de que tanto la música –en este caso, de Franz Liszt, con arreglos de John Lanchbery–, la danza y la puesta en escena se orientaran a transmitir las oscuras emociones de sus obras.
La viuda del coreógrafo y administradora de su legado, Lady Deborah MacMillan, le encomendó esa misión al diseñador chileno Pablo Núñez para la creación de esta nueva producción, la más grande que ha tenido el Ballet de Santiago.
“Opté por el monumentalismo en la escenografía, con mucho uso de dorado, pero al contrario del Schönbrunn [palacio vienés que inspiró su propuesta], que es blanco con dorado, éste es negro con dorado porque es más dramático. También, para mostrar la mente distorsionada de Rudolf, uso los techos como fondos de muro”, cuenta el diseñador. Destaca que por primera vez desde el estreno de Mayerling con el Royal Ballet (1978), habrá un nuevo montaje de la obra del coreógrafo inglés.
Las exigencias de la viuda fueron elevadas y se necesitó de su aprobación para cada detalle. Y no sólo eso, es tal su compromiso que estará presente en el estreno del ballet.
Funciones el 10, 11, 12, 14 y 15 de octubre. Precios desde $3.000, con descuentos de hasta 50% para jóvenes.
