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¿Qué se sirve, señor?: ¿mamiju o sadolú? En la era de las 3R (Reciclar-Reutilizar-Reducir), propongo una 4ªR: Recalentar

¿Qué se sirve, señor?: ¿mamiju o sadolú?

¿A quién no le ha tocado épocas de vacas flacas? Es precisamente en estos períodos cuando el ítem “carne”, por dar un ejemplo, sale de la lista de compra, sustituido por muchas verduras, legumbres, pan (en abundancia para rellenar el espacio) y también otras opciones baratas que ofrece la “parrilla supermercadelera”, en desmedro de lo razonablemente sano. Hay que vigilarse, porque terminamos por caer en las peores de las opciones (fácilmente reconocibles por los mejores embalajes).


En la era de las 3R (Reciclar, Reutilizar, Reducir), propongo una 4ªR: Recalentar. Es la opción que más me gusta en términos de ahorro alimenticio para no privarse de lo que a uno le gusta, además de ser una forma de inventar platos nuevos. La idea es no dejar echar a perder lo que tengas en tu dispensa o refri. Sea lo que sea. A todo “restito” guardado en una bolsa cerrada por un prendedor de ropa, hay que darle el bajo (antes que los hongos lo hagan).

A esto me refiero con el curioso título de este artículo: Mamiju, Sadolú, o Dolumá y también Juvisa, y algunos otros. Cuando los niños pregunten “Papá! ¿Qué hay pá comé?”, les dices “¡Mijuví!”. Con esto ya tienes un buen rato de la atención de los peques.

Se trata de un juego de “sílabas” donde juntamos, y revolvemos, los restitos de comida de los últimos días y creamos un nuevo plato:

Lumamí: Lunes + Martes + Miércoles;

Sadolú: Sábado + Domingo + Lunes;

– … y así va según toque el día de la semana.

De los inventos surgidos en estas mezclas, a veces hay “delicatéssens”, pero otras, son “desastréssens”.

Tuve buen resultado con un kibe hecho con un resto de carne molida que era para una salsa boloñesa, y un arroz con cúrcuma. Quedó estupendo. Originalmente el kibe se hace con carne molida, cebolla, huevo, mucha menta y burgol… abro paréntesis: burgol es una parte del trigo. Un granito de forma irregular que se cuece para poderse consumir (parecido a como se hace el arroz). Se suele usar en la cocina árabe, como el citado kibe o el “tabule” (burgol, zanahoria rallada, perejil, pasas, almendras, limón, aceite de oliva y cuidado con tragarte el tenedor porque esta ensalada es de vicio). Cierro paréntesis.

Digamos que el burgol está para el kibe, como el pan rallado está para la hamburguesa. Guardando una abismal distancia, claro está. Como decía, mi “Mamiju” fue hacer un kibe con un arroz que me sobró, y como estaba hecho con cúrcuma, esto también le dio un sabor-color muy especial y totalmente coherente con la región mediterráneo-oriental, que para nosotros, los occidentales, cae en la categoría “exótico”.

Otro plato muy práctico es transformar en una tortilla española todos aquellos restitos-que-jamás-uno-finalmente-los-come, y que terminan-invariablemente-con-pelos. Ejemplos: el puñado de habas, el par de tajadas de tomate, “la” alita de pollo reseca, la papita salteada escuálida, “la” tajada de jamón, el cuarto de cebolla… en fin, haces un raspe en el refri y lo que encuentres lo homogenizas cortando en cubitos (para las tortillas es mejor cubos que tajadas finas, si es posible). En este punto, hay un consejo que me dio una pareja barcelonesa que vino de visita a mi pueblo (hago la traducción del catalán al castellano ibérico): “Hombre, pues, primero sofríes cebolla y ajo y lo guardáis; después, en la misma sartén sofríes la mezcla, y no me vayas a limpiar la sartén porque lo estropeáis todo, joer!, que allí está el gustillo éste. Entonces, fuera del fuego lo juntáis todo con los huevos, le ponéis sal y pimienta, o si queréis el merkén éste que les gusta tanto, joer! que sí que tá mú bueno y me estoy llevando un tarrito, y revolved con calma, que aquí nadie tiene prisa, joer! La sartén con aceite de oliva la dejáis mú caliente, y entonces, y solo entonces, echáis la mezcla completa de una sola vez, sin vacilá! ¿Comprendéis?”.

No sé ustedes, pero yo, antes, sofreía la mezcla y echaba el huevo “directamente encima”. ¡Joer! ¡Craso error! Obviamente, cuando quería darle la vuelta a la cosa, en el vuelo perdía al menos un 15% de la mezcla entre paredes y mi ropa, además de la humillación de la hija chica que dice: “¡Qué rico! ¡Huevito revuelto!”.

Con estas mismas sobras arriba descritas, y el huevo, hacemos otro plato totalmente distinto: un rico caldo, donde se cuece el huevo en-el-mismísimo-caldo. Explico: echas las sobras a la olla con agua, y lo dejas calentar por un rato (sin hervir), para que los gustos se impregnen mutuamente. Trate de que sean más sólidos que líquidos. Después de un rato de esta impregnación: 1) subes el fuego hasta hervir, 2) con una cuchara separas los ingredientes flotantes y 3) echas cuidadosamente un huevo al agua hirviendo, justo en medio de dichas sobras (me refiero al huevo sin cáscara eh!). Como el agua está a todo dar, el huevo empieza a cocerse de inmediato, sin expandirse. Como los ingredientes son restos de platos ya aliñados, no le pongas nada más hasta el final. Lo típico es pasarse con la sal.

Mamisadolu

Siguiente mejunje: ¿Compraste una megasandía que como de costumbre sobró la mitad, y al precio que va no se puede perder, y a la vez, se te acabó la lechuga? Pues ná, “ensalada de sandía” se hace: cortar la sandía en trozos irregulares y grandecitos, agregar harto perejil o cilantro en hojas enteras, sal-aceite-limón, y voilà, una refrescante ensalada, a la vez salada y dulce. Cuando me lo explicaron dije: “Vocês tão loucos, né? Melancia com azeite não dá, pô!!” (¿ustedes están locos, no? ¡Sandía con aceite no se puede, joer!). Lo probé y quedé calladito calladito. Eso sí, que la sandía esté bien fría, y si sobra, allí sí que no hay salvación posible, sólo queda buena en el momento. También se puede agregar uno o más ingredientes como choclo, cebolla (muy fina y poca), queso de cabra, aceitunas.

Hoy he mirado mi refri y encontré un brócoli amarillento, leche agria, lentejas…. ¡mmmm!, ¿dónde dejé el teléfono de la pizzería?

 

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