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Neuroinmunólogo italiano explica cómo las neuronas se defienden de los cambios del medio ambiente El científico se presenta el 11 de abril en el Festival Puerto de Ideas Antofagasta

Neuroinmunólogo italiano explica cómo las neuronas se defienden de los cambios del medio ambiente

Gianvito Martino, jefe de la división de neurociencia en el San Raffaele Scientific Institute en Milán, entre otros distinguidos cargos científicos, en su charla «Un viaje al interior del cerebro: la historia de las células pensantes», que ofrecerá en Antofagasta, explica que el papel del cerebro en la protección de nuestro organismo, en el contexto de los cambios del medio ambiente, era algo desconocido hasta ahora. Lo sorprendente son “los mecanismos que usa, incluso para atacar de vuelta”, señala.


Festival de Puerto de Ideas Antofagasta

Festival de Puerto de Ideas Antofagasta

Una exposición centrada en explicar el papel del cerebro en la defensa de nuestro organismo en el contexto de los cambios del medio ambiente realizará el próximo sábado 11 de abril en el Teatro Municipal de Antofagasta el afamado neurocientífico italiano Gianvito Martino (Bergamo, 1962), en el marco del segundo festival dedicado a la ciencia de Puerto de Ideas.

En la charla titulada “Un viaje al interior del cerebro: la historia de las células pensantes”, el especialista hablará sobre los sorprendentes mecanismos que utiliza este órgano para este objetivo.

Martino posee una destacada trayectoria. Es jefe de la división de neurociencia en el San Raffaele Scientific Institute en Milán y profesor de la escuela de medicina y dentística Queen Mary University de Londres, entre otros. Ha co-escrito más de 250 artículos y capítulos de libros y es autor de seis libros científicos.

“Presión ambiental”

En una entrevista desde Italia, consultado sobre su exposición, Martino parte explicando que somos humanos justamente porque somos capaces de interactuar favorablemente con el medio ambiente y que debemos encajar en el ecosistema.

“Es la presión ambiental que impacta en una estructura microscópica ‘física’, hecha de miles de millones de células en estrecha comunicación entre ellas, lo que orquesta nuestra evolución como mecanismos vivientes”, dice.

Sin embargo, el medio ambiente frecuentemente se caracteriza por cambios inesperados e impredecibles –tanto químicos como físicos- que dañan nuestro cuerpo, agrega. “Debemos prevenir y/o contrastar dichos peligros para poder defendernos eficientemente. En esta interacción entre medio ambiente y cuerpo, el cerebro juega un papel clave, que hasta hace pocos años era desconocido”.

Aunque para Martino no es sorprendente que el cerebro deba ser defendido, al ser el órgano más importante de nuestro cuerpo, “sí lo son los mecanismos que usa no sólo para defenderse e incluso atacar de vuelta, sino para proteger todo el organismo”.

“El cerebro puede considerarse una moderna máquina de guerra hecha de átomos, moléculas y células capaces de repetir o evitar experiencias placenteras o dolorosas acumuladas durante el tiempo como cicatrices indelebles para prevenir o contrastar amenazas ambientales que amenacen nuestro cuerpo”, agrega.

Mecanismos de defensa

¿Qué mecanismos usa específicamente el cerebro para defenderse? “El cerebro se defiende a sí mismo y a nuestro cuerpo usando barreras anatómicas así como funcionales”, responde el especialista. “Filtra e interpreta todo lo que viene de las partes periféricas de nuestro cuerpo usando principalmente una parte antigua de él que es el sistema límbico. Usando este sistema de filtrado, el cerebro es capaz de detectar señales peligrosas provenientes de la periferia”.

Una vez que estas señales han sido detectadas, el órgano usa diferentes estrategias para evitar que desaten una reacción inflamatoria y potencialmente dañina, añade.

“Las células madre neurales, así como las células inmunológicas residentes dentro del cerebro –como las microglía- son las armas más poderosas que el cerebro posee para defenderse a sí mismo y a nuestro cuerpo”, indica.

“Además del sistema defensivo intrínseco, el cerebro además aprovecha el sistema inmunológico sanguíneo, como los leucocitos, anticuerpos, etc, que es capaz de patrullar eficientemente el cerebro constantemente para descubrir y combatir eficientemente potenciales peligros”.

Sin cura para el Alzheimer

El conocimiento de estas capacidades hace surgir la pregunta de si en el futuro se podrá hallar la cura para enfermedades cerebrales como el Alzheimer o la esclerosis múltiple. Pero el panorama no luce demasiado optimista.

“Aunque actualmente somos capaces, al menos en parte, de entender cómo el cerebro se defiende a sí mismo, aún no podemos transformar dicho conocimiento en terapias eficaces para desórdenes neurológicos que aún son incurables”, lamenta Martino.

Aún así, “sabemos mucho más del sistema inmunológico, y como hay un vínculo entre el cerebro y el sistema inmunológico, hemos aprendido a prevenir con éxito reacciones inflamatorias dañinas que ocurren dentro del cerebro para evitar daños potenciales en el tejido”.

“Esta forma de acción preventiva es importante porque aún no somos capaces de reconstruir partes del cerebro que ya están dañadas sin remedio”, afirma. “Como diagnosticamos desórdenes neurológicos usualmente cuando ya están establecidos y cuando ya han dañado partes de nuestro cerebro, creo que aún tenemos un largo camino por delante antes de ser capaces de regenerar eficientemente el cerebro”.

La importancia de las células madre

Por ahora, hay algunos avances clínicos recientes –obtenidos en roedores- que indican que algunos circuitos cerebrales muy pequeños pueden restaurarse, tanto mediante el transplante de células madre en el cerebro como mediante la movilización de células residentes dentro del cerebro y capaces de sobrevivir a heridas, agrega.

Para Martino, las células madre ciertamente son importantes, pero no resolverán los problemas médicos que enfrentamos actualmente.

“Esas células, una vez transplantadas, podrían impulsar la regeneración, pero no son capaces de eliminar la causa de la enfermedad”, señala. “Por eso no representan una cura definitiva en la mayoría de las enfermedades que investigamos actualmente”.

En todo el mundo, sólo los tumores sanguíneos y quemaduras de piel pueden tratarse con éxito mediante células madre hematopoiéticas y epliteliales, respectivamente, explica.

“Si somos capaces de entender más acerca de los mecanismos molecular mediante los cuales funcionan las celulares madre, en el futuro podríamos tener una herramienta más eficaz para al menos bloquear o detener los mecanismos subyacentes de la mayoría de las enfermedades aún incurables, como las neurológicas”, sentencia.

Cerebro misterioso

La complejidad del cerebro ha sido clave para dificultar su comprensión. Por eso Para Martino sin duda sigue un órgano lleno de misterios.

“Hasta ahora sabemos muy poco de la forma en que funciona y aunque constantemente estamos incrementando nuestro conocimiento, no sé si en el futuro podamos comprender plenamente cómo funciona”, admite.

Citando al escritor Primo Levi, “podría decir que no estoy seguro de que seremos capaces de ‘acercarnos más a la mayor aspiración del ser humano, que es que la mente humana se entienda a sí misma’”.

Martino señala que es tan difícil saber todo sobre cómo funciona nuestro cerebro porque aún es muy difícil examinarlo mientras funciona.

“Actualmente podemos estudiarlo principalmente usando técnicas de imagen y material bióptico, pero sea lo que sea sólo podemos obtener una imagen estática del mismo”, dice. “En otras palabras, sólo podemos obtener algunas instantáneas de un sinnúmero de operaciones cerebrales que ocurren cada segundo”.

Como el cerebro funciona mediante redes neuronales que interactúan todo el tiempo, una colección de datos estáticos no es suficiente para entender su funcionamiento, agrega.

“Hay algunas tecnologías que estamos desarrollando que son capaces de examinar el cerebro mientras funciona, pero aún están en pañales: actualmente tenemos herramientas tecnológicas para estudiar un cerebro con no más de mil células. En quince años posiblemente podamos estudiar el cerebro de un ratón, que contiene 75 millones de células. Pero el cerebro humano contiene cien mil millones. Aún tenemos un largo camino por recorrer”.

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