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Los avances de la «genómica», la ciencia que superó a la genética y que permite predecir al ser humano Bioinformático mexicano, Pablo Meyer, dictará una charla sobre la materia en el Congreso del Futuro

Los avances de la «genómica», la ciencia que superó a la genética y que permite predecir al ser humano

Los científicos predicen – a esta altura con total certeza- que en el futuro la genómica hará disponer de una gran generación de datos y de análisis, lo cual produce la necesidad de generar los instrumentos computacionales específicos. Ése es el área de Meyer, que trabaja en el Centro de Biología Computacional de la multinacional IBM como bioinformático. “La biología se está convirtiendo en una ciencia de la información”, asegura.


En algunos años más, una muestra de saliva podría bastar para que una aseguradora (o una Isapre) decida aceptar o no a un potencial  cliente. Esto gracias a la genómica, una evolución de la genética que se dedica a estudiar el funcionamiento, el contenido, la evolución y el origen de los genomas que componen el ADN de cualquier ser vivo, incluido los animales.

De estas cosas, entre otros, hablará el científico mexicano Pablo Meyer (Francia, 1977) en el Congreso del Futuro, un evento de difusión científica que se realizará del 19 al 24 de enero en el Santiago con presencia de 100 pensadores de talla mundial, incluidos varios Premios Nobel.

Meyer estará el sábado 23 en el Salón de Honor del ex Congreso Nacional en el panel que hablará del tema “Prolongación de la vida”, entre las 11:30 y 13:15, acompañados de los biólogos Raju Kucherlapati (India) y Qi Zhou (China).

Vendrá a explicar qué es la genómica, “una ciencia muy nueva que frente a la genética”, que compara con la mecánica clásica de Isaac Newton y la relativista de Alberto Einstein, “un intento de explicación más detallado de las leyes de la herencia, cómo funcionan y se aplican en las diferentes partes del cuerpo”.

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ADN barato

Hagamos memoria. La primera vez que se secuenció el ADN humano, hace 15 años, el costo fue de 3.000 millones de dólares. Hoy cuesta apenas 700.000 pesos.

“Ha habido grandes avances tecnológicos, en los próximos años probablemente habrá cientos de millones de secuenciaciones y de estudios externos para entender las variables externas que pueden influenciar las enfermedades”, señala Meyer.

Por eso estima que habrá una gran generación de datos y de análisis, lo cual genera la necesidad de generar los instrumentos computacionales específicos. Ése es el área de Meyer, que trabaja en el Centro de Biología Computacional de la multinacional IBM como bioinformático. “La biología se está convirtiendo en una ciencia de la información”, asegura.

Explosión de conocimiento

Como muchos otros, este científico ha podido usufructuar de la “explosión del conocimiento biológico” reciente, que se dio especialmente con el surgimiento de la biología molecular en los años 50: en 1953, en Cambridge, los científicos James D. Watson y Francis Crick resolvieron la estructura del ADN.

“La biología en los últimos treinta años creo que dejó de ser una ciencia descriptiva, más aristotélica, donde se clasificaban animales, comportamientos, para convertirse en una ciencia más galileana, para predecir, entender, generar datos”, dice este científico que estudió Física en la UNAM y se doctoró en Biología en la Universidad de Rockefeller (EEUU).

Bioinformático, Pablo Meyer

Bioinformático, Pablo Meyer

Un ejemplo es la biología molecular, vinculada al genoma humano, que permite entender cómo “se genera un ser vivo de manera tan repetitiva, tan precisa, y al mismo tiempo tan variable, con muchas opciones de cambiar”.

“En nuestro ADN está la codificación de muchas cosas. De alguna forma el ADN es la arcilla con la que formas una escultura. Pero de alguna manera esa escultura también cambia con la experiencia propia, con la historia, con manera en que te desarrollaste. Una arcilla tiene propiedades específicas, no puedes hacer cualquier cosa con ella”, explica.

“Una casa hecha con piedras y ladrillos tiene ciertos tipos de limitaciones, pero en el uso de la misma hay cierta flexibilidad”, prosigue. “Si vas a ser un científico, un jugador de ajedrez o un comunicador hay cierta base, cierta habilidad, pero luego hay mucho que tiene que ver con el trabajo y el desarrollo propio”.

En el caso de las enfermedades, la biología genética permite cierta “medicina especializada”, es decir, tratar a cada paciente según su ADN, desactivando por ejemplo genes que facilitan la aparición de un cáncer, pero también cambiando la enfermedad en sí.

Más cerca de la gente

Todo esto se puede leer en el libro de Meyer, Genómica. El acertijo de lo humano (Alfaguara), que publicó el año pasado con gran éxito.

“Yo quería escribir un libro que respete mucho el mensaje científico, pero al mismo tiempo sea lo más interesante posible para el público”. Por eso el libro empieza con un cuento de ficción de cómo podría ser el futuro, donde podría ocurrir algo como la anécdota con la que comienza esta nota.

En el libro Meyer también quiso contar las “historias humanas” que había detrás de cada descubrimiento científico, “las relaciones humanas, los egos, las peleas, etc.”, partiendo por Watson y Crick. Historias a veces tan insólitas que algunos lectores le han consultado si realmente ocurrieron.

Con el texto, Meyer –a lo mejor sin saberlo- ayuda a reducir la brecha entre los científicos y la gente común, que en general desconoce la labor de los científicos.

“Cuando llegas a cierto nivel de conocimiento muy específico, es difícil comunicarlos técnicamente, porque el lenguaje de la ciencia es muy diferente”, admite. A esto se suma la necesidad de tener buenos profesores a la hora de enseñar ciencia, cuya ausencia genera desinterés e incomprensión entre los mortales.

Agrega que los científicos también deben hacer un esfuerzo por comunicar más su trabajo. “Muchas veces a los científicos sólo les interesa la ciencia y lo demás parece una banalidad”, admite. “Nosotros tenemos el conocimiento y estamos cambiando la sociedad con los cambios tecnológicos con un impacto diario, con los teléfonos, los autos, los camiones. Creo que los científicos lo están intentando, dentro de lo posible”.

“Las historias se pueden contar y se pueden hacer interesantes, como puede ser interesante una novela o un libro de historia”, concluye.

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