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El sobresaliente espectáculo de Jonas Kaufmann que enmudeció a la audiencia Crítica de ópera

El sobresaliente espectáculo de Jonas Kaufmann que enmudeció a la audiencia

Kaufmann demostró ser dueño de filados y legatos que enmudecieron a la audiencia. Las frases las llena de emoción, lo que lo hace convincente y veraz. Impone con su simpatía y presencia física. A pesar de lo espléndida que fue la velada, no debemos dejar pasar dos grandes omisiones que debieran resolverse en recitales futuros. No había programa disponible ni sobretítulos. Puede parecer nimio, pero significó la pérdida de una gran oportunidad de formar nuevo público para la ópera. En ese sentido, el recital de Kaufmann pasó de ser un evento cultural a un espectáculo.


La cita con Kaufmann fue anunciada con meses, era parte de la agenda imperdible de los melómanos criollos porque los encuentros con los grandes de la lírica mundial ocurren solo de vez en cuando en estas latitudes; que contemos en Latinoamérica con estrellas de apretadas agendas es fruto de enormes esfuerzos.

Kaufmann es el rockstar de la ópera. Dueño de un notable carisma y gran dominio escénico. En lo interpretativo llega a Chile en un momento culminante de su carrera.

El registro con el que cuenta Kaufmann es amplio, lo que le ha permitido transformarse en uno de los tenores mas versátiles del momento. El color de su voz es la de un tenor abaritonado, por lo que el repertorio wagneriano es el que le dio el inicio de la fama mundial de la que goza.

En Santiago realizó un recital de óperas italianas junto a la nueva Orquesta Filarmónica de Chile, preparada por el joven director Paolo Bartoleameolli y conducida por el director alemán Jochen Rider, El programa ofreció un amplio paseo por los grandes momentos de la lírica concentrados en el verismo.

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Recital atractivo que combinó interludios con arias, en los que cada uno de los héroes que Kaufmann representó son parte de historias de pasión, amor y drama.

La Arena de Santiago estaba casi repleta de un público que iba a escuchar a quien se “marquetea” como el mejor tenor del mundo, pagando entradas entre onerosas y extremadamente onerosas.

La orquesta cumplió con holgura su desafiante cometido. Sobresaliente fue la amplificación a cargo de la experimentada Loretta Nass, quien apoyó con gran precisión la titánica tarea del sonido en un espacio que no tiene acústica.

En cuanto a las arias, sin duda los puntos altos fueron los roles más centrales como Turiddu de la ópera Cavalleria Rusticana. Dueño de una expresividad superior, le imprimió a este sufriente personaje en cada frase de su aria Mamma, quel vino é generoso, lirismo y pasión. Gran inspiración tuvo con el Improvviso que canta el poeta Andrea Chenier al conocer a Maddalena di Coigny en los albores de la Revolución Francesa.

Si bien hubo arias en las que no convenció, como la de Radamés cantando la inspirada Celeste Aida o la de Don José en La fleur que tu m’avais jetée pensando en su amada Carmen, se trata de roles escritos para tenores líricos.

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Kaufmann demostró ser dueño de filados y legatos que enmudecieron a la audiencia. Las frases las llena de emoción, lo que lo hace convincente y veraz. Impone con su simpatía y presencia física. Echamos de menos esas sencillas frases en mal español con las que muchos artistas saludan al público que siempre son bienvenidas

Tras interminables aplausos y pedidos de la audiencia, completó el recital con cuatro encores de operetas y canciones populares, género que domina a la perfección.

A pesar de lo espléndida que fue la velada, no debemos dejar pasar dos grandes omisiones que debieran resolverse en recitales futuros. No había programa disponible ni sobretítulos. Puede parecer nimio, pero significó la pérdida de una gran oportunidad de formar nuevo público para la ópera. En ese sentido, el recital de Kaufmann pasó de ser un evento cultural a un espectáculo.

En resumen la velada prometía y cumplió. El tenor del momento hizo un recital que fue acogido con cariño por los más de cuatro mil asistentes. Son experiencias que enriquecen a las audiencias y eventos que Chile merece tener.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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