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«Mi experiencia como inmigrante: en Chile están mis raíces, pero mi corazón pertenece a Montreal» Exiliados en Canada

«Mi experiencia como inmigrante: en Chile están mis raíces, pero mi corazón pertenece a Montreal»

La familia de Karin Arroyo llegó a Montreal, Canadá, en 1979 desde Valparaíso, Chile.


La joven familia estaba huyendo del régimen de Augusto Pinochet en el país sudamericano, aunque la política no estaba en la mente de la niña de 3 años que estaba emocionada por ver a su padre que había llegado a Canadá seis meses antes.

Edmundo Arroyo Fuentes había viajado a Montreal en octubre de 1978. Pero había dicho a su familia que viajaría a España, no a Canadá, donde buscaría asilo político.

Los chilenos que se oponían a Augusto Pinochet habían aprendido a ser cautelosos cuando buscaban asilo después del asesinato de Orlando Letelier.

Letelier, un prominente opositor del régimen militar en Chile, había muerto en una explosión de un carro bomba en las calles de Washington D.C., por agentes vinculados al régimen de Pinochet, lo que sugería que su poder se extendía más allá de las fronteras de Chile.

Así que la familia Arroyo, Karin, su madre y su hermano de 8 años, esperaban las noticias de su padre.

Finalmente llegó la llamada. Se unirían con él.

Montreal

La familia Arroyo viajó de Chile a Montreal en 1979

Para Karin, de 3 años, fue una enorme experiencia hacer su primer vuelo en avión, llegar a su nuevo apartamento con sus techos altos, que «parecía casi mágico, y con un frigorífico lleno de comida».

Recuerda cómo su padre le enseñó a sus dos hijos la nieve por primera vez, que en aquélla primavera estaba casi derritiéndose.

Encontró un trozo de nieve detrás de una iglesia local en una esquina donde no llegaba el sol. La nieve era gris, manchada por la contaminación.

«Pero mi padre estaba tan feliz y tan orgulloso de mostrarnos este pequeño trozo de nieve que para mi era la cosa más sucia que había visto en mi vida», recuerda.

«Por supuesto cuando finalmente nevó varios meses después, encontré que era fantástica. Blanca y esponjosa».

Los Arroyo en Montreal en 1979

La joven familia estaba huyendo del régimen de Augusto Pinochet en Chile.

En Montreal en los 70, había una floreciente comunidad de expatriados chilenos.

Miles de chilenos habían llegado a Canadá después de que Pinochet derrocara al presidente Salvador Allende en un golpe militar en 1973.

Tres años después de la muerte de Pinochet, la comunidad chilena de la ciudad ayudó a financiar un monumento, erigido en 2009 en un parque de la ciudad, conmemorando a Allende.

Karin recuerda que la comunidad «siguió adelante como si aún estuviera viviendo en Chile, tratando de arreglar el mundo».

«Seguían tratando de arreglar la situación política en Chile aunque ya no estaban viviendo allí».

«Siempre hablaban de la dictadura y de lo que podía hacerse y de cómo podrían reagruparse para tratar de combatirla desde el exterior».

Asimilar la sociedad

Edmundo Arroyo Fuentes era el único miembro de la familia que estaba involucrado en la política en Chile.

Pero tanto él como su esposa mantenían cierta distancia de otros expatriados chilenos, aunque tenían amigos cercanos chileno-canadienses.

«En mi opinión era necesario e importante aprender francés para asimilar a la nueva sociedad en la que debes mezclarte», dice Arroyo.

En los primeros meses, acudieron a los ahora desaparecidos centros de inmigración y orientación dirigidos por el gobierno de la provincia, conocidos como Cofi, que según Arroyo Fuentes eran «fantásticos». Dice que que fue una rica experiencia cultural que los ayudó a integrarse a la sociedad de Quebec.

Karin dice: «Los llevaban al Viejo Puerto de Montreal para ir al ‘boite a chanson’. Allí escuchaban cosas como Gilles Vigneault, Paul Pichet y todos esos músicos folk de los 70».

Augusto Pinochet

En Montreal había una floreciente comunidad chilena que huyó del régimen de Pinochet en Chile.

En esa época no sólo llegaron chilenos al país.

A fines de 1970, 60.000 refugiados de Vietnam, Laos y Camboya fueron reubicados en Canadá, muchos se mudaron a las grandes ciudades como Toronto y Montreal.

Unos 20.000 ecuatorianos también llegaron a Canadá a principios de esa década y a ellos se unieron otros expatriados de varios países latinoamericanos.

«Era una mezcla de niños de todos los lugares», dice Karin.

Curiosidad

Recuerda que las culturas se mezclaban en una de las principales avenidas de la ciudad, el bulevar St-Lawrence, que era una línea simbólica no oficial que dividía a las poblaciones de habla francesa e inglesa de Montreal.

«Era algo como: ¡oye, tú también eres inmigrante, ¿de dónde eres? ¿cuándo llegaste?», afirma.

«Era esa curiosidad. No importaba de dónde venías, siempre tenías una historia que contar y la gente tenía curiosidad lo cual era una de las cosas fabulosas sobre Montreal».

«Es una ciudad grande pero al mismo tiempo es pequeña y todos quieren conocer tu historia. Y eso es algo que no se ve en otra parte».

Su padre recuerda lo difícil que era obtener noticias de Chile y de la familia allí en los años cuando no había internet y con el costo exorbitante de las llamadas de larga distancia.

«Desde que empezamos a regresar a Chile, viajando como visitantes, nos dimos cuenta de que éramos extraños en nuestro propio país, tanto con nuestra familia como nuestros amigos», expresa Edmundo.

Karin asegura que a pesar de su experiencia positiva, se sentía desarraigada, sin saber si pertenecía a Montreal o a Chile.

Sentía envidia de los amigos que no parecían luchar contra su doble identidad cultural y se decía a sí misma que no haría lo mismo cuando tuviera hijos.

Ahora afirma: «Chile es dónde están mis raíces, pero mi corazón pertenece a Montreal».

«Hoy vivo en Francia, con mi propia familia, y estoy forzando a mis hijos a la inmigración a pesar de que prometí que nunca lo haría».

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