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«Alguien está haciendo trampa»: el misterioso aumento de las emisiones químicas prohibidas que dañan la capa de ozono CIENCIA

«Alguien está haciendo trampa»: el misterioso aumento de las emisiones químicas prohibidas que dañan la capa de ozono

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Los científicos tardaron décadas en descubrir que los clorofluorocarbonos (CFC-11) estaban creando un enorme agujero en la capa de ozono y fueron prohibidos. Ahora, un nuevo aumento en los niveles de estas sustancias químicas hace pensar que alguien está haciendo trampa.


Estas sustancias químicas son combinaciones de flúor, carbono y cloro que se usaban de refrigeración en frigoríficos viejos, aerosoles y solventes.

Las moléculas CFC-11 son suficientemente robustas como para alcanzar intactas la parte superior de la atmósfera. Una vez allí, la poderosa luz ultravioleta del sol las destruye, liberando el cloro y provocando que el ozono se deshaga.

El problema es que el ozono filtra los rayos solares más dañinos. Si la liberación de CFC-11 no se hubiera controlado, la cantidad de radiación ultravioleta que alcanza la superficie de la Tierra podría haber aumentado hasta en un 100%, lo que habría causado quemaduras de sol extremas y cáncer de piel.

Aerosol contaminante apuntando al planeta Tierra

Image captionLas moléculas de los clorofluorocarbonos ascienden hasta la atmósfera donde se deshacen y se libera el flúor que destroza la capa de ozono

Vertedero con frigoríficos viejos

Los viejos frigoríficos usaban flúor para la refrigeración

Alarma

«Alguien está haciendo trampa», dijo Durwood Zaelke, fundador del Instituto para la Gobernabilidad y el Desarrollo Sostenible de Estados Unidos.

Los datos recogidos por los investigadores que monitorean el estado de recuperación de la capa de ozono venían mostrando desde 2002 que las sustancias químicas liberadas en la atmósfera estaban disminuyendo de forma constante.

Pero desde hace seis años, el descenso se ha ralentizado en un 50%, según muestran datos de un estudio realizado por la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA, por sus siglas en inglés) en colaboración con investigadores de Holanda y Reino Unido y que se ha publicado esta semana en la revista Nature.

«Llevo haciendo estas mediciones más de 30 años, y esta es la cosa más sorprendente que he visto «, dijo Stephen Montzka, un científico de la NOAA.

Imagen de cómo penetra el Sol en la Tierra.

Sin la protección de la capa de ozono, los rayos ultravioletas del Sol llegarían a nosotros provocándonos quemaduras y cáncer de piel

A mediados de los 90, la mayoría de países desarrollados prohibieron la producción de CFC-11 y en 2010 lo hizo el resto del mundo. Los científicos vienen recolectando datos desde hace años y habían llegado a decir que la capa de ozono estaba en vías de recuperación.

El Protocolo de Montreal de 1987 se considera una gran victoria, pero ahora temen que alguien lo esté rompiendo.

«Existe una pequeña posibilidad de que haya una liberación involuntaria, pero… [los datos] dejan claro que hay pruebas contundentes de que en realidad alguien se está saltando las reglas», agregó Zaelke.

Ni dónde ni quién

Los autores del estudio dicen que es probable que la producción ilegal de CFC provenga del este de Asia, pero no han podido concretar más.

«[Los datos] señalan en esa dirección de forma bastante clara», le dijo a la BBC Montzka.

«Creo que habrá más precisión una vez que la gente de esa región vea bien sus mediciones y publique los resultados», agregó.

Mapa de Asia

Los investigadores dicen que los datos de emisiones apuntan al este de Asia pero no pueden concretar el punto exacto y pide a la región que revise sus emisiones

Los investigadores no encuentran explicación a cuál sería la motivación una producción ilegal de estas sustancias porque hay alternativas.

«Las sustancias nuevas que existen, sustitutas del CFC-11, pueden resultar costosas o más difíciles de producir para algunos países», le dijo a la BBC la doctora Michaela Hegglin, de la Universidad de Reading, en Reino Unido, que no participó en el estudio.

Los autores de la investigación afirman que si bien el CFC-11 puede persistir en la atmósfera durante 50 años, el nivel general de átomos de cloro sigue disminuyendo.

Sin embargo, advierten que si no se toman medidas sobre esta nueva fuente de emisiones, podría haber consecuencias.

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