Exposición «El tiempo observado» de Tatiana Lastarria Cádiz
Esta retrospectiva temprana de una joven artista como Tatiana Lastarria, se da en un mes que llama a la memoria y la reflexión, conceptos que están en sintonía con esta muestra que recorre los distintos periodos temáticos que la destacada artista en la actualidad nos ofrece como un camino llano, que nos permite ver un horizonte virtuoso de sus cualidades únicas en la escena de la plástica actual. Sorprende en una primera visualización la pulcritud de un oficio acabado en la elaboración de las figuras y formas monocromas, simples en su composición, pero complejas en la creación de un ambiente profundamente existencial, en el que el silencio ha sido captado de manera certera por el ojo avizor de Tatiana, los grises de la escena están en el límite de la conjunción realista, lo que funde poderosamente concepto y creación.
Los escenarios vacíos de presencia humana, sitúan al espectador como el relator que completa una historia que finaliza o como el que abre la primera página de un libro y se hunde en un mundo onírico que está por venir. Hay una relación dialéctica que se produce con las obras, ya que simples objetos, humaredas evanescentes, piezas o atelieres, nos invitan a adentrarnos en el imaginario de una creación que obliga a pensar y además reviste características arriesgadas, ya que la obra grisalla no es lo que tenemos por costumbre observar en un artista visual, que a su vez logre una voz propia y diversa en ideas. Que esta paleta en extremo reducida logre inquietar y muchas veces sorprender al visitante retornándolo al pasado o llevándolo a una escena cinematográfica que ha calado en la memoria personal del observador es muy singular.
De esto último tomo en lo personal elementos compositivos de la película “Stalker” de Andréi Tarkovski, film que se inicia en blanco y negro y finaliza en color, el espectador no se da cuenta del cambio, ya que esta muy ligado un cuadro al otro y la lentitud en el desarrollo de la secuencia hacen que se aprecie en todo su esplendor gris cada fotograma, las formas, espacios y personajes se muestran de un modo tan sutil que pareciera que las cosas nacieran al aparecer una luz que destella finamente las formas, no es un golpe que marca un claroscuro, sino un abanico de luz tan tenue que la forma y el fondo se transforma en un ambiente en el que las tonalidades logran hipotéticamente captar el aire, empatizo esto a la obra de nuestra expositora, ya que con la levedad de su oficio y claridad creadora cautiva el tiempo y el silencio.