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Alerta por consumo de pescados y mariscos tras detección de microplásticos en heces humanas CULTURA

Alerta por consumo de pescados y mariscos tras detección de microplásticos en heces humanas

Una reciente investigación de la Agencia Federal de Medio Ambiente de Austria encontró -por primera vez- evidencia de microplásticos en el intestino de seres humanos. Este hallazgo era solo cuestión de tiempo. Un estudio realizado por la Universidad de Magallanes a comienzos de este año encontró microplásticos en el contenido estomacal de la centolla magallánica, en choritos y en aguas australes. «El principal problema en este sentido es que los microplásticos pueden actuar como vectores de otros compuestos químicos, como el bisfenol A, ftalatos, que podrían pasar a los tejidos y ser consumidos por nosotros», señala Natalia Osma, científica del Instituto Milenio de Oceanografía (IMO).


La presencia de microplástico en el mar y el consumo de productos marinos han puesto a investigadores de Chile y del mundo en estado de alerta, luego que un estudio austríaco detectara por primera vez esta sustancia artificial en heces humanas.

Natalia Osma, científica del Instituto Milenio de Oceanografía (IMO), señala que la presencia de microplásticos (y plásticos en general) en los océanos está ligada al aumento exponencial que ha sufrido la producción de plásticos no biodegradables desde los años 1950.

Globalmente, se producen más de 311 millones de toneladas de plástico (Plastics-Europe 2015) de las cuales se estima que entorno al 10% acaba en los océanos.

«Así, se ha estimado que hay aprox. 270.000 millones de toneladas de plástico en el océano abierto. De esta cantidad, un 70% termina en los fondos marinos, un 15 % en las costas y un 15% se mantiene flotando en la superficie», comenta la especialista.

Cadena alimentaria

Los desechos son absorbidos por la fauna marina y pueden llegar a los humanos a través de la cadena alimentaria, recuerda el estudio austríaco.

Debido a la urgencia del tema, en agosto pasado se creó Red Chilena de Investigadores en Microplásticos, uno de cuyos integrantes es el biólogo Marcelo González.

«Si ya se han encontrado microplásticos en el intestino de peces y choritos, era bastante claro que en algún momento se iban a encontrar en humanos», advierte el Jefe del Departamento Científico del Instituto Antártico Chileno (INACH).

Aunque agrega que los problemas no son los microplásticos en sí, que son eliminados por las heces, según el propio estudio, González advierte que se pueden asociar con elementos contaminantes «que pueden modificar procesos a nivel de la expresión de ciertas hormonas y cambiar la fisiología en humanos».

«Los plásticos no son puros. Se les agregan algunos aditivos, que se denominan plastificantes, como el diftalato y el bifenol. En un mamífero, estos compuestos pueden tener efectos sobre la regulación endocrina y afectar la actividad reproductiva».

El hallazgo

Esta semana, en el 26 congreso de la Unión Europea de Gastroenterología (UEG), en Viena, se presentó un estudio al respecto, realizado por la Agencia Federal de Medio Ambiente de Austria y la Universidad de Medicina de Viena. Se descubrieron microplásticos en las ocho personas que participaron, procedentes de diversos países de Europa, Japón y Rusia.

Los participantes, cinco mujeres y tres hombres de entre 33 y 65 años, escribieron un diario sobre su alimentación durante una semana y luego donaron una muestra de heces.

Todos los participantes en el experimento consumieron alimentos o bebidas envasados en plástico y la mayoría de ellos tomaron pescado o mariscos, pero nadie se alimentó exclusivamente con una dieta vegetariana. En las pruebas se encontraron hasta nueve tipos de plástico diferentes con tamaños que oscilan entre 50 y 500 micras, con el polipropileno (PP) y el tereftalato de polietileno (PET) como los materiales más frecuentes.

«Un estudio de circunnavegación realizado a lo largo de diferentes océanos donde se analizaron más de 3000 muestras superficiales de agua se encontraron microplásticos en el 88% de ellas», destaca Osma. «Por lo tanto, es un problema a escala global porque los océanos no tienen fronteras».

Origen de los plásticos

Tanto el PET como el PP son tipos de plástico frecuentes en botellas y envoltorios de alimentos. En las ocho personas se detectaron un promedio de 20 partículas microplásticas por cada 10 gramos de heces.

Los fragmentos de plástico de menos de 5 milímetros se denominan microplásticos y se emplean, por ejemplo, en productos cosméticos, pero sobre todo se generan por la descomposición de piezas más grandes de este material, sobre todo en el mar.

El investigador de la Universidad de Viena que dirigió el estudio, Philipp Schwabl, explicó a Efe que fue «una gran sorpresa» haber hallado microplásticos en todos los participantes.

«No lo esperábamos, además, porque a los participantes los escogimos al azar», indicó el científico, que espera recaudar suficientes fondos para replicar el experimento con un mayor número de personas.

«Creemos que estos resultados indican que la presencia de plásticos en seres humanos es más extendida de lo que teníamos asumido, aunque todavía es pronto para sacar conclusiones porque para eso necesitamos un estudio mayor», destacó.

Amplia presencia marina

De acuerdo al informe de 2016 de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO) se han encontrado microplásticos en alrededor de 800 especies de peces, moluscos y crustáceos. «Los microplásticos puede entrar en la cadena trófica por los eslabones tróficos inferiores, como el zooplancton, que ingiere estas partículas al alimentarse y quien, a su vez, actúa como alimento para otros organismos superiores, como los peces», advierte Osma.

Un estudio reciente, además, ha demostrado que el color del microplástico puede ser un factor determinante a la hora de ser ingerido por los peces ya que pueden confundir estas partículas con sus presas por el color, agregó.

«A modo de ejemplo, en Chile, un estudio realizado por la Universidad de Magallanes a comienzos de este año encontró microplásticos en el contenido estomacal de la centolla magallánica en alrededor del 25% de los individuos analizados, demostrando la presencia de estas partículas incluso en las aguas más australes», dijo.

Los microplásticos se han encontrado principalmente en el tracto digestivo de especies comerciales de peces y mariscos, y de manera general, no se consume esta parte de los organismos, por lo que la transferencia de estas partículas a los humanos sería reducida, señala la especialista.

Sin embargo, «el principal problema en este sentido es que los microplásticos pueden actuar como vectores de otros compuestos químicos que podrían pasar a los tejidos y ser consumidos por nosotros. Así, compuestos tóxicos como el bisfenol A, ftalatos, determinados metales, … se pueden adherir a estas partículas en el medio marino y cuando los peces las ingieren pueden ser absorbidas en su tracto digestivo y pasar a sus tejidos».

Posibles efectos en la salud

Sobre el impacto en la salud humana de la presencia de plásticos, Schwabl se mostró cauto.

«Los efectos de las partículas microplásticas halladas en el organismo humano, en particular en el tracto digestivo, solo puede investigarse en el contexto de un estudio más amplio», agregó Schwabl.

En otros experimentos con animales, señaló, las concentraciones más altas de microplásticos se encontraron en el tracto gastrointestinal, pero también se hallaron partículas de ese material en la sangre o incluso en el hígado.

«Aunque hay indicios de que los microplásticos pueden dañar el tracto gastrointestinal al promover reacciones inflamatorias o absorber sustancias dañinas, se necesitan más estudios para evaluar los peligros potenciales de los microplásticos para los humanos», afirmó Schwabl.

El investigador aseguró que debido al número muy bajo de participantes no se podía establecer de dónde procedía la contaminación por plástico, si del pescado consumido o de los alimentos envueltos en plástico.

«Nuestro estudio se planificó como un ensayo piloto exploratorio, ya que hasta ahora no había datos disponibles. Debido al coste, comenzamos con un pequeño número de personas, pero el objetivo es realizar un ensayo más amplio», indicó.

«Me gustaría recalcar que se trata de un estudio preliminar, donde el número de individuos considerados es bajo como para tener extraer conclusiones robustas», comentó Osma.

Sin embargo, «es una prueba más de la importancia de los microplásticos a nivel global, y es la primera prueba de que sus efectos pueden llegar a los niveles tróficos superiores como los humanos. En cualquier caso, aún se desconoce el efecto que pueden tener sobre la salud de los humanos».

Medidas

Para el investigador austríaco, la comunidad internacional debería tomar medidas para reducir el uso de plásticos y buscar fórmulas de reciclaje, dado que este material sintético tarda cientos de años en desaparecer del medio ambiente.

Según estudios internacionales, cada minuto se venden un millón de botellas de plástico en el mundo y cada uno de esos envases tarda unos 450 años en desintegrarse.

En ese tiempo el plástico se descompone en fragmentos diminutos que han sido rastreados en peces, el agua del grifo o incluso en la sal de mesa.

«Los microplásticos pueden ser transformados en nanoplásticos», advierte González. Y cita un estudio sobre el krill, el principal alimento de las ballenas y otras especies, que demostró que puede, mediante sus procesos digestivos, «fragmentar y producir nanoplásticos, o sea, partículas invisibles al ojo humano».

«Los nanoplásticos son un gran problema y de eso se conoce muy poco. Podrían traspasar la membrana celular e interactuar con la maquinaria celular» en los hígados o los riñones, como señala el propio estudio austríaco.

«Son cosas que, en definitiva, se deberían comenzar a estudiar», concluye.

 

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