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Libro “El sistema del tacto” de Alejandra Costamagna: el resplandor de la memoria CULTURA|OPINIÓN

Libro “El sistema del tacto” de Alejandra Costamagna: el resplandor de la memoria


Ania es encomendada por su padre para representar a su familia en la despedida de su tío Agustín quien se encuentra agonizando en Argentina. A partir de esto, Ania se enfrenta a su pasado y a los vestigios de su familia.

La narración se alterna entre fragmentos de la infancia de Ania junto a su tío Agustín en Campana, Argentina, y la relación de ella con su padre en el presente, a la distancia, explorando su propia identidad e historia a través de la nebulosidad de la memoria.

[cita tipo=»destaque»]“El sistema del tacto” es una lectura que exige atención a detalles que podrían parecer superficiales, pero que van articulando un mapa y un mecanismo en el subconsciente del lector. El pasado y el presente se mezclan al igual que lo análogo con lo digital. Entre medio de cada capítulo se insertan observaciones acerca de los teclados, fragmentos de un manual del inmigrante italiano de 1913, extractos de la Gran Enciclopedia del Mundo, ejercicios de dactilografía, cartas mal escritas producto del no manejo del castellano, y fotografías familiares en blanco y negro.[/cita]

El estilo de Costamagna marca un ritmo firme a partir del sonido de los elementos que van llenando cada situación, con detalles precisos y simbólicos, comprometiendo cada uno de los sentidos en una atemporalidad con la presencia o ausencia de los otros, usando además objetos o animales para contraponer y reflejar una sensación, logrando así una atmósfera poética impecable. “Quiere mirarse al espejo, pero se da cuenta de que en la casa de los abuelos no hay ningún espejo. Ni en el baño ni en el pasillo ni mucho menos en las piezas. Se busca en el reflejo de la ventana: una figura delgada, sin demasiada forma. Unos mechones disparejos, de tilonorrinco o algún otro pájaro. Al menos existe, alivio”. (Página 123)

Los personajes se describen a través de sus pensamientos y fijaciones, permitiéndose divagar entre sus recuerdos, pero sin perderse en ellos caprichosamente sino que construyendo las diversas y complejas capas de sus personalidades. Se cuelan las voces y hábitos de otros familiares, en especial el de Nélida, la madre de su tío Agustín, quien también tuvo un rol fundamental en la infancia de Ania y en el presente su figura persiste.

“El sistema del tacto” es una lectura que exige atención a detalles que podrían parecer superficiales, pero que van articulando un mapa y un mecanismo en el subconsciente del lector. El pasado y el presente se mezclan al igual que lo análogo con lo digital. Entre medio de cada capítulo se insertan observaciones acerca de los teclados, fragmentos de un manual del inmigrante italiano de 1913, extractos de la Gran Enciclopedia del Mundo, ejercicios de dactilografía, cartas mal escritas producto del no manejo del castellano, y fotografías familiares en blanco y negro.

Casi por la mitad del libro se comienza a hablar de la inmigración, de los antepasados italianos de Ania que llegaron a América en “mareas que fueron orgullo y destierro” y tuvieron que reconfigurar sus identidades. Es ahí donde Ania se enfrenta a los vacíos, sombras y demonios que ellos dejaron y a partir de estos mismos intenta encontrar respuestas.

“El sistema del tacto” habla de la mesura de desenvolverse en público, de las sutilezas en el lenguaje, de lo que se espera de uno socialmente en ciertos contextos y que muchas veces —o siempre— no corresponde a un comportamiento coherente con el mundo interno de uno. Es una novela que apela al cuestionamiento de estas exigencias sociales innecesarias y a la formalidad que limita al lenguaje, como en el no mirar al otro realmente con el único fin de mantener un orden social.

“El sistema del tacto” fue finalista del Premio Herralde Novela 2018, publicado por Anagrama.

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El sistema del tacto

Alejandra Costamagna

Anagrama

182 páginas

Jorge Yacoman, cineasta y escritor.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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