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La maestría lumínica de Turner llega a Santiago con su selección más íntima CULTURA

La maestría lumínica de Turner llega a Santiago con su selección más íntima

El pintor inglés Joseph Mallord William Turner (1775-1851) vislumbró en la intimidad de sus paseos por la naturaleza las primeras luces de la modernidad, las cuales plasmó tanto en sus grandes obras como en otras más personales que ahora dan vida a una nueva colección recién llegada a Santiago.


La muestra «Acuarelas» de Turner, que se exponen en el Centro Cultural de La Moneda hasta julio, llegan a Santiago después de visitar Buenos Aires, está formada por 85 piezas pertenecientes al Tate Britain y que recorren de manera cronológica la evolución del pintor.

Sin embargo, a diferencia de otras exhibiciones del considerado como «padre del arte moderno», esta tiene un «carácter especial», según indicó el curador de la misma, David Blayne Brown, porque se centra en aquellas piezas que el artista guardó para sí mismo.

Se trata de una exposición «íntima, experimental, que ofrece un entendimiento único de su mente, imaginación y práctica privada», detalló Blayne, quien asimiló el pasear por los pasillos de la muestra con «mirar por encima del hombro a Turner» mientras éste progresa en la formación de su estilo.

Paisajes y atmósfera

El recorrido comienza en 1789 con el joven pintor aún estudiando en la Royal Academy, donde, a diferencia de sus compañeros, comenzó a interesarse por la arquitectura y el paisaje.

En este último género fue donde alcanzó su inmortal fama, al romper con los convencionalismos de su época y posar su atención en los elementos esenciales del entorno, como los árboles, los lagos o las montañas, así como en la atmósfera que los rodeaba, en vez de en la representación fidedigna de lo que veía.

De esta manera, el romanticismo se abría paso en su visión, con la que oteaba el horizonte buscando aquello que se escondía a su aprehensión, especialmente ante la inmensidad de la naturaleza, en un intento por entender no solo lo que ocurría a su alrededor, sino también en su interior.

Un enfoque que fue madurando con el paso del tiempo hasta «abrazar un rango extraordinario de temas de manera dinámica basado en una refinada apreciación de la luz, el color y los efectos atmosféricos», explicó Blayne.

Para ello, Turner comenzó a viajar a partir de 1815 por la convulsa Europa de la primera Revolución Industrial (1760-1840), agitada por los fuertes cambios sociales que traería la máquina de vapor.

Rosseau y Hume

Así como por las ideas de pensadores como Jean-Jacques Rosseau (1712-1778), quien identificó a la civilización como la causa de los problemas del hombre, o David Hume (1711-1776), quien destacó que todas las «ideas, creencias y normas» de los hombres «proceden de la observación».

Una mezcla que propició que Turner se asomara a la realidad con otros ojos, lo que se tradujo en una simplificación paulatina de las formas en sus cuadros y un aumento de la expresividad de la luz, con tonalidades vibrantes y brillantes que dominaban unas composiciones más líricas, en las cuales incluía motivos diarios de su tiempo.

Un trabajo con el que el pintor se adelantó 50 años a la historia al sentar las bases del Impresionismo, cuyo principal ideólogo, el poeta Charles Baudelaire (1821-1867), resumió en la idea de que el cometido esencial del arte es «captar lo universal en lo cotidiano, lo que es propio de aquí y ahora, el presente».

Modernidad

Y el presente de Turner estaba cegado por las luces de la modernidad, tanto en los sentimientos que le provocaba la contemplación de un paraje natural, como la vida en las ciudades o los puertos, donde ya comenzaba a ondear el humo del carbón.

Tanto fue así que uno de sus mejores amigos, el también pintor inglés John Constable (1776-1837), llegó a indicar que «(Turner) parece que pinta con vapor de colores, tan evanescente y tan etéreo».

Una evolución que encontró su máxima expresión en la parte final de su carrera, en torno al 1840, cuando su libertad es total y decide simplificar de manera extrema sus trabajos, eliminando cada vez más los detalles de las formas que representa.

Una etapa de la que se extrae otra de las grandes influencias que Turner ejerció tiempo después de su muerte, esta vez en el Expresionismo Abstracto.

Porque si algo está claro en la vida y obra del pintor inglés es que fue un adelantado a su tiempo que supo plasmar en sus creaciones las convulsiones de una sociedad en profundo cambio, como lo expresan dicotomías como masa e individuo, así como naturaleza y ciudad, que para él brillaban al unísono bajo la misma luz.

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