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Obra «Tragicomedia del Ande»: siempre hay un pez más grande CULTURA|OPINIÓN

Obra «Tragicomedia del Ande»: siempre hay un pez más grande

La escena está iluminada con elementos operáticos de primer nivel, la excelente partitura es el pulso para el hilo argumental y posee pasajes llamativos de coro, más la presencia de todos los mecanismos de una tragedia.  


La compañía Tryo Teatro Banda presenta en el Centro GAM la epopeya del conquistador Francisco Pizarro y el emperador Atahualpa, en la obra musical Tragicomedia del Ande, faena artística de impecable factura.

Las ambiciones de Pizarro y Diego de Almagro para conquistar el “Birú” lleno de riquezas, chocaron con una realidad mayor, pues los incas resultaron ser el imperio más grande del nuevo mundo. Magnificencia altiplánica dejada en claro, gracias a la notable interpretación de los actores-juglares dirigidos por Sebastián Vila e insertos en una obra musical sublime, compuesta por Simón Schriever, Francisco Sánchez, Greco Acuña más la compañía misma.

La escena está iluminada con elementos operáticos de primer nivel, la excelente partitura es el pulso para el hilo argumental y posee pasajes llamativos de coro, más la presencia de todos los mecanismos de una tragedia.  

[cita tipo=»destaque»] «Tragicomedia del Ande» es una obra sabia y recrea un proceso complejo. Las conquistas y dominaciones, por más desventuradas, no son anecdóticas o “delirantes”, implican generaciones de estrategias, tácticas, ciencias, técnicas, lenguas, muertes, ambiciones, afanes de superioridad y logran siempre, finalmente, el triunfo más importante: las mentes y almas de los sometidos.[/cita]

La dirección orquestal de Ensamble MusicActual, a cargo del director Sebastián Errázuriz, potencia a María Izquierdo en el rol de un Atahualpa señorial y al actor Francisco Sánchez, como un Pizarro liderando a sus huestes a punta de un trombón-espada, en su obstinación por doblegar al Inca.

A su vez, los actores Daniela Ropert, Valentina Jorquera Alfredo Becerra, Eduardo Irrazabal y Diego Chamorro destacan en sus roles para envolver a los protagonistas de curas, soldados, cortesanos, chasquis, marinos, reyes y nobles que ven cómo un puñado de españoles, mediante audacia y felonía consiguen hacerse del imperio traicionando a Atahualpa, su último emperador.

Nada más lejos de Broadway para gran alivio, pues Tryo Teatro Banda se caracteriza por desarrollar trabajosos montajes inspirados en los puntos claves de nuestra historia colonial y precolombina, estudiando la cultura originaria. Tragicomedia del Ande sintoniza con la tradición teatral altiplánica, ésa que mantiene la memoria histórica con puestas en escena para narrar el pasado inca.

La compañía permite asomarse a estas desventuras, lejos de los estereotipos inoculados desde Hollywood y la industria cultural. Ello, porque se ha preocupado de hacer el camino largo, estudiando identidad pre y post conquista de nuestro continente.

Siempre hay un pez más grande y el imperio español se impuso al Inca no sólo mediante la espada o la guerra bacteriológica, también usó el lenguaje para desmontar la cosmovisión andina, la que a su vez había dominado con la misma rudeza a cientos de pueblos, desde el sur de Colombia hasta el río Maule.

Los imperios en colisión no son meros objetos estrellándose, son galaxias completas y complejas que colisionan trascendentalmente. Para mantener el dominio, se debe someter al silencio a la lengua conquistada.  Los acallados, pierden la posibilidad de recrear el mundo y la realidad.

Sucedió con los romanos cuando destruyeron al imperio cartaginés, con el cristianismo al convertirse en religión oficial gracias a Constantino y toda vez que el cine estadounidense alimenta la leyenda negra respecto a todo lo hispano, coronando así su triunfo del siglo XIX en América.

En la película 1492: la conquista del paraíso, de Ridley Scott, Castilla es un sombrío reino que no cesa de ejecutar personas. La Inquisición española mató a 3.000 víctimas en tres siglos, sin embargo, Enrique VIII asesinó a más de 50.000 católicos y de éso nada aparece en los flemáticos telefilmes ingleses.

Hollywood postula una Norteamérica sin pasado español. En Danza con lobos de Kevin Costner, se ostenta la falacia de que por dos siglos no hubo presencia española en California, Florida, Nuevo México o Texas.

Incluso, antes que el cine estadounidense gobernara las mentes y sueños, Europa edificó leyendas increíbles sobre la conquista del nuevo mundo. Se llegó al extremo de intentar, vía Vaticano, canonizar a Colón.

Pio IX se atrevió a movilizar semejante empresa cuando en Francia el conde Roselly de Lorges, publicó Historia de Cristóbal Colón, en la cual argumentaba cómo el Almirante había sido un instrumento de la Providencia, ahí donde antes Satanás fue rey.

Recién en la novela El Arpa y la Sombra del cubano Alejo Carpentier, que trata sobre ese intento fallido de un descubridor santo, se logra una saludable lectura sobre ese despropósito religioso. Canonizar a un Colón Ibérico fue treta de la diplomacia papal, pues en el siglo XIX la iglesia de América del Sur aún estaba subordinada al rey de España, mientras las nuevas elites criollas eran y aún son, fundamentalistas hispánicas de esa fe.

Tragicomedia del Ande es una obra sabia y recrea un proceso complejo. Las conquistas y dominaciones, por más desventuradas, no son anecdóticas o “delirantes”, implican generaciones de estrategias, tácticas, ciencias, técnicas, lenguas, muertes, ambiciones, afanes de superioridad y logran siempre, finalmente, el triunfo más importante: las mentes y almas de los sometidos.

El motor de la historia humana es la traición. Atahualpa complotó contra su hermano Huáscar, Pizarro vendió a Almagro, los incas mintieron sobre los mapuches y nosotros cada día desertamos de sentimientos, ideales, ideologías, o dones de fe.

Tragicomedia del Ande

En Centro Gam 

Hasta el 02 junio. Viernes a domingo 20.30 horas.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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