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Entre el espacio y el océano: Festival de Arte Contemporáneo de Antofagasta invita a cuestionar nuestra historia y nuestros prejuicios CULTURA

Entre el espacio y el océano: Festival de Arte Contemporáneo de Antofagasta invita a cuestionar nuestra historia y nuestros prejuicios

La idea de instalar la exposición de una artista boliviana en el Museo Regional de Antofagasta y que un grupo de niños de Mejillones “entierren las banderas en el mar” no son azarosas. Responden a la necesidad de entregar una nueva mirada y cuestionamientos críticos a una historia sin final determinado, interviniendo los artistas como narradores del futuro. Un gesto político y social de la curaduría de SACO8, que este año nos habla sobre el “destino”.


El norte de Chile se halla hasta hoy fragmentado por los retazos de una guerra que quebró y modificó las relaciones con Bolivia y Perú, países vecinos que apenas figuran como villanos ajenos y anónimos en nuestra historia oficial. Basta con recorrer el Museo Histórico de Antofagasta para darse cuenta de la invisibilización de la historia que nos ata a bolivianos, peruanos y migrantes de otras partes del mundo que llegaron a la frontera entre el Pacífico y el Desierto de Atacama para labrarse un destino y, con ello, construir el devenir y el presente de Antofagasta y de toda la zona norte de Chile.

El recorrido nos lleva de piezas arqueológicas del pueblo chango a la Guerra del Pacífico, la gloriosa y triste época de la explotación salitrera, los avatares políticos y sociales del siglo XIX y una atractiva apuesta visual que busca visibilizar la riqueza social y racial de la ciudad. Pero, por estos días, mientras se desarrolla SACO8, el Festival de Arte Contemporáneo del Desierto de Atacama, hay una agradable sorpresa al final del recorrido que, de cierta forma, viene a equilibrar esta historia en la conquistas, colonialismo y victorias militares y económicas que dejan poco espacio al revisionismo, la crítica y el análisis desde otras perspectivas quizás más disruptivas; la generación de una respuesta a lo épico que, poco a poco, empieza a despertar y tomar forma.

Se trata de la exposición “Espectro de Marte”, de la artista boliviana Aldair Indra y que forma parte de esta nueva versión de SACO. Si bien la temática mira hacia las estrellas y la posible colonización de Marte, en un esfuerzo logrado por cruzar ciencia, tecnología y conocimientos ancestrales, la localización de esta exposición en el Museo Regional de Antofagasta, fue una decisión curatorial que obliga a una mirada divergente, relacionada directamente con la contingencia que cada año tensiona al norte de Chile desde el tema de las fronteras. Entre 1869 y 1888, este edificio albergó la Aduana en Mejillones, que fue administrada por el gobierno boliviano hasta su traslado a Antofagasta para reemplazar el edificio original que fue devastado por un incendio en 1885. El peso histórico de esta construcción es motivo más que suficiente para instalar en él una mirada postergada e invisibilizada. De ahí la idea de que la artista boliviana montara su exposición allí donde se nos muestra un presente carente de proyecciones futuras, un final todavía indeterminado, interviniendo con una narrativa como una voz sobre el destino, quizás ausente de nacionalismos exacerbados, banderas como armas y escudos y menos pesimista de lo que nos imaginamos.

“Busco generar un diálogo entre estos conocimientos y técnicas que se usaron antiguamente, y cómo fueron truncadas en cierto periodo de la historia. Seguramente desarrollándose más, habrían llegado a otras conclusiones, a otra formatividad que no conocemos, en el sistema del desarrollo de las ciencias. Pero también es una equiparación con la ciencia occidental que aquí llega a un máximo nivel” comenta Indra sobre su proyecto en el museo: “Se puede leer de varias capas y ángulos: lo técnico-científico, lo filosófico en cuanto a la relación del ser humano con el cosmos, las mediciones y la datación, y por otro lado, la conquista de espacios que se da de un territorio a otro. La NASA es la que hace estas investigaciones, pues la idea es colonizar otro destino, pero ellos llegan hasta acá, realizan sus estudios, pero no dan cuenta de sus descubrimientos a los científicos chilenos. Entonces hay también ahí una colonización del conocimiento, hay una relación vertical entre quien aprende y quien estipula lo que es importante y a quien se subordina. Pero por otra parte, cuando ya tengo las tomas del desierto y lo veo similar a Marte, eso ayuda a percibir con extrañamiento el entorno más cercano y tienes que reconquistar tu propio territorio, pues aquí hay mucho que conocer, muchas ciencias nuevas y entrelazadas que generan conocimientos que son muy importantes” finaliza la artista paceña.

Para Dagmara Wyskiel, Directora del Festival de Arte Contemporáneo, “invitar a Aldair para que inaugurara en la sala de la ex aduana boliviana, en el espacio que hoy resguarda y define la historia de este territorio que obviamente la escriben los ganadores, es un gesto político desde la curaduría de SACO que, una vez más, afirma su rol de incentivar el pensamiento crítico, indagar, pensar y repensar la contemporaneidad y la historia, y cuestionar lo que nos proponen como verdad absoluta u objetiva”.

Enterrar banderas

Semanas antes de la inauguración de SACO8, las primeras imágenes de la intervención del venezolano Miguel Braceli en Mejillones comenzaron a circular por redes sociales y medios. Luego de un taller con alumnos del Centro Educacional Juan José Latorre Benavente de esa localidad, Braceli creó “Enterrar las banderas en el mar”, la que culminó con una emotiva marcha del artista y sus alumnos por Punta Cuartel y Punta Angamos, bajo el ardiente sol del desierto, solo armados con altos estandartes blancos que finalmente sumergieron en las aguas del Pacífico, todo registrado en un video que forma parte de la exposición con que se abrió oficialmente el Festival de Arte Contemporáneo el pasado 9 de julio.

La instalación en la Sala de Arte de Fundación Minera Escondida incluye además del video, series de fotografías y las astas que sostuvieron las banderas sepultadas en el mar. Nadie permaneció indiferente, menos después del breve pero emotivo discurso de la alumna Janel Araneda, el cual hacía referencia a la falta de espacios para desarrollar arte en el norte de Chile, la sensación de estar sola contra el mundo pero encontrar pares en medio del desierto y fortalecer este encuentro mediante una acción que parecía imposible, hicieron de sus palabras una reflexión profunda acerca de las carencias y la despreocupación del Estado por generar un espacio de formación para miles de habitantes en el norte de Chile. Quizás eso sirvió como pivote para que el público, sobrecogido, observara el resultado de este taller pedagógico reflejado en una acción que sumerge los nacionalismos, el racismo, la xenofobia y los prejuicios en el mar, reemplazándolos por estandartes de unión y solidaridad, conceptos que no estuvieron ausentes en las palabras que Braceli le entregó al público que asistió a esta inauguración.

Posturas críticas de una contemporaneidad que continúa buscando una brújula, marcada por las visiones de los artistas invitados a SACO, pero también a través de la curaduría que potencia temáticas y espacios para abrir debates que no solo nos lleva a cuestionar la historia oficial, sino que además a proyectar estas discusiones hacia el futuro, en busca de un destino que, aunque incierto, puede volverse cada vez más preclaro en la medida que permitimos que otras miradas de la historia aporten a nuestro conocimiento.

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