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Instalación del artista Mario Soro: sangre y salitre del país mutilado CULTURA|OPINIÓN

Instalación del artista Mario Soro: sangre y salitre del país mutilado

¿Qué verdad puede surgir de un archivo fotográfico? Ni las posturas de estudio para conseguir un registro formal, pueden evitar esta aberrante realidad vivida en esos años por los soldados, indígenas o mujeres reclutados y retornados sin brazos o piernas, a una sociedad que no compartiría con ellos la bonanza del botín de guerra. 


Sin apellidos vinosos volvieron a Chile luego de la guerra, con la esperanza de una sencilla asistencia social, pues ya no podrían trabajar ni vivir como antes. El drama de los mutilados, de la mal llamada Guerra del Pacífico (Para la historia universal se denomina Guerra del Salitre) es evidencia de nuestra constante histórica: No saldremos todos en la foto del álbum familiar llamado Chile.

El connotado artista nacional Mario Soro, nos recuerda con su instalación Sangre y Salitre cómo ese imaginario épico de la guerra de Chile contra Perú y Bolivia por el oro blanco, no fue memorable, pues a la guerra siempre marchan los pobres.

[cita tipo=»destaque»]Soro, desplaza los soportes tradicionales de su disciplina a otras superficies y su propuesta usa diferentes sistemas de impresión. En «Sangre y Salitre» la instalación, consiguen intervenir el espacio público, precisamente porque los mutilados debieron mendigar por décadas en calles, plazas y oficinas una ayuda del estado.[/cita]

Considerando como materia prima el archivo fotográfico del Museo Histórico Nacional, Soro logra la instalación Sangre y Salitre luego de su serie denominada La mesa de trabajo de los Héroes del año 2000. El artista se sumergió también en el archivo fotográfico de un cirujano militar apellidado Carvajal, para generar tensión en el matrimonio de la fotografía con la historia.

¿Qué verdad puede surgir de un archivo fotográfico? Ni las posturas de estudio para conseguir un registro formal, pueden evitar esta aberrante realidad vivida en esos años por los soldados, indígenas o mujeres reclutados y retornados sin brazos o piernas, a una sociedad que no compartiría con ellos la bonanza del botín de guerra. 

Mario Soro, nació en 1957 y es un artista visual que estuvo en la carrera de Arquitectura de la Universidad Católica de Valparaíso entre 1977 y 1979 y desde ese cerro Recreo se trasladó a estudiar a la Escuela de Arte de la misma institución, donde el grabador Eduardo Vilches, fue maestro fundamental para conseguir su licenciatura en arte, con mención en grabado el año 1982.

Artista Mario Soro

Soro, desplaza los soportes tradicionales de su disciplina a otras superficies y su propuesta usa diferentes sistemas de impresión. En Sangre y Salitre la instalación, consiguen intervenir el espacio público, precisamente porque los mutilados debieron mendigar por décadas en calles, plazas y oficinas una ayuda del estado.

Al inicio del conflicto y al constatar cómo los voluntarios no llegaban, la Guardia Nacional reclutó por la fuerza a personas del campo, los cuales fueron alcanzados a lazo en viviendas, bosques o chacras. Muchos hasta fueron amarrados a carretas para ser conducidos a los cuarteles de Chillán Viejo, como relataba un soldado llamado Jacinto Larenas Mora, en carta a su vástago.

Según documentos del Archivo de Guerra hubo más de dos mil licencias médicas en los 5 años de la guerra, casi todas por” Inutilidad Física”. Imposibilitados para el trabajo y en plena república oligárquica parlamentaria, estas personas debieron ingresar a precarias sociedades de socorro.

Si bien hubo legislación posguerra para los mutilados, dominó la indiferencia, muchos debieron resignarse a vivir en conventillos. Habían retornado a un país que hasta hoy, en plena república neo salitrera, no ofrece una seguridad social real a sus hijos.  

SANGRE Y SALITRE de Mario Soro

Espacio San Isidro ESI

San Isidro 560, Santiago – Centro

9 de octubre al 30 de noviembre de 2019

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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