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Científico chileno asegura que cerebro comanda nuestras acciones sin pedir permiso CULTURA | CIENCIA

Científico chileno asegura que cerebro comanda nuestras acciones sin pedir permiso

Investigador Enrique Lorca del Instituto Milenio de Neurociencia Biomédica, BNI, de la Facultad de Medicina de la U. de Chile, descubrió que los movimientos oculares se ejecutan como una forma de estabilizar la realidad que nos anticipó nuestro cerebro.


¿Somos dueños de nuestras decisiones? Es la gran pregunta que Enrique Lorca, bioquímico y dramaturgo de 27 años, está explorando en el Instituto Milenio de Neurociencia Biomédica, BNI, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile.

Para ello, está descubriendo pistas sobre cómo nuestro cerebro realiza elecciones antes de que seamos concientes de ello. Los experimentos sobre comportamiento ocular y percepción visual, desarrollados en el laboratorio del científico Pedro Maldonado, señalan que nuestro cerebro comanda determinadas acciones antes que nosotros nos hagamos conscientes de ello y que la experiencia visual es una construcción mental.

“Al ingresar a BNI, me interesé mucho por ahondar en el tema de la consciencia. Así es que al iniciar estas investigaciones, quise analizar cómo los movimientos de nuestros ojos ayudaban a consolidar nuestra realidad y tomar decisiones. De esta manera, mi cuestionamiento se refería a cómo cambiaba la percepción según el movimiento ocular. Hicimos diferentes experimentos y después de cuatro años, nos encontramos con una sorpresa: que nuestra percepción era dueña de nuestros actos motores, al revés de lo que pensábamos”, explica el estudiante del Doctorado en Ciencias Biomédicas, de la Facultad de Medicina, de la Universidad de Chile.

Imágenes de cubos que parecen cambiar su cara delantera, o esferas a las que vemos girar hacia un lado y luego a otro -denominados estímulos biestables- fueron parte de los ejercicios que se aplicaron a 24 voluntarios, hombres y mujeres entre los 18 y 65 años, a los cuales se les medió la actividad eléctrica cerebral.

Lorca -quien realizó su pregrado en la Universidad de Santiago de Chile, USACH- , señala que durante los experimentos se les mostró este tipo de figuras a los participantes, quienes debían comunicar en qué momento cambiaba su percepción. En dicho escenario, se fue registrando el movimiento de los ojos.

“¿Por qué uno ve hacia un lado o hacia otro, de derecha a izquierda o viceversa? ¿Será que el cerebro tomó la decisión antes? O ¿qué nos hizo decidir entre uno de los dos caminos? Mi intención era buscar el momento preciso en que cambiaba la percepción y analizar si había algún movimiento de los ojos que calzaba justo con ese cambio”, relata el científico y docente universitario.

El investigador de BNI comenta que, tras analizar estos parámetros, se estableció que la toma de consciencia viene después del cambio en la percepción, y que los movimientos motores ocurrían a consecuencia de ello. “Los ojos se mueven en respuesta a un cambio en la percepción, como una forma de estabilizar lo que se percibe”, asegura.

«Así, frente a ejercicios de ilusiones ópticas o bien, ante la tarea de explorar el mundo cotidiano, apoyándonos en el sentido de la visión, nuestros ojos nunca están quietos, asegura el científico, incluso cuando queremos poner foco en un objeto determinado. Nuestro cerebro nos estaría dando instrucciones todo el tiempo para tener esa conducta ocular, tan inquieta y variable. Estos preceptos también se basan en la noción de que la representación de la realidad ocurre de manera muy particular en nuestro cerebro, y con un carácter subjetivo. Cuando ingresé al BNI, Pedro Maldonado me advirtió que debía olvidarme de la idea acerca de que la percepción era un proceso pasivo, sino que se trataba de algo activo, cambiante y subjetivo. Y así lo hemos ido investigando”, comenta.

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Ciencia, teatro y docencia: espacios del pensar

Enrique Lorca -quien nació y vivió en la comuna de Puente Alto durante su infancia, junto a su madre y hermano menor-, ha sido siempre un hombre inquieto. Lo suyo, no sólo es investigar adentro de un laboratorio, sino también, buscar espacios para enseñar a pensar, transmitir conocimiento a diferentes públicos, y crear historias que puedan ser interpretadas.

Por eso es que, recientemente, participó en el cierre de la Semana de la Ciencia, con su presentación “Cerebro y realidad: el mundo no es lo que parece”, charla que, incluso, llegó a oídos de niños de 4 años. Actualmente, también, es profesor en la Universidades Metropolitana de Ciencias de la Educación, UMCE, y Finis Terrae. En estas entidades, realiza clases de fisiología, fisiopatología, biología celular e histología.

“Los alumnos me ven llegar con mi piercing en la nariz y sin camisa adentro y al principio, creen que soy otro estudiante más. Pero soy exigente y a la vez, muy consciente en tratar de transmitir, incluso de forma teatral, lo que busco enseñar. Me interesa que las personas se involucren realmente en el aprendizaje y para eso ya no es necesario la clásica doctrina más pasiva de enseñanza”, comenta el investigador.

Bajo esa misma mirada, hay otro espacio que le apasiona, permitiéndole combinar ciencia y arte: el teatro. Desde que cursaba enseñanza media, en el Liceo Lastarria, se involucró activamente en la actuación y dirección de obras teatrales y actualmente, dirige la Compañía Fauna Pútrida, para la cual desarrolló el guión de Aquarii, creación que fue exhibida este año en la Universidad Mayor, con la idea de ser reestrenada el 2020.

En esta obra, que recrea el Arca de Noé, el investigador plantea algunas temáticas científicas en el contexto de escenarios bíblicos. Uno de los temas que se cuestiona en esta obra es si acaso ¿es posible llevar una vida plena, libre de enfermedades, teniendo una dieta vegetariana? “Ya hay evidencia al respecto y yo parto de un dilema, que es el abuso del hombre con el animal, que también involucra su posición etnocentrista”, comenta.

En esa línea, su rol en la compañía es la de escribir y dirigir, área que lo mantiene muy activo junto a sus otras responsabilidades. Sobre las tablas, le interesa desplegar el método científico para plantear grandes interrogantes y recorrerlas a través de estos montajes en lo que integra, mayormente, a actores que aún no han encontrado trabajo.

“En este momento me interesa que el conocimiento científico sirva para que las personas se planteen preguntas y quieran responderlas. Si hacemos este ejercicio, podemos contribuir a que la gente tome los conocimientos y los apliquen en su vida y decisiones. La idea es que al final del día te puedas hacer preguntas que buscan responder lo que tú quieres y no lo que la sociedad cree”, señala el estudiante de doctorado.

En relación a sus proyecciones profesionales, Enrique asegura que no pretende encasillarse en una sola disciplina y área de trabajo. En BNI, el científico está ad portas de finalizar su tesis doctoral y publicar sus resultados. Asimismo, está cursando un diplomado en docencia universitaria, con el que busca incrementar sus herramientas de enseñanza, área que a su entender, es la única que realmente puede contribuir a un cambio en el ámbito social.

“Mi vida como científico es buenísima, pero no me veo todos los días en un laboratorio encerrado analizando datos en un computador. Tampoco me imagino dedicado sólo a hacer teatro o docencia. Necesito de todas estas cosas, que involucran el hacer y el pensar”, finaliza el bioquímico.

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