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«No miren arriba», una película sobre conflictos de interés, lobby y  «fake news» de los medios tradicionales CULTURA|OPINIÓN

«No miren arriba», una película sobre conflictos de interés, lobby y «fake news» de los medios tradicionales

Gonzalo Pavez Sepúlveda
Por : Gonzalo Pavez Sepúlveda Vocero Un Parque Para Las Salinas
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Para que el poder político tome la decisión correcta en conflictos socioambientales, se debe anteponer la vida de las personas y el respeto al medioambiente. Esto muchas veces se opone a los intereses económicos de grandes empresas. Estas empresas, para proteger sus “legítimos” intereses, contratan a distintos organismos y/o especialistas que son una eminencia en su campo. Estos, como dioses bajados del olimpo o magos sacando la respuesta correcta desde su sombrero mágico, entregan una opinión presuntamente técnica, sin la evidencia necesaria y muchas veces alterando y modificando a favor de la empresa estos datos.


En la película «No miren arriba» (“Don’t Look Up”) se hacen varias referencias a Chile, especialmente por ser las costas de nuestro país el lugar elegido por el universo para alojar un meteorito de 10 kilómetros. El efecto del impacto del meteorito en la Tierra es el exterminio masivo de la vida, muy similar a la extinción de los dinosaurios hace aproximadamente 66 millones de años.

Pero la película no se detiene en ser solo una película de acción y astronomía. Es una crítica profunda a los conflictos de interés que se esconden detrás de decisiones políticas que deben basarse en ciencia.

Para que el poder político tome la decisión correcta en conflictos socioambientales, se debe anteponer la vida de las personas y el respeto al medioambiente. Esto muchas veces se opone a los intereses económicos de grandes empresas.

Estas empresas, para proteger sus “legítimos” intereses, contratan a distintos organismos y/o especialistas que son una eminencia en su campo. Estos, como dioses bajados del olimpo o magos sacando la respuesta correcta desde su sombrero mágico, entregan una opinión presuntamente técnica, sin la evidencia necesaria y muchas veces alterando y modificando a favor de la empresa estos datos.

La revisión por pares y las observaciones generadas por la comunidad se ven anuladas por el lobby empresarial, que impregna hasta los más altos niveles del poder político.

Leonardo DiCaprio es un conocido activista de conflictos ambientales a nivel planetario y se ha involucrado en temas como el rechazo al proyecto minero-portuario Dominga en Chile.

Hay distintos proyectos a nivel nacional como el ya mencionado Dominga o la propuesta de remediación por pilas biológicas de Copec de Angelini en el paño Las Salinas, Hidroaysén o Alto Maipo, para poner distintos casos de conflictos de interés, donde las empresas proponen estos proyectos con especialistas y universidades que resguardan a estos académicos. Es a través del lobby descarnado donde el debate público y la revisión por pares se ve anulada, anteponiendo los intereses de la empresa que hace la inversión en estos proyectos por sobre la calidad de vida y la salud de las personas afectadas.

La película “No miren arriba”, junto a ser una película muy recomendable para ver en familia, es una crítica profunda a estas perturbaciones que ponen en riesgo al planeta y las formas de vida que lo habitan.

La discusión científica tiene distintos elementos. Uno de ellos es la academia institucionalizada, pero también existe a nivel internacional la ciencia ciudadana, la opinión de los distintos organismos del Estado, que muchas veces generan profundas observaciones que son silenciadas, al pasar el tiempo, por los directivos encargados de aprobar o rechazar los distintos proyectos.

Como en la película, el resultado de no anular los conflictos de interés, y sobreponer el lobby empresarial por sobre el derecho a la participación ciudadana y la democracia, llevaron al planeta a un cataclismo.

¿Qué tan alejados estamos de un desastre socioambiental en Chile, si tenemos los mismos vicios denunciados en “No miren arriba”?

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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