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Cineasta Renato Dennis: «No hay que hacer películas para los festivales, hay que hacer películas para uno mismo» CULTURA

Cineasta Renato Dennis: «No hay que hacer películas para los festivales, hay que hacer películas para uno mismo»

Christian Aedo Jorquera
Por : Christian Aedo Jorquera Escritor, fotógrafo y columnista. Ha publicado Pornostar (Ediciones Contrabajo, 2004), Recolector de Pixeles (Ripio Ediciones, 2010), No más de un segundo (Mansalva, 2010, Argentina), y ha participado en diversas antologías de poesía en Latinoamérica. Forma parte del equipo editorial de Cormorán Ediciones.
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Su cinta «Juanito» ganó recientemente el premio al mejor largometraje nacional del Festival Internacional de Cine de Iquique. Además, obtuvo el Premio Especial del Jurado en el Festival de Cine de Rengo. La cinta es protagonizada por un hombre de la calle y ex presidiario adicto a la pasta base. Fue premiada en Iquique “por ser un retrato libre, voraz, arriesgado sobre un personaje marginal, retratado desde una mirada cercana, autoral y digna”. Dentro de su trabajo cinematográfico se pueden encontrar siete largometrajes e innumerables cortos, que abordan problemáticas de la vivienda digna, luchas sindicales y el movimiento estudiantil. «Juanito representa el abandono, de ciertos grupos minoritarios, por parte del Estado. Porque realmente un Estado debería hacerse cargo, de los que están a la intemperie, de la gente que vive en la calle, desprotegida, que es como invisible para todos», expresa.


«Juanito» es la película ganadora del premio al mejor largometraje nacional del Festival Internacional de Cine de Iquique. Además, obtuvo el Premio Especial del Jurado en el Festival de Cine de Rengo.

La cinta es protagonizada por un hombre de la calle y ex presidiario adicto a la pasta base. Fue premiada en Iquique “por ser un retrato libre, voraz, arriesgado sobre un personaje marginal, retratado desde una mirada cercana, autoral y digna”.

Una obra realizada por Renato Dennis, que desde 2011 se ha dedicado al cine, incursionado anteriormente en la poesía, con el libro «Pan» (2010).

La obra del cineasta ronda por aquellos lugares donde el esfuerzo y la lucha son parte del cotidiano, y le hacen frente con orgullo al abandono y el sacrificio. El ojo de Dennis permite ver aquellos lugares que son invisibilizados por los medios oficiales y el mercado de la entretención, poniendo en discusión la incomodidad de una realidad que está lejos de superarse.

Dentro de su trabajo cinematográfico se pueden encontrar siete largometrajes e innumerables cortos, que abordan problemáticas de la vivienda digna, luchas sindicales y el movimiento estudiantil. Un trabajo del que habla el autor en entrevista para El Mostrador.

Movimiento estudiantil

– ¿Cómo llegaste al cine documental?

– Lo documental parte con el trabajo sobre el movimiento estudiantil, pero desde siempre he tenido un trabajo en el ámbito casero, como lo de grabar a mi familia. Tengo muchos gigas de mis hijos, de lo familiar o de mi abuela. El 2011 estudié cine en el ARCIS, me salí ese mismo año, pero al lado del ARCIS estaba el Liceo de Aplicación que en ese momento estaba en toma.

Eso fue lo primero que hice. Ese año fue súper efervescente, de protesta. Un año muy atómico respecto a manifestaciones y movilizaciones. Cuando comencé a grabar en el Aplicación me di cuenta de que aquí había algo grande. Empecé con una cámara súper piola, una Canon Power Shot, de estas chicas, tenía tarjetas de 2 o 4 gigas, por lo que no podía grabar en formatos muy profesionales, y grababa en formato de 640×480.

Entonces toda la película, que son grabaciones de De la sala de clases a la lucha de clases (largometraje del 2016, disponible en el canal Cordones Audiovisuales), está hecho de pequeñas tomas que realizaba en las movilizaciones. Lo que seguí grabando hasta el 2016, igual iba sacando cortometrajes a manera de activismo, sobre ciertas tomas, también de algunas huelgas a partir del 2013, y otros temas que se sumaron con los años. Pero partí con los estudiantes.

Por ejemplo el 2012 me quedé como un mes en el Confederación Suiza, ahí en 10 de Julio. Después con ellos iba a otras tomas, tenía una segunda cámara que se la pasaba a los cabros, se daban situaciones muy divertidas y cómplices. Así construí una épica del movimiento estudiantil. Hay un material enorme, de situaciones extremas, me invitaban cuando se tomaban los liceos, que son momentos álgidos. Logré compenetrar y llegar a esa confianza con los cabros.

En el 2013 estuve en el proyecto Combi, además de trabajar con Papas Fritas, en lo que fue ésta quema de los 500 millones de dólares en deuda a la Universidad del Mar, algo que tampoco fue muy efectivo, fue más bien simbólico, pero si le sirvió a algunos alumnos. Y así seguí grabando las tomas hasta más o menos el 2017. En paralelo el 2013 comencé a grabar huelgas, vi que en Santiago hay huelgas en todos lados.

Los horarios del colegio donde estaba trabajando me permitían salir a recorrer, por lo que me adentré en el tema de los sindicatos. Mi primer largometraje es una huelga del sindicato 56 de Gran Avenida, el sindicato de Walmart. Se llama El Piquete del 5-6. Estos cabros eran bien activos, salían a cerrar otros negocios. Después trabajé con el sindicato del Transantiago, y con ellos ya he hecho dos películas, una el 2014 y la otra el año pasado.

Tema de la vivienda

– ¿La problemática de la vivienda de qué forma entra a ser parte de en tu trabajo?

– Llego al problema de las tomas de terreno por vivienda, cuando estoy siguiendo al movimiento estudiantil. En una toma por La Florida conocí a Rafael Soto, él es dirigente de la vivienda en la FENAPO (Federación Nacional de Pobladoras y Pobladores de Chile). Mientras grababa en el Liceo Nuevo Amanecer de La Florida, cuando los estudiantes estaban en toma, la gente de la FENAPO, ciertos comités de vivienda, tuvieron una reunión dentro del liceo.

Ahí surgió ese tema y comencé grabando las tomas de terreno donde primero estaba Rafael, específicamente la toma de Departamental con Tobalaba, que actualmente es un proyecto hecho. Tengo la historia de lo que fue esa toma, y lo que fue ese proyecto junto con otras. Entonces en esa andanza del movimiento estudiantil, comenzó una amistad súper fuerte con el Rafael Soto, y conocí todo lo que hacía la FENAPO.

De ahí se generó un motón de material sobre el tema de la lucha por la vivienda, y comenzó un largometraje enfocado solamente en las tomas de terrenos. Ahí aparece Juanito, porque su media agua era parte del terreno donde había una toma, y él también estaba peleando por la vivienda, de alguna manera.

Después hay otro sobre la toma del Mapocho, bajo el puente Pío Nono, que duró mucho tiempo y que fue muy fuerte, donde varias organizaciones se tomaron el río durante el 2013-2014. Cuando terminó esa toma, un grupo se tomó un edificio en Monjitas, en el barrio Lastaría, de esa toma también hice un seguimiento, y ahí también estaba Juanito. De alguna forma Juanito es una parte transversal, no siendo un personaje principal todo el tiempo, en éste proyecto de la vivienda que he venido trabajando, él está presente en todos sus momentos.

El personaje Juanito

– ¿Quién es Juanito?

– Juanito es el personaje de ésta película, si bien aparecen otras situaciones y otros testimonios, él es el hilo conductor de este documental, cosa que primero estaba alrededor del Rafa (Rafael Soto). La mediagua de Juanito colindaba con la del Rafa en la toma, y el Rafael es uno de los primeros que le facilitó agua y electricidad, entonces al seguir al Rafa aparece Juanito.

Se vuelve un personaje súper interesante, con el que entablo una amistad muy fuerte, al igual que con otra gente que estuvimos con él en las tomas. A pesar de sus problemas de adicción, Juanito era parte de la organización, sin ser socio, o no estando oficialmente en ningún comité de vivienda, él era parte importante en las actividades y las cosas que se organizaban en la FENAPO, era un militante activo.

A pesar de la situación compleja de origen, de donde venía Juanito, la cárcel, los años en la calle, él se sintió parte activa, querido y a veces despreciado por otros, era un integrante más de la organización. Juanito representa el abandono, de ciertos grupos minoritarios, por parte del Estado. Porque realmente un Estado debería hacerse cargo, de los que están a la intemperie, de la gente que vive en la calle, desprotegida, que es como invisible para todos.

De alguna manera Juanito, nos tira violentamente una historia que no se quiere ver, que se quiere evitar, y que está ahí todos los días. De alguna manera todos tenemos un Juanito en el barrio o en la familia. Por eso él fue parte activa de lo que hizo la FENAPO esos últimos meses, y el conductor de éste documental.

Documental y memoria

– ¿Cómo ves la relación de la memoria con el documental y con tu trabajo personal?

– El tema de la memoria es muy importante dentro de la línea documental y sobre todo en Latinoamérica. Refiriéndome al caso de Chile y Argentina, por ejemplo, se da mucho que realizadores son hijos de, están relacionados con alguien, o hacen la historia de su familia, donde su papá fue militante montonero, o del MIR, o Comunista. Y se cuentan historias en esa línea.

Siento que el documental, así como el poema, es el guardián de la memoria, el guardián de la palabra. La experiencia nuestra, y de los países latinoamericanos, todo lo que fue el plan Cóndor y la serie de dictaduras que dejaron una herida enorme. Está en los documentales, que tratan de evitar que esta herida se haga más profunda en ésta ola de neoconservadurismo y de gobiernos de derecha, y cristianismos fundamentalistas, que se están tomando distintos países, con el peligro de volver a estas prácticas fascistas.

Frente a eso se hace necesario éste trabajo, y no solo desde el documental. La memoria se manifiesta desde distintos lugares y áreas. Pero si creo que el documental y la memoria son dos elementos que están íntimamente relacionados, y que se materializan en las numerosas producciones que han salido, siguen saliendo y saldrán, acerca de nuestra historia reciente. Y se da cuando una segunda generación, recuerda los ideales y a las víctimas de una generación anterior.

Frente a eso mi trabajo tiene más que ver con el ahora, por ejemplo lo que hice el año pasado con la muerte de Juan Pablo Jiménez, en el documental Gaviota aleteante (2020). Tiene que ver con lo que está pasando ahora, lo que es muy propio del cine directo. Desde ahí me vinculo, con el reclamo, con lo que le pasa al trabajador que tiene un pésimo trato laboral, con los estudiantes que hicieron una toma en un barrio periférico y que los medios no le prestan atención, o el poblador que se tomó un terreno y espera una respuesta del SERVIU durante meses.

Son todas esas situaciones que de alguna manera he ido rescatando y que tienen que ver con mi origen, yo soy parte de esa clase. Es un alegato de conciencia de clase. Yo vengo de La Victoria, y tiene que ver con eso, con el rescate de nuestra clase, la más desprotegida, la más invisibilizada. Es un grito que dice despertemos, aquí hay un motivo fuerte de lucha, y un motor, que somos nosotros los trabajadores, los pobladores, los marginados, los nadie, los nunca, los sin.

Medios dominantes

– ¿A qué se enfrenta tu trabajo documental?

– Los intereses de los medios dominantes, se instalan sobre la conveniencia de no ventilar o no hacer público estos temas tan sensibles. Por ahí pasa la necesidad de hacer lo que hace uno, de grabar, de poder a través de estas historias, remecer la conciencia del que ve. Es un trabajo muy importante el remecer la conciencia, y darnos cuenta de donde pertenecemos, a quienes le debemos nuestra simpatía y nuestra lealtad.

No vamos a estar pensando siempre en las ideas o las historias que benefician solo a la oligarquía, a la gran burguesía, o a ésta gente ilusa que cree que porque apoyó a Parisi o apoyó a Kast, van a ser grandes empresarios. O la gente que piensa que si uno se auto explota deja de ser un trabajador. Eso está por todas partes. La destrucción de la conciencia del trabajador, y se reemplaza por un querer asumirnos como puros emprendedores. De ahí la necesidad de visibilizar estos testimonios.

– Recientemente ganaste el Festival Internacional de Cine de Iquique, y anteriormente Juanito ganó el Premio Especial del Jurado en el Festival Internacional de Cine de Rengo. ¿Los festivales, son una buena alternativa para hacer circular estas películas que son incomodas para los medios oficiales o el mercado?

– Tengo distancia con el tema de los festivales, no obstante, he mandado. Mandé a Juanito, quedé y estoy feliz. Pero creo que los festivales, no pueden ser una instancia que determine el cómo una película se piensa. He visto muchos proyectos que aspiran a realizarse con mucha plata. Gente que dice, si no tengo ésta plata, mi película no va. Entonces creo que no hay que hacer películas para los festivales, hay que hacer películas para uno mismo. Por la felicidad de uno y con bajo presupuesto, si no hay plata.

La autogestión es súper importante. La independencia de lo estas grabando y lo que quieres contar. Y es así como he trabajado yo la mayoría de mi obra. Con súper bajo presupuesto, yo poniendo plata, hasta mi familia me ha ayudado. Otras veces organizaciones, como los mismos sindicatos, con todos de alguna forma hemos levantado proyectos. Sí creo que los festivales son instancias a las que hay ir, pero no creo que sean «la» instancia única, o la obsesión por la que debamos hacer películas.

Debemos hacer películas para mostrarlas y para llevarla a los territorios. Juanito, la primera vez que la mostré fue en la señal 3 de La Victoria. Tengo una gran amistad con los cabros de allá, con el Polo (Luis Polo Lillo, director del Canal 3 de La Victoria, recientemente fallecido). Pero me interesa mostrar la obra en los lugares, en los territorios. Liberar pronto la película, que se muestre lo máximo posible.

Porque tampoco la película tiene que estar encerrada en un cine, como único lugar donde se muestra. En marzo se va hacer un estreno, aún no está claro donde, pero ahí estará también. Porque lo que queremos es que se vea lo máximo posible, por eso la película está en un proyecto donde se va a distribuir en algunos colegios y otras instituciones.

Lo que me tiene contento es la recepción que ha tenido la película, el interés que demostrado la gente, los festivales donde ha participado. Me gusta que la historia de Juanito esté enganchando con la gente, sobre todo porque tiene que ver con la sensibilidad que estamos viviendo en ésta época. Me alegra que su historia tenga ese sentido, como testimonio de lucha por una vida digna, por un país digno que debería tener un sistema de protección social fuerte.

Estallido y Boric

– ¿Cuál es tu apreciación de las últimas elecciones, como viste a la gente y el candidato electo, su relación con la revuelta de octubre, hay una nueva fuerza política?

– Voté por Boric, pero no voté con entusiasmo, lo hice básicamente por el miedo a que saliera un nazi en Chile como presidente, miedo a una represión enorme a los movimientos sociales y sobre todo a los movimientos que están peleando en la calle.

Este no es un triunfo del pueblo, es una restauración de la Concertación, una socialdemocracia que no viene a hacer cambios profundos, que no viene a cambiar el sistema de raíz, y que siento que está muy permeada por los grupos mafiosos de la política de siempre. Toda ésta Concertación, que está ahí como un buitre, por un ministerio o alguna embajada, no me genera la mayor de las confianzas. Entonces no estoy muy optimista con Boric. Ojala me equivoque, pero creo que las decepciones no van a tardar en llegar.

Creo que la gente estaba feliz porque no ganó Kast, porque no ganó el fascismo. Pienso que con el trabajo de la Convención Constituyente vamos a tener mayor claridad. La nueva Constitución va a ser más relevante que lo pueda hacer Boric en estos pocos años.

Con los estudiantes, dentro de las huelgas, o en las tomas de terreno se da una fraternidad, que se da también con la revuelta de octubre, más allá del descontento que la desata, se da una fraternidad porque la gente volvió a estar en la calle. Algo que venía pasando desde el 2011, donde se perdió el miedo a estar en la calle, al enfrentamiento con los pacos, y reapareció la palabra pueblo. Se da como una actitud, como el mismo sentimiento que tiene uno con la familia, la pareja o los amigos.

Es un fenómeno muy poético el de la protesta. Se despertó una hermandad, una inquietud social, coherencia sobre lo que es un país justo, que debe tener una salud, educación y viviendas dignas, cosa que no se pueden transar. Pero que aquí se ven como su fueran peticiones del comunismo extremo, y no son más que peticiones que en otros países ya están resueltas, ahí donde no hay gobiernos de extrema izquierda. Ese miedo que nos meten desde la derecha, o los medios de comunicación dominantes, nos hacen pensar que se puede tener una buena vida solamente si te sacaste la cresta, o auto explotándote, o si la heredaste de tus viejos y tuviste la empresa que era de tus papás. Esa es la mentalidad que se quiere imponer, y que no es propia de la gente trabajadora.

Creo que es difícil que ésta hermandad que se dio en la calle, logre concretarse en un movimiento, las fuerzas de izquierda son súper dispersas, hemos sido dispersos mucho tiempo, y de logar hacerlo, tendría que estar lejos de las fuerzas partidistas, incluso del PC o el Frente Amplio. Este movimiento debería configurarse desde las bases, las juntas vecinales, los sindicatos, los centros culturales. Desde ahí tiene que venir esa fuerza. Porque es ahí donde está realmente el pueblo, en esas organizaciones, en esas estructuras. Si no viene de ahí, vamos a terminar dándole el poder siempre a los sectores progresistas o socialdemócratas, que no quieren cambiar el sistema. Nosotros no queremos más neoliberalismo, no queremos más capitalismo. Pero soy medio pesimista respecto de esa aglutinación política, porque esto se tiene que encarnar en el movimiento mismo del cambio social, y no en figuras.

Futuros proyectos

– ¿Cuáles son los proyectos futuros?

– Ahora estoy preparando un largometraje de los 81 de la cárcel de San Miguel, estoy siguiendo ese tema. También estoy haciendo algo sobre la feria. Soy muy inquieto audiovisualmente, porque lo que junto mucho material, y tengo varios proyectos por sacar del registro que junte con los años. Siempre estoy grabando.

Ahora estoy haciendo algo en el litoral, un tema sobre lo que pasó en la dictadura en el litoral. Y tengo casi listo un documental del estallido, esto va a salir pronto, ya salió un adelanto en Ecuador, en la Cinemateca de Ecuador a través de la Cinemateca de la Chile, con la Valentía Ávila. La peli ya definitiva se viene en un par de meses, ahí estoy trabajando con un grupo de amigos donde está el Rodrigo Aliaga, Nicolás Silva, Álvaro de la Peña, trabajando más que nada en la edición.

El título es La revuelta de octubre, es un docu de calle, de cámara en mano. Sobre todo lo que pasó en esos días, la protesta, la represión de carabineros, las performances, las intervenciones artísticas, rabia de la gente. Se va a trabajar con testimonio de la gente y un relato en una voz en off.

Por otro lado estoy en la preparación de la segunda parte de De la sala de clases a la lucha de clases, siguiendo con la otra parte del movimiento estudiantil y que tiene como protagonistas a los cabros del Confederación Suiza (la primera parte esta gratuita en el canal Cordones Audiovisuales). También hay un documental experimental bien heavy que estoy haciendo con mi pareja, que es un poco una historia de amor, volviendo a lo casero, que va a salir pronto. Pero por ahora fuerte mostrando a Juanito y preparando el estreno de marzo.

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