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El arte contra la inacción CULTURA|OPINIÓN

El arte contra la inacción

Ricardo Rojas Behm
Por : Ricardo Rojas Behm Escritor y crítico, ha publicado “Análisis preliminar”, “Huevo de medusa”, “Color sanguíneo”, además de estar publicado en diversas antologías en Chile y el extranjero.
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Cuando el arte de manera exponencial rebasa la contingencia y hace alusión a una genealogía configurada al alero de una expresión en cuya preminencia aparece retratada la sociedad entera, exhibiendo incluso su peor cara.


Vivimos bajo el fútil imperativo y a ratos sinsentido de que mucho de lo que hacemos es producto del azar o que no reviste mayor importancia porque forma parte del destino. Sin embargo, hay ciertos procesos históricos que consecuentemente te demuestran lo contrario, y por si fuera poco propician ciertos acontecimientos impensados que de manera autorreferente creemos que sólo nos sucede a nosotros, pero es la propia globalización unida a los movimientos sociales, y su efervescente problemática, la que deriva en movilizaciones que incluyen tanto a la sociedad civil, como a los artistas que entienden que el mundo es uno sólo.

Si bien el año 2019, va a ser recodado como el año del estallido. Aquella crisis que nos remeció, cual terremoto, también sacudió en paralelo a varios países donde sus ciudadanos se alzaron contra el establishment, recrudeciendo esa fractura que por definición devela además de una crisis de representación, una seguidilla de protestas que como secuela trajeron incisivas interpelaciones visuales íntimamente ligadas a la libertad de expresión, en cuya articulación participaron varios artistas dispuestos a evidenciar la desproporción de quienes ejercen el poder y quienes debieran ser auxiliados por el Estado.

Puesta en valor que desde la reflexión rebasa lo contestatario, y se transforma en un hecho objetivo donde definitivamente no cabe la inacción, sino todo lo contrario. Tal como sucedió el 17 de octubre de 2019, cuando la gente copó las calles del Líbano, para exigir la disolución de la estructura completa de poder político y económico que gobernaba ese país. Instante que gatilló una intervención serigráfica organizada en medio de las protestas, donde un grupo de creadoras locales entregaron diseños inspirados en el levantamiento. Los que se pusieron sobre pantallas de seda fijadas a una prensa móvil instalada en el centro de Beirut, para que los manifestantes pudieran escoger qué diseño imprimir en sus vestimentas.

Parte de ese registro y otro tan interesantes como ese los pueden ver en el Centro Cultural la Moneda hasta el 3 de julio en la exposición “Poéticas a políticas” (Premio Jameel), que en esta edición es la primera muestra enfocada en el diseño de ocho diseñadores contemporáneos: Golnar Adili (Irán), Hadeyeh Badri (Emiratos Árabes Unidos), Kallol Datta (India), Farah Fayyad (Líbano), Sofia Karim (Reino Unido), Jana Traboulsi (Líbano), Bushra Waqas Khan (Pakistán) y el ganador, Ajlan Gharem (Arabia Saudita). Todos enmarcados en un contexto que Sofia Karim subraya con gran vehemencia: “El arte de la disidencia es una forma de protesta y una forma de resistencia, y los movimientos de resistencia no tienen dueño”.

Por lo mismo, es imposible olvidar las manifestaciones ocurridas desde el 15 de marzo del 2019 en Hong Kong, donde exigían la retirada del proyecto de ley de extradición a China, presentado por Carrie Lam, y que motivó al artista disidente chino Badiucao, a solidarizar con los habitantes de la excolonia, aludiendo a ese manifestante solitario que en 1989 enfrentó un tanque en la Plaza de Tiananmen. Todo un símbolo que este artista recreó empleando un “Nuevo tanque” cargando con gigantescas partículas de coronavirus, como parte del inesperado escenario de incertidumbre que sofocó cualquier atisbo de levantamiento, dado que la distracción creada por esta pandemia global cambió bruscamente el rumbo de los acontecimientos. Incertidumbre que el mismo Badiucao recalcó en una conferencia de prensa en Austria. “Debido a la situación de pandemia y mientras los países están ocupados controlándola, el gobierno de Hong Kong hará más para reprimir las protestas y a los líderes y activistas del movimiento y la verán como una oportunidad para hacerlo silenciosamente”.

Una fisura que también se hizo sentir en Latinoamérica con manifestaciones en las principales ciudades de Ecuador, Bolivia, Colombia y por supuesto Chile, con las consecuencias por todos conocidas, pero de las cuales siguen apareciendo obras cargadas de poesía como es “Semáforos de Santiago Centro” de Francisca Rojas Pohlhammer, artista que luego del 18 de octubre mapeó los semáforos (inutilizados o activos), ubicados en la denominada Zona Cero (Plaza de la Dignidad), y empleando la técnica de la morfometría geométrica, logró evidenciar cómo el desperfecto ocasionado por el estallido modificó radicalmente el actuar de los transeúntes.

Aunque paradojalmente la destrucción de la luminaria pública permitió ver esa suerte de constelación metafórica bellamente representada en los puntos blancos sobre un fondo negro que la artista pudo georreferenciar en el corazón de Santiago. Adicional a esto, la instalación lumínica-documental “Luces de la revuelta” desarrollada por los Colectivos Contrastes, MovaLab y Kunhek, más un equipo multidisciplinario que desde el Zócalo del GAM durante mayo del 2022, han abierto un espacio de introspección donde ponen en valor la memoria y la vulneración de los derechos fundamentales evocando a quienes sufrieron lesiones oculares durante los primeros meses de las movilizaciones sociales en Chile (2019) con una propuesta inmersiva e inclusiva, ya que está fundada bajo el concepto de la ceguera para ejemplificar metafóricamente las consecuencias de lo que significó dicha revuelta.

Coincidente con ese escenario de polarización Voluspa Jarpa (Chile 1971), plasmó en «Sindemia» en el Museo de Arte Moderno de Bogotá (MAMBO – 2022), una propuesta ganadora de la edición inaugural del Premio Julius Baer a las artistas latinoamericanas, que hace referencia a la descripción de dos o más epidemias secuenciales en una población con interacciones biológicas. Reflexiva alusión con la que además de interpelar la acción policial ejercida por el Estado chileno durante el 18 de octubre, denuncia al unísono lo ocurrido ese mismo año en el Paro Nacional de Colombia, recreando balines y láseres, basándose en testimonios jurídicos, médicos y relatos de víctimas de traumas oculares de ambos países, dando cuenta del evidente contraste que la propia artista describe: «El Estado tiene las armas, sí, pero desde la sociedad civil estamos alerta y seguiremos atentos para poder construir límites desde un conocimiento que es multidisciplinario».

Hecho manifiesto que por cierto excede la contingencia y la información sensible que esto conlleva, puesto que surgen cruces desde la disidencia que develan un compromiso artístico. Postura y brecha que transversalmente se instala como un cuestionamiento necesario bajo una lógica disruptiva que se expresa por medio de diversas interrogantes surgidas de esta pulsión creativa donde la interpelación unida a la revisión histórica configuran una representación visual en la que resulta llamativo – sin intención de polemizar- que hasta en cierto modo se desmarca de lo contestatario, superando el momento-tiempo, dado que en gran medida acaba en un testimonio multidisciplinar que de plano se opone a la inacción, constituyéndose en un acto de vital importancia dentro del quehacer artístico, desbaratando toda clase de idea preconcebida.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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