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Ministra de las Culturas celebra regreso de esculturas de Escuela Militar al Museo de Bellas Artes: «Es un acto de reparación» CULTURA

Ministra de las Culturas celebra regreso de esculturas de Escuela Militar al Museo de Bellas Artes: «Es un acto de reparación»

Marco Fajardo
Por : Marco Fajardo Periodista de ciencia, cultura y medio ambiente de El Mostrador
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Habían sido trasladadas en octubre de 1973, un mes después de que el frontis fuera baleado por militares. “La recuperación de estas esculturas es un acto de reparación importante para el museo y para el patrimonio del país”, manifestó Julieta Brodsky. Para la historiadora del arte Catalina Valdés, es fundamental que su retorno implique una exposición que cuente -también- esa historia. «De hecho, me imagino que podrán formar parte de la exposición que el museo haga para la conmemoración de los 50 años del golpe el año que viene», dijo.


Seis esculturas de mármol de gran valor para la colección del Museo Nacional de Bellas Artes, que desde octubre de 1973 y hasta noviembre de este año estuvieron en la Escuela Militar, regresaron al Museo en un acto de reparación histórica.

Las obras, que pesan entre una y tres toneladas y que se exhibieron en el hall del edificio, recién inaugurado en 1910 con motivo del Centenario de la República, hoy vuelven a ser exhibidas al público que visite el Museo.

“La recuperación de estas seis esculturas de la colección fundacional del Museo Nacional de Bellas Artes, después de 49 años de permanencia en la Escuela Militar, significa un acto de reparación muy importante para el Museo, para el patrimonio y al alma de nuestro país», aseguró la ministra de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, Julieta Brodsky Hernández.

“Además del valor artístico para la colección de esculturas del Museo, la restitución de estas obras significa un acto de justicia, piezas que en un episodio oscuro de nuestro país fueron arrebatadas y hoy vuelven a su origen, a ser parte de esta colección a nuestro Museo Nacional de Bellas Artes”, dijo la Secretaria de Estado, quien explicó que estas seis copias permiten reconstruir el itinerario de modelos y repertorio de obras presentes en las academias latinoamericanas, constituyéndose en documentos para la historia del arte.

Regreso

El regreso del conjunto escultórico comenzó a gestarse en octubre de 2021 luego de una petición formal de devolución del director del MNBA, Fernando Pérez, con el fin de exhibirlas en la muestra internacional “El Canon Revisitado”.

La solicitud tuvo la colaboración de la ministra de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, Julieta Brodsky; y de la ministra de Defensa, Maya Fernández, quienes tras una extensa gestión lograron la confirmación de la devolución por parte de la Escuela Militar.

El traslado de las esculturas se llevó a cabo mediante un operativo que contempló la preparación de las piezas y su embalaje. Los preparativos demoraron diez días, en tanto que el traslado se realizó en tres días. El proceso fue liderado por la conservadora Florencia Achondo y el arquitecto y museógrafo Cristóbal Artigas, incluyó la contratación de una empresa experta en traslados de esculturas patrimoniales de gran formato y exigió la participación de un equipo de alrededor de 20 personas.

Esta gestión contó, también, con el apoyo de Denise Ratinoff de Lira, Teresa Solari Falabella y Juan Yarur Torres, quienes donaron recursos privados para efectuar el traslado. Estos recursos, necesarios para concluir con la recuperación de las piezas patrimoniales, fueron administrados a través de la Fundación Bellas Artes.

“Se trata de reproducciones en mármol de piezas clásicas muy emblemáticas, realizadas con gran calidad. Algunas de ellas serán exhibidas en el hall del museo, donde estuvieron originalmente, y otras incorporadas a una nueva área de exhibición de esculturas que será inaugurada próximamente. Cumplirán así su propósito original de acercar a nuestros públicos a piezas claves de la historia del arte”, comenta Fernando Pérez, director MNBA.

Colaboración militar

En tanto el subsecretario de las Fuerzas Armadas, el subsecretario de las Fuerzas Armadas, Galo Eidelstein, destacó que “lo importante es la posibilidad que después de casi 50 años, cuando las cosas parecen que ya no podrán cambiarse nunca más, las obras finalmente pudieran retornar. La actitud decidida del comandante en jefe del Ejército de Chile, General Iturriaga, contribuyó a que no hubiese problemas, lo demás fueron solo trámites administrativos. Estas esculturas son patrimonio de todos los chilenos”.

Consultado por la devolución, el Ejército manifestó que desde 1967, el Museo del Ejército se encontraba en las dependencias de la Escuela Militar. Debido a ello, el 29 de octubre de 1973, la Escuela Militar solicitó el préstamo en comodato de siete esculturas, para lo cual se firmó un recibo de préstamo, entre la Escuela Militar y el Museo de Bellas Artes.

«El traslado se realizó con personal especialista del Museo. Las autoridades responsables fueron el entonces director subrogante de la Escuela Militar, teniente coronel Luis Danus Covián y por la Dirección del Museo de Bellas Artes, a través de su curadora, Olga Rodríguez Maluenda», señaló el Ejército a El Mostrador.

Las piezas se hallaban en el Hall central (las esculturas “Laoconte” y sus hijos, “Apolo Musageta” y “Venus de Medicis”), y cercano al ingreso al Casino de oficiales de la Escuela Militar estaba el “Galo herido”. En el estadio, en tanto, estaban dos esculturas: el gladiador Damassone (Damoxenos) y el gladiador Crengaleo (Creugas)

El valor de estas piezas no solo reside en sus características escultóricas, sino que constituyen un testimonio de un programa de enseñanza y modelo a seguir por los artistas de la nueva República, en un período de conformación de su institucionalidad cultural referida al arte: Museo/Academia y en el que se proyectó instalar valores modernos de los Estado-nación. De las piezas retornadas destaca la pieza Laocoonte y sus hijos, copia en tamaño natural de una de las obras más relevantes de la tradición Antigüedad Clásica, pertenece al período helenístico. La original, fue esculpida entre 170 y 150 a.C., se encuentra en los Museos Vaticanos.

Historiadora del arte

Para la historiadora del arte Catalina Valdés, es muy común que un museo nacional tenga obras en préstamo en otros museos o puntos de cultura.

Para ella, un ejemplo muy importante es la gran cantidad de obras que el Museo de Historia Nacional tiene en préstamo en La Moneda, préstamo que se hizo efectivo también durante la dictadura, pero en este caso después del plebiscito de 1980, como parte de la restauración del palacio presidencial.

Además destaca que antes del golpe, el MNBA, que fue acribillado e invadido por militares del Ejército de Chile tras el golpe de Estado, ya tenía muchas de sus esculturas de estilo «clásico» guardadas en depósitos.

«El director de la época, Nemesio Antúnez no tenía mucho aprecio por ese arte eurocéntrico, que en la época era considerado añejo y elitista. Lógicamente el préstamo no lo realizó Antúnez, quien dejó el cargo inmediatamente después del golpe», explica.

«No conozco el detalle de la gestión del préstamo, pero entiendo que militares se hicieron cargo del museo por un tiempo hasta que en 1974 fue nombrada Lily Garafulic, una gran escultora, que asumió el cuidado de la colección durante ese tiempo cruel y sombrío para la cultura y para todo el país», agrega.

La especialista explica que las esculturas que ahora retornan al MNBA forman parte de la colección de copias y «esto es un aspecto crucial de la historia, puesto que corresponden a un tipo de obra de baja calidad, tanto en términos materiales -muchas son de yeso- como en factura: por lo general, son esculturas hechas en serie en talleres europeos».

«Se trata de un objeto muy propio del siglo XIX: a través de estas copias, las academias de bellas artes europeas difundían la estética clásica grecorromana sin pretender la originalidad, sino provocar la reminiscencia a un estilo, a una estética y una ética que organiza la razón moderna. En todo el mundo occidental, la copia de esculturas como estas era parte de la formación de artistas y arquitectos que debían, a través del dibujo y el modelado en yeso, aprender la técnica y reconocer las proporciones clásicas para producir pinturas, esculturas y edificaciones acordes al gusto burgués de las bellas artes de la época. Con el tiempo, este tipo de esculturas quedaron olvidadas en pasillos secundarios de museos o pasaron a depósitos, pero en algunos casos -el de Buenos Aires es notable- formaron museos con fines pedagógicos», resalta.

«La revalorización de esculturas en yeso ocurre recientemente en países de América Latina que están desarrollando una revisión crítica de su historia del arte, atendiendo al poder de colonización de los imaginarios que obras como estas tienen. Entender las funciones socioculturales de las obras de arte, contextualizar sus condiciones de creación y circulación, entender el rol que cumplen sus materiales y formas, más allá de simplemente interpretar su carácter narrativo, es lo que llamamos historia social del arte. Por eso es valioso que vuelvan al museo, recuperen su función didáctica, esta vez no para transmitir cándidamente un modelo e imponer un gusto y una estética sino, precisamente, para dar lugar a las historias que el arte puede contar de cómo se fueron gestando nuestras sociedades, abrir preguntas que contribuyan a la descolonialización de nuestros imaginarios, revelando los mecanismos con que operan los modelos socioculturales, como parte de un pasado que tiene aún mucho que decir de nuestro presente», opina.

Aún así, para Valdés estas obras no pueden ser mostradas sin considerar el hecho de haber estado en la escuela militar por casi 50 años.

«Es fundamental que su retorno implique una exposición que cuente -también- esa historia. De hecho, me imagino que podrán formar parte de la exposición que el museo haga para la conmemoración de los 50 años del golpe el año que viene. Sería interesante saber qué funciones cumplieron esas esculturas en el contexto de formación ya no de artistas, sino que de militares, en plena dictadura militar. No es tan difícil imaginar que sirvieron para promover un ideal de masculinidad basado en los principios de la guerra y la competencia… y claro, un modelo de belleza corporal propia de la cultura clásica que, dicho sea de paso, bastante alejado queda de la realidad de la Junta Militar y sus soldados», remata.

Esculturas:

1- El gladiador herido o Gálata Morente, ca. 1910. Ernesto Gazzeri (Copia romana del original griego atribuido a Epígonas).

2- Damoxenos, ca. 1900. Autoría sin identificar. Copia de escultura de Antonio Canova. Probablemente adquisición para el Museo de Copias.

3- Creugas, ca. 1900. Autor sin identificar. Copia de escultura de Antonio Canova. Probablemente, adquisición para el Museo de Copias.

4- Apolo Musageta o Apolo Citadero, ca 1900. Ernesto Gazzeri, at. (Según Donatello, según original griego inspirado en Escopas)

5- Venus de Médici, siglo XIX. Autoría sin identificar (Según Cleómenes, según original griego)

6- Laocoonte y sus hijos, copia del siglo XIX. Autoría sin identificar (Según Agesandro, Polidoro y Atenodoro de Rodas).

A modo de marcha blanca se realizarán visitas mediadas de martes a jueves, a las 11:00 hrs., entre el 22 de diciembre y el 31 de enero, previa inscripción en la página web del Museo.

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