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Elke Gryglewski, directora del Sitio de Memoria alemán Bergen-Belsen: “Los DD.HH. son un asunto del presente y del futuro de nuestras democracias” CULTURA

Elke Gryglewski, directora del Sitio de Memoria alemán Bergen-Belsen: “Los DD.HH. son un asunto del presente y del futuro de nuestras democracias”

Las víctimas de Villa Baviera pertenecen a diferentes momentos históricos y a diferentes crímenes, por tanto, tienen exigencias distintas ante los Estados y también nociones diversas sobre la importancia y el valor de la memoria. Aquí las académicas que han investigado por años este caso en Chile y en Berlín, Evelyn Hevia Jordán y Elke Gryglewski, explican cómo se construye un lenguaje mínimo compartido sobre por qué y para qué son los sitios de memoria.


El programa de Memoria y Derechos Humanos de la Universidad Alberto Hurtado (UAH) organizó una jornada de diálogos en torno al manejo del pasado de Colonia Dignidad y de los compromisos adoptados por los Estados chileno y alemán con las víctimas. La instancia fue coordinada por la doctoranda de Freie Universität Berlin e investigadora UCSH, Evelyn Hevia Jordán, y tuvo en el panel como invitada internacional a la directora del Sitio de Memoria Bergen-Belsen, Alemania, Elke Gryglewski.

Ambas investigadoras llevan años educando en derechos humanos y construyendo lazos colaborativos para desentrañar lo acontecido en Colonia Dignidad. Hoy, desde Berlín, conversamos con ambas y entregan un balance de lo compleja que ha sido esta tarea. 

¿Qué nuevos antecedentes hay sobre la implementación de un sitio de memoria elaborado por expertos chilenos y alemanes en la actual Villa Baviera?
Evelyn Hevia (EH): En 2021 fue presentada una propuesta para un sitio de memoria Colonia Dignidad en la actual Villa Baviera a la Comisión Mixta por un panel de expertos chilenos y alemanes, entre ellos, Elizabeth Lira y Diego Matte; Elke Gryglewski y Jens-Christian Wagner. Este trabajo de elaboración de la propuesta se sumó a un proceso que se había iniciado en 2014, coordinado por Elke mediante la realización de seminarios, encuentros y talleres que promovieron el diálogo entre distintos grupos de afectados, sociedad civil y autoridades relacionadas a estas temáticas. 

Elke Gryglewski (EG): De ese trabajo de diálogo y participación surgieron los puntos centrales de la propuesta: que el lugar de memoria debía estar ubicado en un sitio histórico, que las memorias e historias de los diferentes grupos debía ser contada en exposiciones independientes, pero que a la vez exista un espacio que las interconecte. Y que el sitio de memoria debe ser gestionado por una entidad independiente de los actuales propietarios del lugar, pero con participación de los diferentes grupos. Estos puntos fueron incluidos en la propuesta entregada a las autoridades chileno-alemanas en 2021 y son el resultado de este camino de diálogos de varios años. 

¿Qué desafíos enfrentan para continuar generando instancias de debate que iluminen el camino de cómo seguir haciendo memoria en este caso?
EH: Los procesos de memorialización son complejos y conflictivos, y eso no es solo una consideración teórica siguiendo la idea propuesta por Elizabeth Jelin de las “luchas por la memoria”, sino también porque lo he visto no solo en el caso de Colonia Dignidad, sino también en otras experiencias de sitios de memoria. Aquí se añade la complejidad de que se trata de víctimas de diferentes momentos históricos y de diferentes crímenes, las que también tienen diferentes exigencias ante los Estados y nociones distintas sobre la importancia y el valor de la memoria. Sobre esto último hemos podido ir construyendo un lenguaje mínimo compartido sobre por qué y para qué son los sitios de memoria. Un avance importante en estos casi 9 años ha sido construir un espacio seguro y de confianza para promover un intercambio de experiencias en un clima de respeto.

EG: Desde 2014 se ha logrado un intercambio y diálogo que al principio nadie hubiera creído que era posible. Los habitantes de Villa Baviera dialogan con familiares de detenidos desaparecidos; están conscientes de que siempre habrá diferencias en la mirada respecto a ciertas situaciones históricas, porque las vivieron desde perspectivas diferentes. Eso forma parte de los logros porque, estando conscientes de esas diferencias, hay una gran empatía por el sufrimiento y las necesidades de los otros. El desafío es que los diálogos tienen que ir acompañados de acciones concretas en cuanto al manejo del pasado para no crear una frustración o sensación de estancamiento.

El archivo de historia oral que se lanzó en marzo de 2022 en la UAH lleva meses funcionando. ¿De qué manera se puede vincular con un futuro sitio de memoria? 
EH: En lo personal, fui asesora y entrevistadora del proyecto de historia oral; realicé casi la mitad de las entrevistas de la colección y, producto de mi investigación doctoral, también he sido usuaria y consultante de los archivos en Chile y en Alemania. Veo en esto un enorme potencial. Un sitio de memoria, como el que proyectamos para Colonia Dignidad, debe ser un espacio de conmemoración y un centro de documentación que pueda reunir todas las producciones, colecciones y materiales que permitan profundizar en el conocimiento histórico y jurídico. Y ojalá que esa disposición de archivos pueda contribuir a esclarecer tantas preguntas. Sin duda, la más urgente es saber el paradero de los detenidos y detenidas desaparecidas, las condiciones de su detención y desaparición, así como determinar las responsabilidades y colaboraciones. 

EG: Si se toman ejemplos internacionales, como Memoria Abierta en Argentina o el Visual History Archive fundado por Steven Spielberg y otros, la finalidad está siempre orientada a lo educativo. Ya sea usando partes de las entrevistas en exposiciones o para el uso de entrevistas en talleres o seminarios con estudiantes. Pero la decisión de cuál podría ser el uso del proyecto de historia oral en un sitio de memoria tiene que ser tomada con la participación y en diálogo con las comunidades educativas y expertas chilenas, para no reproducir que sea un proyecto que responde solo a objetivos desde la perspectiva alemana y que no se corresponda con necesidades educativas y hábitos de aprendizaje chilenos.

A partir de la escucha a los diferentes actores involucrados, ¿se puede identificar quién es quién en Colonia Dignidad? ¿Qué nuevas complejidades se evidenciaron a partir de dicho trabajo?
EG: La complejidad del manejo es parte de la naturaleza de conflictos y escenarios violentos. Eso también vale para la Colonia Dignidad. Por eso yo prefiero ver los logros y seguir avanzando en base a ellos. Me parece importante ver la diversidad de opiniones. El manejo de un pasado de violencia siempre es algo personal y las perspectivas y necesidades de los individuos en un grupo de víctimas no son todas iguales, por tanto, es importante poder discutirlas transparentemente y de forma democrática con todas las víctimas. 

EH: Lo primero es señalar que los grupos no son entidades homogéneas: hay mucha diversidad y, por cierto, conflictividad inter e intragrupos de afectados. Lo segundo es que los crímenes no son heredables, pero sí las responsabilidades de hacer algo con ese pasado. Respecto a quién es quién… Colonia Dignidad es un caso lleno de grises. El patrón victimario interno, establecido por Schäfer y sus jerarcas, hace que hoy sea muy complejo trazar la línea víctimas-victimarios con nitidez. 

¿En qué momento actual está el debate ético de reparar a las víctimas de Colonia Dignidad por parte de los Estados involucrados?
EH: Desde 2020 Alemania está pagando una indemnización de hasta 10.000 euros a quienes vivieron bajo el sistema de Colonia Dignidad, esto es, colonos, chilenos adoptados y chilenos que fueron víctimas de abuso sexual en los 90. A la fecha, hay alrededor de 200 personas que han recibido esa indemnización. Un sitio de memoria también representa una forma de reparación simbólica, tal como lo estableció la Comisión Rettig y como lo afirma la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en sus Principios sobre Políticas Públicas de Memoria en las Américas, adoptadas en 2019. Ahora, en cuanto al debate ético-político, aún estamos en deuda. Hace años venimos promoviendo una Comisión de la Verdad para el caso específico de Colonia Dignidad, que permita dar una discusión más grande sobre la situación de las víctimas.  

A partir de series televisivas como “Colonia Dignidad: Una secta alemana en Chile”, ¿cuánto ayuda en la narrativa y el relato de tolerancia cero a estos crímenes?
EH: No sé si hay una contribución a la tolerancia cero, eso tendría que estudiarlo. Pero sí desde 2015 en adelante, con la película de Gallenberger, Colonia Dignidad, ha habido un boom creativo en este caso. En lo personal, pienso que esto contribuye a poner el tema en el debate público y pensar qué fue la Colonia en Chile, sus orígenes en Alemania, la situación de las víctimas y la posición de las autoridades de ambos países. Sin embargo, también hay que analizar con más detalle las complejidades de asumir este tema como un objeto de creación o banalización, sin considerar las aristas éticas que representa trabajar con historias, aunque sean ficcionadas, que dan cuenta de personas que en su mayoría están vivas y padeciendo aún las consecuencias de los crímenes y la inacción de los Estados. 

EG: Estoy absolutamente de acuerdo. Formas culturales triviales siempre han ayudado a crear un debate público en torno a hechos históricos violentos. Existen miles de películas sobre los crímenes de los nazis que han contribuido a la creación de una perspectiva para las sociedades latinoamericanas. También hay películas como Missing, que han aportado a que las sociedades europeas hayan escuchado alguna vez algo sobre las dictaduras militares de Latinoamérica. Lo que sí es importante es reflexionar y cuestionar las narrativas de esas películas, que por decisiones cinematográficas muchas veces simplifican el contexto histórico.

-Ustedes escribieron una columna de rechazo a lo que hizo El Mercurio de incentivar una colección de figuritas de soldados de las SS. ¿Recibieron algún comentario del diario? ¿Cómo creen que el Estado chileno debería responder a estas prácticas? 
EG: En Alemania todo tipo de homenaje a simbología y grupos del régimen nazi están prohibidos. La prohibición debe ir acompañada siempre por procesos educativos para explicar el motivo de la prohibición. En Chile y otros países latinoamericanos es posible comprar Mi lucha u otros libros con propaganda nazi libremente en la calle. Existe una fascinación por el militarismo.

EH: Estamos en un momento complejo como país. A nivel político es posible hallar voces que se permiten negar crímenes y relativizar los hechos históricos.Aún nos falta mucho por hacer en materia de derechos humanos. Quizás un ejemplo positivo es la reciente sentencia por los dichos de Johannes Kaiser. Los derechos humanos no son un asunto del pasado ni privativo a sectores de izquierda o progresistas. Nos pertenecen, son un asunto del presente y del futuro de nuestras democracias, y nos compete una responsabilidad ciudadana.

-Por último, con todo lo que han estudiado e investigado este caso, ¿qué entendían estos líderes alemanes por “dignidad”?
EH: Es difícil responder a esta pregunta con precisión. Sin embargo, si uno mira los estatutos de la Sociedad Benefactora y Educacional Dignidad (SBED), estos señalan que la misión es “brindar ayuda a la juventud y niñez desvalida (…) a fin de labrarse una vida digna (…) sobre la base de ideas y de una moral cristiana sin hacer diferencias de religión”. La dignidad es un concepto que ha estado presente en la historia como un valor desde el humanismo y que se refuerza con la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948. No obstante, la historia de esta Colonia fue precisamente la perversión de ese ideario. Tenemos un gran desafío en nuestro trabajo con las personas afectadas en la restitución de esa dignidad.

 

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