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«Retratos de la Memoria»: un plano general de nuestro Chile CULTURA|OPINIÓN

«Retratos de la Memoria»: un plano general de nuestro Chile

Ricardo Rojas Behm
Por : Ricardo Rojas Behm Escritor y crítico, ha publicado “Análisis preliminar”, “Huevo de medusa”, “Color sanguíneo”, además de estar publicado en diversas antologías en Chile y el extranjero.
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Lo interesante es que con esta muestra el museo se abre a la posibilidad de que el público participe co-construyendo un relato-retrato común que destaca por su simpleza y espontaneidad, recuperando aquello que muchas veces termina olvidado, o transándose en una feria persa y que se pierde como registro o que simplemente pasa sin pena ni gloria, pero aunque no lo parezca, forma parte de este continuum histórico que comunitariamente se construye a través de un ejercicio colectivo de memoria patrimonial, que como ya se dijo no obedece a uno u otro momento tiempo, sino que es el resultado de una exhaustiva exploración, tan diversa como dúctil, y que en definitiva no entrega señales para prefigurar el eje identitario de una nación, que nos permite reconocernos en nuestros quehaceres más simples. Cada uno de los cuales queda plasmado en un libro y una exposición que da cuenta de este periplo.


«La fotografía y la escritura son un intento por capturar esos momentos antes de que desaparezcan. Establecen recordatorios para dar un sentido a la vida».

Isabel Allende

Pese a los avances tecnológicos, seguimos creyendo que una fotografía atesora además de los recuerdos, ese instante irrepetible en el cual compartimos, y por eso le otorgamos un valor que sólo la memoria puede contener, pues ella es la que retrotrae nítidamente aquello que ya se fue, tal cual lo afirma Marcel Proust en su libro “En busca del tiempo perdido”, cuando dice que “vale más soñar la vida propia que vivirla, aunque vivirla es también soñarla”. Lo que a ratos parece un juego de palabras, no es otra cosa que lo que la fotografía logra, cubriendo con ese particular halo, hasta el instante más pedestre.

Es precisamente eso, lo que busca “Retratos de la memoria”, que en esta oportunidad cumple 15 años, rescatando la diversidad de nuestros territorios, a través de una selección de fotografías compartidas por la comunidad, captadas entre 1890 a 1990, con un periplo en el que a diferencia de otros repositorios visuales de registro, pone el acento en el chileno común que echa mano del álbum familiar, dando a conocer ese día que conoció el mar, la nieve o cuando tuvo que trabajar a los 17 años en la Ronda médica, que en 1978 era una ayuda crucial para los lugareños de Colchane, en la frontera chileno-boliviana a 4.500 metros sobre el nivel del mar en la Región de Tarapacá, o quizás estás rememorando la primera comunión con tus hermanos, o eres parte de un desfile escolar en la localidad de Portezuelo.

Un patrimonio sin igual que da cuenta de la ritualidad cotidiana que vivimos, y de la cual apenas existe registro o al revés, es un material fotográfico invaluable, escazas veces considerado pero que, el área de Mediación y Educación del Museo de Bellas Artes de Santiago, año a año rescata a través de una convocatoria abierta en donde el protagonista es la gente, ya que la idea central es darle un carácter fundante que logre articular una genealogía, geografía y cronología de un Chile en cierto modo inapreciado, y como afirma María José Cuello González, profesional del área de Mediación: “Esta recapitulación es una oportunidad para conversar sobre las historias de personas anónimas, mencionadas como ‘no celebridades’, y que quedan fuera de los relatos oficiales, pero que merecen ser contadas”.

«Retratos de la Memoria», además llena un vacío importante en el hecho de visibilizar y democratizar el registro, y lo demuestran los más de 3.000 participantes, que se han ido sumando desde los rincones más apartados del país, adaptándose a temáticas tan disímiles como: Juegos y juguetes, Entorno, inmigrantes y pueblos originarios, Música y danza, Historias de escolaridad, Nuestra vida cotidiana en tiempos de transformación social, sólo por citar algunos que ciertamente develan un espectro que en la medida que se amplía nos muestra las facciones más emotiva de ese chileno anónimo, como tú o como yo, que es parte de un contexto en el cual participan no sólo el pasado remoto, ni tampoco, ese pasado reciente -por todos conocido- y que de una u otra manera nos hacemos cargo en otros escenarios, porque como dice en una inscripción en el Estadio Nacional: “Un pueblo sin memoria es un pueblo sin futuro”.

Lo interesante es que con «Retratos de la memoria» el museo se abre a la posibilidad de que el público participe co-construyendo un relato-retrato común que destaca por su simpleza y espontaneidad, recuperando aquello que muchas veces termina olvidado, o transándose en una feria persa y que se pierde como registro o que simplemente pasa sin pena ni gloria, pero aunque no lo parezca, forma parte de este continuum histórico que comunitariamente se construye a través de un ejercicio colectivo de memoria patrimonial, que como ya se dijo no obedece a uno u otro momento tiempo, sino que es el resultado de una exhaustiva exploración, tan diversa como dúctil, y que en definitiva no entrega señales para prefigurar el eje identitario de una nación, que nos permite reconocernos en nuestros quehaceres más simples. Cada uno de los cuales queda plasmado en un libro y una exposición que da cuenta de este periplo.

Asimismo, el hecho de invitar a nuevas posibilidades constituye un aporte, ya que de esta praxis pueden surgir otras vertientes que nos permitan palpar más de cerca a ese Chile que por sobre el territorio se construye mediante la transformación e inclusión permanente, y de seguro que en la medida que este «Retrato de la Memoria» avanza en los años, va a ir mostrando un semblante distinto, y muchísimo más diverso.

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  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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