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Verano: mucho más que sol CULTURA|OPINIÓN

Verano: mucho más que sol

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Ricardo Rojas Behm
Por : Ricardo Rojas Behm Escritor y crítico, ha publicado “Análisis preliminar”, “Huevo de medusa”, “Color sanguíneo”, además de estar publicado en diversas antologías en Chile y el extranjero.
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De todos modos, mi intención no es dar lecciones, sino ver cómo hacer que la gente se interese, y creo firmemente que hay que buscar maneras de dar visibilidad a los artistas y sus obras, ya sea en un formato ferial abierto, o resignificando los espacios perdidos existentes para ir acortando esta tremenda brecha. Incluso con pequeñas manifestaciones, como ocurre en las plazas y costaneras de las ciudades de Valdivia y Valparaíso, donde uno se encuentra con artistas callejeros, emergentes bandas de rock y fotógrafos que necesitan apenas de un cordel y la muestra está montada, o grabadores a quienes les basta un mínimo espacio para mostrar sus xilografías, muchas de ellas impresas con una cuchara a falta de una prensa, pero que así y todo no claudican, sino que perseveran, demostrando que el verano es mucho más que sol y que el arte puede y debe estar en todas partes.


Convengamos que en muchas ocasiones tenemos el convencimiento que abrir nuevos espacios culturales es como desarrajar un tanque. Sin embargo, al hacer un balance el saldo termina siendo positivo, ya que basta mencionar la versión número XII del Congreso Futuro: Sin límite real, y de inmediato vemos como este evento gratuito y abierto a la ciudadanía, que se desarrolla cada enero con la idea de democratizar el conocimiento, echa por tierra las aprensiones acerca de la imposibilidad.

Un evento al cual sumo el Festival Internacional Teatro a Mil: Atraviesa tu vida, que por 30 años ha descentralizado las artes escénicas de Chile y Latinoamérica, trasladándolas a distintas regiones y transformando plazas, parque y calles en grandes escenarios.

Si de escenarios se trata, grata sorpresa me llevé cuando a fines de enero visité la primera versión de la Feria de Arte Contemporáneo temporal FAST, una actividad emplazada en el subterráneo del Edificio Gibraltar, demostrando que el lugar puede ser perfectamente el subsuelo o el estacionamiento de un edificio, y ahí disponer del espacio de 1.500 metros, dividido en tres espacios cerrados: uno de ellos ocupado por Worm, espacio curatorial de Valparaíso que exhibe los trabajos del último año; otro donde el artista internacional Ali Yass expuso nueve piezas; y un tercero destinado a nuevos medios.

Lo que en suma permite mostrar las obras de 40 artistas, tanto consagrados como emergentes, y que adquiere gran valor, ya que me hace reflexionar en torno a cómo redescubrir espacios, y no encerrarse en la idea de que todo debe ser parte de un circuito enmarcado por los museos o las galerías validadas por una masa acotada y que permanentemente las visita.

Punto crítico que me trae a la memoria a la Galería Callejera (2017) que pululó por Santiago instalada en un vehículo utilitario transformado en una sala de exposiciones tipo vitrina que exhibía diversos proyectos artísticos (desde instalaciones a video arte) y que por el hecho de ser una apuesta itinerante que recorrió varias comunas, rompió con la hegemonía cultural imperante, abriendo la posibilidad a que sectores periféricos también accedan al arte.

Otro ejemplo válido, es el de One Moment Art, plataforma de creación y difusión de proyectos en artes visuales, que el 2018 convocó a 20 destacados artistas de la escena nacional distintas disciplinas a intervenir dos importantes casas patrimoniales ubicadas en la comuna de Providencia del Conjunto de Conservación Histórica ubicado en calle Triana (Ex – Avenida Las Lilas). Una experiencia Site Specific que retomó esta la reflexión sobre los potenciales espacios expositivos y su relación con el objeto estético.

Posibilidades ciertas que de alguna manera toman cuerpo y que nos hacen pensar en la Feria del libro instalada desde 1981 en el Parque Forestal, pero que a principios de los noventa se trasladó a la Estación Mapocho cuando se transformó en centro cultural, dejando su objetivo de central de difusión, por otro bastante más lucrativo.

Síntoma que lo podemos constatar en la mayoría de las ferias “artesanales”, que hoy se han ido transformando en lugares, por decir lo menos “híbridos”, donde muchos de los productos que se comercializan son hechos en serie, y muy alejados de la escala humana. Algo que por cierto me trae a la memoria La Feria artesanal o feria de artes plásticas del Parque Forestal, que funcionó entre los puentes

Purísima y Loreto, como una de las expresiones más fieles de la cultura popular y artística, en la cual convivían artistas visuales y artesanos e incluso existe un registro fotográfico de Antonio Quintana del año de su inauguración en 1959, cuando Violeta Parra tuvo su puesto en dicha feria.

Sin embargo, lo más interesante fue, que para los artesanos el principal requisito era que debían trabajar in- situ sus piezas, como una forma de legitimar un oficio del cual, hoy cualquiera que adquiere productos muchas veces hechos en China se arroga el derecho de decirse artesano, extraviando el objetivo base que une cabeza y mano, y que genera no sólo un vínculo con el espectador, sino un relato colectivo que hace que lo comercial quede en otro plano.

De todos modos, mi intención no es dar lecciones, sino ver cómo hacer que la gente se interese, y creo firmemente que hay que buscar maneras de dar visibilidad a los artistas y sus obras, ya sea en un formato ferial abierto, o resignificando los espacios perdidos existentes para ir acortando esta tremenda brecha. Incluso con pequeñas manifestaciones, como ocurre en las plazas y costaneras de las ciudades de Valdivia y Valparaíso, donde uno se encuentra con artistas callejeros, emergentes bandas de rock y fotógrafos que necesitan apenas de un cordel y la muestra está montada, o grabadores a quienes les basta un mínimo espacio para mostrar sus xilografías, muchas de ellas impresas con una cuchara a falta de una prensa, pero que así y todo no claudican, sino que perseveran, demostrando que el verano es mucho más que sol y que el arte puede y debe estar en todas partes.

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  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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