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Filósofo y científico italiano advierte que turismo masivo podría destruir riqueza natural de islas del Cabo de Hornos CULTURA|CIENCIA

Filósofo y científico italiano advierte que turismo masivo podría destruir riqueza natural de islas del Cabo de Hornos

Emanuele Coccia, profesor de la Escuela de Estudios Superiores en Ciencias Sociales de París, recorrió la zona en los últimos días. Ricardo Rozzi, director del Centro Internacional de Estudios Cabo de Hornos, considera que el archipiélago Cabo de Hornos debe mantenerse libre de hoteles. Como alternativa proponen “turismo con lupa”, cuidadoso y respetuoso con la naturaleza.


La irrupción de un turismo masivo puede destruir la riqueza natural de Cabo de Hornos, advirtió el filósofo y científico italiano Emanuele Coccia, quien visitó el archipiélago en los últimos días.

El pensador, especializado en estudios de la naturaleza de la realidad y la percepción, profesor de Filosofía y miembro del Laboratorio de Antropología Filosófica de la Escuela de Estudios Superiores Sociales de Paris, fue invitado a este viaje por el Centro Internacional Cabo de Hornos para Estudios de Cambio Global y Conservación Biocultural, CHIC (por sus siglas en inglés), la Embajada de Francia y el Instituto Chileno Francés.

Autor de varios libros, entre ellos “La vida del sensible” y “La naturaleza de las cosas”, donde aborda temas como la naturaleza de la percepción y las relaciones entre la mente y el cuerpo y la ciencia y la filosofía, a su regreso de Cabo de Hornos comparó este territorio con el Amazonas por su significado para el planeta. Advirtió, sin embargo, que está amenazado de destrucción en poco tiempo si no se previene la llegada de un turismo indiscriminado.

El filósofo y científico italiano Emanuele Coccia y el director del Centro de Estudios Cabo de Hornos, Ricardo Rozzi, durante su recorrido por el archipiélago austral.

Tan importante como el Amazonas

Coccia expresó que el archipiélago de Cabo de Hornos es un lugar como el que no se puede encontrar en ninguna otra parte del mundo: “Sobre todo para un europeo. Porque en Europa no hay lugares que hayan sido producidos exclusivamente por seres no humanos y que son claramente mucho más hermosos que los producidos por los humanos”.

Le asombró ver el paisaje “como un devenir. Ver todas las etapas de la producción de la naturaleza por los seres vivos por sí mismos. Es como ver un libro de ecología abierto ante los ojos”.

La protección que considera se le debe asegurar tiene que ver con esto: “porque es la fuente de la Tierra. No es conservar el pasado. Es dejar trabajar la fuerza que produce el futuro”.

En el recorrido pudieron constatar que “hay culturas que se han integrado perfectamente con los otros seres naturales y esta es una enseñanza que nosotros hemos perdido y debemos reaprender. Eso es la ecología, producir una buena sociedad entre seres vivos”.

Desde ese punto de vista, asegura, “todo ecosistema ha sido producido culturalmente por esos seres vivos y por los seres humanos que han intervenido. Es la hipótesis última de toda ecología. Un ecosistema no es solamente físico sino también social y cultural”.

En virtud de estos conceptos considera que el archipiélago de Cabo de Hornos “desde un punto de vista estratégico es importante como la Amazonía. Se transformó en un ícono de las batallas ecológicas. Y este ecosistema de Cabo de Hornos es aún más rico. En el sentido que hay mucha más biodiversidad, del número de las especies, de la combinación del tipo de paisajes. Por lo tanto, Cabo de Hornos debería ser otro ícono de la batalla ecológica planetaria”.

“Criminal”

“Aquí”, expresó Coccia en relación a Cabo de Hornos, “es cómo si toda la historia de un paisaje estuviera ante nuestros ojos simultáneamente. Como si a un ser humano lo pudiéramos ver simultáneamente como niño, joven, adulto y viejo en el mismo cuerpo. Nunca había visto esta pluralidad de cronología de un mismo ecosistema”.

“Toda isla de este archipiélago, subraya, es un museo de su historia natural, pero también un museo de arte contemporáneo porque se puede ver lo que pasará en 20, 40 años. Y toda isla es también un artista que está pensando cómo transformarse en el futuro. Es un aspecto muy surrealista de estos lugares”.

Advierte el peligro que representaría la llegada a esa zona de un turismo descontrolado: “La invasión de un turismo masificado podría destruir todo. Masificado en un sentido estúpido. El turismo de los cruceros, en que no se ve nada, donde la mirada es muy vaga. Es como venir a comer McDonald aquí”.

A su juicio se debe poner atención a que “estos lugares ya están ocupados por los seres que los han construido. Nosotros siempre partimos del presupuesto de que, por ejemplo el espacio en que ahora están París, Puerto Williams, Santiago, Nueva York, Sidney, estaban naturalmente destinados a albergar eres humanos. Pero no es así. Toda ciudad es, sin intención brutal, una forma de genocidio de otros seres. Es ocupación de un espacio que estaba ocupado por otros”.

Sostiene que esto no debe permitirse en Cabo de Hornos: “tenemos que comprender que instalarse en estos lugares de manera rápida, instantánea, improvisada, es producir un genocidio irreversible. Instalar hoteles en una de estas islas sería como tomar Roma y destruir el Coliseo, el Foro, para instalar edificios modernos”.

“Todos estos paisajes, continúa, son la acumulación de una historia milenaria, de millones de años, donde hay monumentos que no podemos destruir. En el mismo sentido de que si alguien destruye el Coliseo, todo el mundo lo calificaría como un actor irresponsable, criminal. Lo mismo sería si se hiciera con estas islas”.

Coccia realizó el recorrido junto al científico Ricardo Rozzi, director del Centro Internacional de Estudios Cabo de Hornos, doctor en Ecología y profesor titular de las universidades de North Texas y de Magallanes. Rozzi considera que el archipiélago Cabo de Hornos debe mantenerse libre de hoteles.

Se estima que la presencia de establecimientos sería incompatible con los compromisos adquiridos por el Estado chileno debido a que ese territorio se encuentra en el núcleo de la reserva de la biosfera Cabo de Hornos.

A ése respecto enfatiza: “Sí se deben hacer hoteles en Puerto Williams, pero no hacerlos en la zona núcleo. Sería como matar la gallina de los huevos de oro. Instalar un hotel en la isla Hornos es como poner un hotel en la cumbre del Everest”.

Evitar una situación de esta índole, manifiesta, responde a criterios estéticos, “si vamos a tener un McDonald en Cabo de Hornos ya no es el lugar fin del mundo”. Pero subraya que también su ajusta a valores éticos, para lo que recurre a una cruda analogía: “La ética supone respetar las regulaciones. Entonces, que los hoteles se instalen donde se pueden instalar; es decir en la zonas de transición de la Reserva de la Biosfera Cabo de Hornos, no en sus zonas núcleo. Voy a hacer una analogía que es la que he usado para hablar con las autoridades. Si uno tiene una casa, con una familia, uno enseña a sus hijos y se respeta en general, salvo un accidente extraño, ir al baño a hacer las necesidades corporales. Orinar en el baño, defecar en el baño, ducharse. No lo haces en el comedor ni en la cocina. Porque ya sabemos que habría gérmenes. El problema es querer ir al baño y defecar en la mesa del comedor u orinar en el lavaplatos de la cocina”.

En cuanto a los cruceros, cree que se debe controlar su ingreso a Cabo de Hornos y que los visitantes deben pagar por el acceso a los parques nacionales de la Reserva de la Biosfera. “No puede ser, enfatiza, que el Estado de Chile permita que sus parques nacionales sean visitados por turistas con altos niveles de ingreso sin pagar”. El tema lo han estudiado y han constatado que entre los turistas “hay una buena disposición a pagar”.

Las regulaciones a la circulación de este tipo de embarcaciones también se han adoptado en otros países como Noruega e Italia. En este último a través de medidas que impiden, por ejemplo, su entrada al centro de Venecia.

Como alternativa al turismo masivo, Rozzi con su equipo han desarrollado el concepto de “turismo con lupa”, que busca promover una forma de ejercerlo cuidadosa y respetuosa con la naturaleza. En su implementación han acuñado variantes como el “bosque en miniatura” para referirse a la extraordinaria riqueza de musgos, líquenes, hongos y diminutos invertebrados que viven en Cabo de Hornos.

“Parar” la olla de todos

Subraya que el núcleo especialmente protegido es proporcionalmente reducido en comparación a la superficie total del Parque Nacional Cabo de Hornos.

“Son 45 mil hectáreas, especifica, dentro de 5 millones, que quedan libres de acuerdo a la zonificación aprobada en la Reserva de la Biosfera Cabo de Hornos. En otros lugares, con ordenamiento territorial y con regulación, es posible hacer otras cosas”.

Aclara que no está en contra iniciativas que puedan contribuir al desarrollo, “no se trata de parar el mercado, necesitamos una economía buena, necesitamos como decimos en Chile parar la olla, y que todos la puedan parar. Mi interpretación de las palabras de Emanuele coincide con esto. Hay que parar la olla de los árboles, hay que parar la olla de los gansos silvestres, hay que parar la olla de los glaciares, parar la olla de las rocas y parando esas ollas vamos a parar las ollas de todas las comunidades humanas también”.

Un filósofo en el fin del mundo

La agregada de Cooperación Científica de la Embajada de Francia y el Instituto Chileno Francés, Julie Le Gall, expresó que en antecedentes de que en la zona austral de Chile “hay un gobierno regional que está apoyando la investigación científica, pusimos el foco en esa región”. Lo que se da, comenta, en coincidencia con las inversiones que están llegando al mismo punto en relación al hidrógeno verde, “en lo cual las empresas francesas participan de un modo clave”.

“Entonces, explica, la apuesta política que hacemos es acompañar estas acciones económicas con acciones científicas”.

En este marco sitúa lo que ha significado la presencia de Emanuele Coccia: “invitar a un filósofo al fin del mundo no es cualquier gesto porque podríamos haber invitado a un ecólogo o alguien de ciencias exactas. Pero la propuesta fue un filósofo que piensa los vínculos interespecies, un filósofo que tiene voz en Francia, en Europa y en el mundo académico”.

Su conclusión es que entre el CHIC, la Embajada de Francia, el Instituto Francés y la Universidad de Magallanes, “se ha creado un espacio de mediación y colaboración hacia el futuro. Para que las transformaciones que están ocurriendo en este territorio se produzcan sin perder nunca el sentido de cuestionarnos sobre las acciones que estamos haciendo. Es posible que mañana esto dé lugar a publicaciones, libros, formación de jóvenes, otros vínculos académicos. Estamos seguros de que algo va a salir de esto”.

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