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Juan Carlos Poveda: “Mazapán ofreció un mundo lleno de belleza, naturaleza, delicadeza, magia” CULTURA

Juan Carlos Poveda: “Mazapán ofreció un mundo lleno de belleza, naturaleza, delicadeza, magia”

En su obra dedicada al grupo, el autor estudia la trayectoria de este grupo musical que puso en la escena artística el entretenimiento para niños y niñas en dictadura, analizando sus composiciones que van desde la música medieval hasta la contemporánea.


Una publicación de Ediciones UAH busca relevar el legado que tuvo —y sigue teniendo— la agrupación musical Mazapán en sus inicios junto a las representaciones de las infancias en diferentes épocas.

Se trata de “Infancias de Mazapán”, que se divide en tres grandes capítulos: la infancia compleja, la infancia televisiva y la infancia protegida.

En la obra, Juan Carlos Poveda estudia la trayectoria de este grupo musical que puso en la escena artística el entretenimiento para niños y niñas en dictadura, analizando las composiciones de Mazapán que van desde la música medieval hasta la contemporánea.

–  ¿Cómo surgió la idea de escribir Infancias de Mazapán?

—El proyecto surge realmente hace unos diez años al percatarme que, a pesar de la trascendencia y profundidad del trabajo de Mazapán, no existía ninguna publicación académica o de difusión en formato libro que diera cuenta de su carrera y su legado. De este modo, luego de algunos intentos fallidos y de finalizar mi doctorado —en el cual abordé una temática completamente distinta—, postulé la propuesta al Fondo de la Música 2021 del Mincap y la investigación pudo llevarse a cabo.

– ¿A qué atribuyes el éxito que llegó a tener Mazapán entre los años 80 y 90?

— A una combinación de factores. Por una parte, a las diversas invitaciones que reciben por parte de productoras/es de programas televisivos dirigidos hacia la infancia con una mirada sensible a lo estético y educativo. Y por otra, más importante, a la entrega y convicción de cada una de las integrantes de Mazapán para concebir un trabajo generoso y de calidad.

– ¿Es posible imaginar la agrupación musical en la televisión actual?

—Creo que la televisión tradicional no es un formato que sintonice con la infancia contemporánea. Sí veo posible un programa alojado en plataformas de streaming como Netflix, o bien, la continuación del trabajo que la agrupación ha realizado junto a diversas productoras audiovisuales y que circulan actualmente por YouTube.

– ¿En qué contribuyó la agrupación musical en el contexto sociopolítico en los años de dictadura?, ¿podríamos decir que Mazapán funcionó como un agente de contención ante un contexto complejo en Chile?

— Entre las distintas formas que la infancia percibió y vivió la dictadura, Mazapán ofreció, sobre todo en sus años televisivos, un mundo lleno de belleza, naturaleza, delicadeza, magia e ingenuidad que, si bien se conectaba con el mundo exterior, este lo hacía evitando las asperezas de la realidad social y sus profundas desigualdades, injusticias y violencias; las tensiones de la realidad política y la polarización entre partidarios y adversarios al régimen. En adición, este espacio para la imaginación y expresión, libre de violencia, también estaba protegido ante la ambición de una pujante sociedad de consume que veía en niñas y niños presentaban un nuevo y fértil perfil de consumidor.

– Ante el denominado “apagón cultural”, ¿cuál crees que fue la mayor contribución de Mazapán a la cultura de la televisión del país?

– A mi juicio fue ofrecer una propuesta en la que fue posible apreciar una intención de estimular la curiosidad y sensibilización en niñas y niños respecto a su entorno natural, esto en reemplazo de la “entrega” de una apreciación digerida y codificada desde el mundo adulto. Para el logro de esos objetivos se excluyeron elementos propios de algunos programas dirigidos a la infancia de aquel entonces: música intensa, gritos, concursos y publicidad. Tampoco se consideró la inclusión de series animadas importadas, por entonces predominantes dentro de la programación infantil, y criticadas además por su contenido violento. No se incluyeron personajes de fantasía dentro del elenco, pues, con excepción de secciones específicas —cuentos, sketches o canciones—, la conducción del programa se desarrolló con las integrantes de Mazapán actuando y vistiendo de manera cotidiana.

Otro punto muy significativo, en términos de legitimación de la voz infantil, fueron los segmentos con producciones audiovisuales protagonizados por niñas y niños que podían figurar hablando de cómo construir una nave espacial, chistes, cocinando, bailando, actuando y cantando. Esto se diferenciaba radicalmente de los mencionados espacios de expresión y participación infantil de otros programas, donde la presencia de niñas y niños —escogidos muchas veces por sus atributos físicos— se limitaba a constituir un público observador, obediente, disponible para competir en concursos y responder las preguntas de un/a conductor/a.

– ¿Crees que existe una deuda nacional en el fomento de programas que incentiven la experiencia artística y pedagógica en niños y niñas como lo hizo Mazapán?

— Sí, lo creo. Ahora bien, creo que la mayor responsabilidad está en madres, padres y cuidadores, quienes envenenan a los niños a su cargo con endulzantes cancerígenos y alimentos procesados, empobreciendo su además su desarrollo neurológico, afectivo y social al volverlos adictos a un abuso de pantallas interactivas. Han surgido diversas iniciativas privadas y estatales, apoyadas por organismos como el Consejo Nacional de Televisión, ministerios como el de Educación o las Culturas, Artes y Patrimonio, pero está en nuestras manos como adultos responsables tomar un rol más activo en la generación de conciencia de los significados e incidencias de la infancia en nuestra sociedad para promover y fortalecer dichas iniciativas.

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