El documentalista español Oskar Alegría en “Zinzindurrunkarratz” decidió recuperar el camino de la trashumancia que hacían los pastores de su pueblo a las montañas, su idea era filmarlo con la vieja cámara súper-8 de su familia, pero descubre que, tras 41 años sin usarse, ya no recoge el sonido.
El jueves 23 de noviembre el Festival Internacional de Documentales de Santiago (FIDOCS), anunció las películas seleccionadas en cada una de sus tres competiciones. En la Competencia Internacional la ganadora fue Zinzindurrunkarratz, del español Oskar Alegría.
El cineasta decide recuperar el camino de la trashumancia que hacían los pastores de su pueblo a las montañas, su idea es filmarlo con la vieja cámara súper-8 de su familia, pero descubre que, tras 41 años sin usarse, ya no recoge el sonido.
“yo creo que las películas llegan a mí, he hecho tres documentales y bueno uno no está distraído, sino que está con las antenas puestas como hacen los burros, que siempre dirigen las orejas para todas las direcciones y ahí entra una historia”, señala el cineasta a El Mostrador.
“Un buen día revise el armario donde se guardaban las cámaras de fotos y encontré esta cámara Súper 8 que es la cámara que registró nuestra infancia y llevaba 41 años sin usarse y descubrir que había un pequeño milagro que era que todavía funcionaba. Le puse baterías nuevas y hacía un sonido, pero otro pequeño milagro para mí más grande fue que no recibía sonido”, agrega.
En ese sentido, recalca “a mí me gustan mucho los accidentes, creo que hay una poética, hay un lenguaje nuevo en las cosas que no funcionan del todo, porque desarrollan un virtuosismo por otra parte”.
“A lo que tú asistes es a una correlación de imágenes mudas que de vez en cuando tienen un sonido que las pega, y los elementos sonoros van uniendo esos silencios, no es un inventario de silencios y eso me parece muy importante a la hora de hablar de la memoria y también que hagamos una invitación a contemplar el silencio”, manifiesta.
