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Director del documental “El que baila pasa”: “Hay drama, absurdo y también ternura”

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Marco Fajardo Caballero
Por : Marco Fajardo Caballero Periodista de ciencia, cultura y medio ambiente de El Mostrador
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“Durante las primeras semanas del estallido social fui recolectando las imágenes que iban apareciendo en redes sociales, sin saber muy bien si iba a servir como una película o no”, recuerda Araya. Este jueves, a las 19:15 horas, habrá una función en el Centro Arte Alameda (Arturo Pratt 33).


Este jueves se estrenó “El que baila pasa”, el documental del cineasta Carlos Araya Díaz.

La película observa con distancia, ironía y reflexión las vivencias de chilenos durante el estallido social, deambulando entre el drama, el absurdo, la ilusión y el fracaso que se desprenden de registros ciudadanos realizados durante las manifestaciones de 2019.

A través de una mezcla de documental, ficción y ensayo, Araya y la coproductora María Paz González construyen la historia de un ser del más allá que vuelve a Chile durante 2019 y se encarna en un trabajador que sueña con un estallido social.

Gracias a Miradoc, “El que baila pasa” está disponible en salas de Iquique, Antofagasta, Copiapó, Ovalle, Valparaíso, Los Andes, Santiago, Concepción, Valdivia, Puerto Varas, Puerto Montt, Coyhaique y Punta Arenas (buscar por ciudad AQUÍ).

“Durante las primeras semanas del estallido social fui recolectando las imágenes que iban apareciendo en redes sociales, sin saber muy bien si iba a servir como una película o no”, recuerda Araya.

“Tiempo después me fui dando cuenta que en esos registros había algo más complejo y más interesante de lo que uno podía hacer desde el cine profesional. En esos registros iba quedando patente la huella de esas personas en términos de qué decidían grabar, se incluían o no sus voces. Hay en la película muchos registros donde las personas se vuelven una especie de cronistas de lo que está ocurriendo, con distintos puntos de vista también”.

La película le da espacio no solo a registros “centrales”, sino también “a lo lateral, por ejemplo, aparece una pugna en dos vecinos de Lo Barnechea, hay un vecino que le dice váyase a protestar a otro lado, vayase a Maipú, allá donde queman las papas, entonces también aparece lo regional en esta película, aparece el norte, el sur”.

En el caso del realizador, él vivió el estallido en Santiago.

“Soy de Calama, pero vivo en Santiago y recuerdo perfecto ese día, estaba con mi hija, la fui a buscar a su jardín, no había movilización, tuve que cruzar la Alameda en brazos con ella. Entonces se mezcla ahí una cuestión de aprender a ser el padre”.

Además la película se permite mirar ciertas obras del pasado del cine chileno, como cortometrajes de Pedro Chaskel, hay fragmentos de Raúl Ruiz también, “pero también mirado desde la estética de las redes sociales, es decir, del marco vertical”.

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