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Te tere ré teré te te!!: Chile elimina a Uruguay y camina a paso firme a la final (video) Con gol de Isla, la Roja doblega a un complicado equipo charrúa

Te tere ré teré te te!!: Chile elimina a Uruguay y camina a paso firme a la final (video)

Con un gol de Mauricio Isla, cuando sólo quedaban diez minutos de juego, la Selección se impuso con toda justicia a un cuadro “charrúa” muy poquita cosa futbolísticamente hablando.


Fue una explosión pocas veces vista. La pelota, pateada con alma y vida por Isla, pasó entre las piernas del Cebolla Rodríguez batiendo a Muslera y llegó a las mallas derribando, después de 80 minutos de juego, la fortaleza que había diseñado Uruguay para jugarse su opción en algún contragolpe, en alguna pelota detenida y, por qué no, en los penales.

Para la Roja la semifinal de la Copa América estaba ahí, al alcance de la mano. Quedaban apenas 10 minutos de juego y lo cierto es que, a partir de ese momento, la incertidumbre sólo tenía asidero en la historia. En esa historia que cuenta que Uruguay nunca va a estar vencido sino hasta que suene el pitazo final. Porque este equipo de Tabarez, futbolísticamente hablando, había sido muy poquita cosa.

En diez minutos, se sabe, pueden pasar muchas cosas. Sólo que esta Celeste, salvo marcar con una aplicación que ya constituye casi un sello de fábrica, y golpear mucho, pero siempre con pelota de por medio, carecía de recursos como para intentar torcer su destino y escribir una nueva hazaña. De tanto no dejar jugar, los jugadores uruguayos se olvidaron de jugar ellos, al punto que sobran los dedos de una mano para registrar sus llegadas al arco de Bravo con cierta dosis de peligro.

Se sospechaba que, inferior en cuanto a fútbol, Uruguay optaría por la cautela. Que replegaría sus líneas para achicarle los espacios a una delantera rápida y que cuenta con hombres capacitados para prevalecer en el mano a mano. Que basaría sus posibilidades de éxito en alguna escapada de Rolan o de Cavani. Que centraría sus mayores esfuerzos en alguna pelota detenida, única forma de que sus grandotes del fondo –Godín y Jiménez- se atrevieran a cruzar la mitad de la cancha.

Todo eso se sabía, sólo que los dirigidos del “Maestro” Tabarez exageraron la nota. Su propuesta ofensiva fue tan tacaña, tan cicatera, que por largos minutos daba la impresión que Uruguay fundaba todas sus posibilidades de clasificación en el cero a cero que posibilitara una definición por penales.

Frente a un cuadro tan defensivo, tan cerrado, y cuyos jugadores se juegan el alma en cada pelota, la Roja –como también se suponía y el buen criterio aconsejaba- optó por un fútbol a ras de piso, de combinaciones rápidas, pero con demasiada ansiedad que, en este caso, era la principal enemiga de la precisión.

Ofensivamente, la Selección armó varias jugadas que la acercaban al gol, pero la posibilidad se frustraba una y otra vez porque siempre falló el último toque y porque la defensa uruguaya no regalaba un centímetro de terreno.

En ese panorama se hicieron evidentes los males endémicos del fútbol chileno. Por ejemplo, la falencia en el juego aéreo. Estaba bien que se privilegiara intentar a ras de piso, pero como al parecer había prohibición de levantarla, varias entradas por la derecha, con Isla muy activo, terminaban en exceso de pases que facilitaba la resolución uruguaya.

Para decirlo pronto, Chile chocaba una y otra vez contra un murallón celeste.

Y aquí es donde cabe señalar otra falencia de nuestro fútbol: la ausencia de remate de distancia, que es toda una posibilidad frente a una defensa tan hermética y efectiva como la uruguaya. Sólo Vidal lo intentó en varias oportunidades, obligando a Muslera, a los 36 minutos, a repeler con los puños una pelota que venía, además de violenta, envenenada.

Los primeros 45 minutos se consumieron entre la búsqueda denodada de la Roja por encontrar el claro y un cuadro uruguayo que cerraba todos los caminos, y que apenas había preocupado a Bravo luego que, ganando una pelota en la salida, Sánchez disparara cruzado, perdiéndose el remate junto a un poste.

En el segundo tiempo, Uruguay casi encuentra el gol “a la uruguaya”. Con pocos recursos para armar alguna jugada colectiva, un tiro libre en mitad de campo chileno buscó, como siempre, la entrada de alguno de los grandotes que ganara por aire. En una de las pocas indecisiones de la defensa roja, la pelota le quedó a Rolán que, sin embargo, frente a la marca que se le venía sólo alcanzó a tocarla suavemente, obligando a Bravo a ir abajo para conjurar el peligro.

Y si Uruguay era poquita cosa, lo fue mucho menos luego que, a los 62 minutos, en forma increíble para un hombre de su trayectoria, Cavani respondiera a la provocación de Jara con un manotazo débil, pero ante el cual el central cayó como fulminado por un rayo. El árbitro Ricci no tuvo otra alternativa que mostrarle al goleador la segunda amarilla, que significó su tempranera partida a los vestuarios.

Si hasta ese momento Uruguay había mostrado un “arratonamiento” que nos hacía recordar que por años la Selección Chilena había jugado de esa forma en canchas foráneas, con diez se diría que se olvidó definitivamente de la ya remota posibilidad de ganar.

Si ya estaba inclinada, la cancha se volcó definitivamente hacia el área uruguaya. Sólo que el gol no salía. Siempre se fallaba en el último toque. Y cuando un balón enviado por Fernández, desde el corner, cruzó todo el arco uruguayo sin que nadie apareciera a empujar la pelota, que sólo eso faltaba, hasta se pensó que, como tantas otras veces, a Uruguay se le estaba dando todo para salirse una vez más con la suya.

Hasta que llegó esa jugada al minuto siguiente. Un centro aéreo (¡sí, aéreo…!) sólo pudo ser despejado de puños por Muslera y Valdivia, en lugar de rematar, se le cedió prestamente a un Isla que al frente tenía menos obstáculos que los que tenía el “Mago”. El derechazo furibundo del “Huaso” hizo estallar el Nacional y al país entero.

Con ese marcador, era absolutamente esperable lo que haría Uruguay. Absolutamente impotente futbolísticamente hablando, de una u otra manera había que ensuciar el triunfo del rival. Más cuando, cuidando el balón, los nuestros la hacían circular por toda la cancha desatando los enfervorizados olés de la galería.

Fucile, que ya tenía amarilla desde el primer tiempo, fue con todo contra Sánchez y Ricci no tuvo otra que exhibirle la segunda amarilla, que decretaba su expulsión. Y en una escena tantas veces vista, los uruguayos –poco acostumbrados a perder, y menos contra Chile- provocaron un entrevero que perfectamente pudo significar, además, la expulsión directa del central Jiménez, quien a vista y paciencia del público y de las cámaras, le dio al guardalínea brasileño un violento empujón.

Los minutos de descuento fueron una fiesta chilena y un padecimiento absoluto para la Celeste, superada en el juego y humillada por los olés que bajaban de todos los rincones del estadio.

Esta vez, al menos, la Roja había escrito la historia. Uruguay se iba de la Copa América resignando su condición de campeón vigente y dando una prueba palpable de que la leyenda que los alimenta viene hace tiempo deteriorándose.

PORMENORES
Fase de cuartos de finales de Copa América.
Estadio Nacional
Público: 45.304
Arbitro: Sandro Ricci (Brasil)

CHILE (1): Bravo; Isla, Medel, Jara, Mena; Vidal, Díaz (70′ Fernández), Aránguiz, Valdivia (84′ Pizarro); A. Sánchez, Vargas (70′ Pinilla).
URUGUAY (0): Muslera, M. Pereira, Jiménez, Godín, Fucile; González, Arévalo-Ríos, C. Rodríguez, C. Sánchez (J. Rodríguez); Cavani, Rolan (57′ Hernández).

GOL: Mauricio Isla, a los 80 minutos.
Tarjetas amarillas: En Chile, Isla, Valdivia y Pinilla. En Uruguay, Pereira, Cavani y Fucile.
Tarjeta roja: Cavani a los 62′ y Fucile a los 88′.

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