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El PDC: ¿partido bisagra o veleta? Opinión

El PDC: ¿partido bisagra o veleta?

Marco Moreno Pérez
Por : Marco Moreno Pérez Decano Facultad de Ciencia Política y Administración Pública, Universidad Central de Chile.
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La estrategia de relevancia política por la que apuestan Fuad Chahin, su directiva y algunos diputados DC, pasa por el hecho de que el agregado de los 83 diputados que hoy conforman la actual mayoría opositora se descomponga no en dos bloques –ex NM y FA–, sino en tres, de forma tal que pudieran resultar viables las mayorías por el juego de coaliciones en tríadas de dos contra uno. La materialización de lo anterior exige, como paso previo, la irrupción en forma del partido bisagra que se debe situar entre socialistas, PPD, radicales, por un lado, y el Frente Amplio, por el otro. A esto es lo que parecen estar apostando implícitamente Chahin y sectores mayoritarios del PDC. El peligro en la estrategia es el riesgo de transformarse en un partido veleta, que representa todo lo contrario, que tiene una connotación negativa en el electorado, y que es percibido como indeciso y oportunista.


La decisión de la bancada de diputados DC de apoyar la idea de legislar de la llamada “Modernización Tributaria” impulsada por el Gobierno, se alinea con lo que la directiva del partido y su presidente, Fuad Chahin, han definido como una estrategia por dotar de relevancia política a la Democracia Cristiana. Esta decisión táctica se expresó en que concurrió con sus votos en la Comisión de Hacienda de la Cámara para aprobar la idea de legislar. Desde un punto de vista politológico el actual accionar político del PDC configura lo que se conoce como un tipo de partido bisagra.

Técnicamente un partido bisagra es aquel que, no teniendo fuerza suficiente por sí solo para legar o ser Gobierno, debe esperar su oportunidad para que partidos mayoritarios lo llamen a formar coaliciones para sacar adelante proyectos de ley. Desde esta perspectiva, el rol de bisagra remite a un partido político –normalmente minoritario– que funciona entre otros dos mayores, asegurando con su apoyo la función del que gobierna.

La estrategia de relevancia política por la que apuestan Chahin, su directiva y algunos diputados DC, pasa por el hecho de que el agregado de los 83 diputados que hoy conforman la actual mayoría opositora se descomponga no en dos bloques –ex NM y FA–, sino en tres, de forma tal que pudieran resultar viables las mayorías por el juego de coaliciones en tríadas de dos contra uno. La materialización de lo anterior exige como paso previo la irrupción en forma del partido bisagra que se debe situar entre socialistas, PPD, radicales, por un lado, y el Frente Amplio, por el otro. A esto es lo que parecen estar apostando implícitamente Chahin y sectores mayoritarios del PDC.

Su presidente se ha encargado de señalar varias de las ventajas detrás de esta decisión. Que serían bien percibidos por la opinión pública, considerando que hay una parte moderada del electorado que no es dogmática, que se inclina por criterios volubles de simpatía y liderazgo ocasional, y que a veces, siempre sin excesos, es progresista o a veces conservadora, pero siempre vota en clave moderada.

Para el imaginario social, un partido bisagra es visto como constructivo, que aporta a la estabilidad y se adapta sin problemas a los estándares democráticos más bien alejados de la radicalidad. De esta forma y en el actual escenario de fragmentación en el Congreso, Chahin sostiene que liderar un partido bisagra sería un plus en esta etapa de multipartidismo paralizante como lo ha definido el Gobierno de Piñera.

Sin embargo, hay supuestos que ameritan su revisión. Normalmente los partidos bisagra buscan el centro. Diversos estudios muestran que este espacio es cada vez más difuso. En el caso de Chile, los electores parecen por ahora no estar buscando el centro político. Cuando los países no están polarizados la gente no busca el centro sino se mueve hacia los extremos. En segundo término, no habría unidad de criterio trasversal en el PDC en relación con esta jugada. Tres de sus cinco representantes en el Senado –Provoste, Rincón y Huenchumilla– parecen algo más escindidos de la estrategia del partido bisagra. En tercer lugar, este tipo de apuestas son viables en el corto plazo, pero no son sostenibles en el mediano y largo.

El peligro en la estrategia DC es convivir entre una posible prosperidad que le daría su rol de partido bisagra con el riesgo de transformarse en un partido veleta.

Un partido veleta representa todo lo contrario. Tiene una connotación negativa en el electorado, es percibido como indeciso y oportunista. La RAE define el término veleta como “persona inconstante y mudable”, y a ella se asocian el oportunismo, el tacticismo, la provisionalidad, y la carencia de ideas sólidas, porque sus prioridades son la ambivalencia, los principios reversibles y la pirueta ideológica.

En el actual escenario de disputa política, la línea que separa la bisagra de la veleta puede ser muy delgada. Y el margen de error para corregirlo, prácticamente se reduce a cero.

Sin explicitarlo, esto le podrá ocurrir al Partido Demócrata Cristiano de continuar en la política que inauguró votando a favor la idea de legislar del proyecto de Reforma Tributaria de La Moneda. Lo anterior, es especialmente relevante si su rol solo se reduce a servir de bisagra para que los votos alcancen en la aprobación de las leyes y políticas que impulsa la actual administración de Piñera.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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