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Las graves palabras de Dobra Lusic Opinión

Las graves palabras de Dobra Lusic

Tomás Duval Varas
Por : Tomás Duval Varas Licenciado en Historia, Magíster en Ciencia Política.
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Cabe hacer notar aquí que la libertad de expresión, no solamente permite la manifestación de ideas u opiniones que pudiesen ser inofensivas o indiferentes, sino que también comprende o admite ideas que podrían contrariar o inquietar al Estado o a una parte de los ciudadanos. A propósito de lo anterior, es importante constatar una inevitable tensión por la que atraviesa nuestra sociedad, ya que mientras reivindica la más absoluta libertad de expresión, pareciera –por el contrario– hacerse presente una tendencia a ejercer un alto grado de vigilancia e intentos de restringir el uso del lenguaje. Las palabras de la ministra nos han ilustrado de algunas aristas de su pensamiento que, lamentablemente, dadas las intenciones manifestadas, podrían dañar uno de los principales pilares de la democracia y sus valores.


En el marco del proceso de nominación de un nuevo integrante de la Corte Suprema –en el cual el Poder Ejecutivo propone un nombre al Senado y este, a través de la Comisión de Constitución, Legislación y Justicia, recibe en audiencia a él o la postulante– la ministra de la Corte de Apelaciones, Dobra Lusic, señaló que “hay que regular a los medios de prensa”, enfatizando que habría existido un “ensañamiento” y “virulencia despiadada” en su contra.

Tales expresiones denotan una cierta animadversión de la magistrada respecto a los medios de comunicación.

En ese sentido, cabe destacar que en tiempos de gran crítica a las instituciones, el proceso de nombramiento de nuevos ministros de la Corte Suprema permite, no solo a los poderes del Estado tener la adecuada información para la toma de decisiones, sino también que la ciudadanía sea informada de los pensamientos y acciones de los postulantes, en cuyo caso los medios de comunicación brindan un rol de vital importancia para la transparencia del proceso y para conocer, integralmente, a la persona y su trayectoria.

En este contexto, la declaración de la ministra Lusic sobre “regular los medios de prensa” resulta grave, toda vez que la libertad de expresión debe ser ejercida adecuadamente en una sociedad democrática y plural, tanto así que la Declaración Universal de los Derechos Humanos la señala como un derecho fundamental.

Más allá de los costos asociados que pueda tener, la libre circulación de ideas solo beneficia a la sociedad y, en ese escenario, resulta difícil establecer quiénes tienen la autoridad para fijar un límite a lo que se puede decir.

[cita tipo=»destaque»]La libertad de expresión –además de ser un atributo subjetivo de las personas frente al poder del Estado– asume una función esencial en una sociedad democrática, libre y pluralista. Constituye un fundamento de la tolerancia, del pluralismo y del espíritu de apertura, elementos sin los cuales no hay existencia de una sociedad democrática, ya que es lo que permite la formación de una opinión pública libre. Solo conociendo todas las opiniones e informaciones existentes sobre una determinada materia o tema, se pueden formar ideas propias, de lo contrario, los ciudadanos estarían condicionados por una información parcial, propia de un régimen no democrático.[/cita]

En este sentido, entonces, podemos señalar que la libertad de expresión supone la libre expresión de ideas, pensamientos y opiniones a través de cualquier forma, que comprende tres elementos básicos: libertad ideológica –clave para la formación de ideas y opiniones–, derecho a recibir informaciones y su libre expresión.

La libertad de expresión –además de ser un atributo subjetivo de las personas frente al poder del Estado– asume una función esencial en una sociedad democrática, libre y pluralista. Constituye un fundamento de la tolerancia, del pluralismo y del espíritu de apertura, elementos sin los cuales no hay existencia de una sociedad democrática, ya que es lo que permite la formación de una opinión pública libre. Solo conociendo todas las opiniones e informaciones existentes sobre una determinada materia o tema, se pueden formar ideas propias, de lo contrario, los ciudadanos estarían condicionados por una información parcial, propia de un régimen no democrático.

Cabe hacer notar aquí que la libertad de expresión, no solamente permite la manifestación de ideas u opiniones que pudiesen ser inofensivas o indiferentes, sino que también comprende o admite ideas que podrían contrariar o inquietar al Estado o a una parte de los ciudadanos. A propósito de lo anterior, es importante constatar una inevitable tensión por la que atraviesa nuestra sociedad, ya que mientras reivindica la más absoluta libertad de expresión, pareciera –por el contrario– hacerse presente una tendencia a ejercer un alto grado de vigilancia e intentos de restringir el uso del lenguaje.

Con todo, las palabras de la ministra Lusic también podrían dañar a un actor clave en materia de libertad de expresión, como es el ejercicio profesional del periodismo.

Existe una lógica relación entre este profesional que no puede ser otra cosa que una persona que ha decidido ejercer la libertad de expresión de modo continuo, estable y remunerado. He aquí la importancia de este derecho, al constatar el rol que juegan los medios de comunicación en una sociedad democrática, cuando son verdaderos instrumentos de la libertad expresión y no vehículos para su restricción, hecho que debiera motivarlos de manera indispensable para recoger las más diversas informaciones y opiniones.

Las palabras de la ministra nos han ilustrado de algunas aristas de su pensamiento que, lamentablemente, dadas las intenciones manifestadas, podrían dañar uno de los principales pilares de la democracia y sus valores.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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