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La paradójica educación cívica con toque de queda EDITORIAL

La paradójica educación cívica con toque de queda

En parte importante de los territorios de las comunas donde los alcaldes aspiran a imponer un toque de queda a menores, existen focos peligrosos en los espacios públicos, debido precisamente al abandono o mala administración comunal. En la formación de niños y adolescentes no cabe el promedio autoritario de prohibir y castigar, menos de parte de una autoridad pública que no cumple bien su responsabilidad de proporcionar espacios abiertos y seguros para el ejercicio de la libertad. La disciplina y los reglamentos horarios corresponden a la familia y pretender lo contrario es inmiscuirse en uno de los ámbitos más privados e íntimos de la relación entre padres e hijos [ACTUALIZADA. Ver N. de la R. al final de la nota]


Cualquier medida coercitiva que adopten los alcaldes que hicieron un plebiscito buscando restringir la circulación de menores de edad por las calles de sus comunas puede, derechamente, infringir el derecho constitucional de libertad de circulación. 

Fuera de las eventuales objeciones de constitucionalidad, incluso de las preguntas, esos alcaldes se han arrogado el derecho de educación cívica de adolescentes sobre la base de toque de queda, invadiendo un ámbito formativo que corresponde a los padres de los menores y constituye un tema disciplinario solo al interior de la familia.

Es paradójico que se haya hecho un plebiscito comunal de escasa participación para este tema, resultando de nula legitimidad incluso por los resultados. Sobre un padrón total de 1 millón 333 mil votantes potenciales que suman las comunas de Las Condes, Lo Barnechea, Colina, La Florida, La Reina, Peñalolén, Antofagasta y Quilpué, solo  votaron 120 mil personas, esto es, menos de un 9%. Posiblemente ello puede reducirse a un número muy menor e indeterminado de familias, sin información sobre categoría o tipo, e indeterminable en cuanto a sus motivaciones y/o temores. [*N. de la R. Ver aclaración al final de la nota]

[cita tipo=»destaque»]El arrogante pretexto de que solo los mayores y la autoridad saben cómo, nos sujeta imperiosamente a sus tajantes decisiones y pretende darnos por principio verdadero de las cosas los sistemas ininteligibles que se han forjado en su imaginación, nos dice Rousseau. Pero el individuo se forma primero en su naturaleza, madre y familia, luego en las cosas, y, finalmente, en el pensamiento de los hombres, una vez que, formado su cuerpo, emprende su propia aventura de la razón y las cosas. Y como el mismo pensador ilustrado dice: “Para unos, es la edad de la licencia, y para otros es la edad del raciocinio”. [/cita]

En parte importante de los territorios de las comunas donde los alcaldes aspiran a imponer un toque de queda a menores, existen focos peligrosos en los espacios públicos, debido precisamente al abandono o mala administración comunal.

Sin ir más lejos, en La Reina –donde solo se votó por internet y con una muy escasa participación– existe un descuido de lugares de alta afluencia pública y la mayoría de las estaciones de Metro de la comuna están rodeadas de puntos ciegos en materia de seguridad. Es de conocimiento público que esos lugares son punto de reunión o contacto de jóvenes, y que en su entorno abunda todo tipo de comercios, y que requieren de una atención especial del municipio en materia de alumbrado y seguridad.

Sin embargo, no ocurre así. Se trata de entornos mal iluminados y descuidados, pese a su alto tránsito peatonal. 

La postura del municipio de La Reina sobre barrios enteros, especialmente cerca de las estaciones de metro o en los alrededores del Parque Intercomunal, parece ser dejar que se deterioren los sectores, primero abandonándolos en materia de iluminación, seguridad y servicios, presumiblemente para abaratar el suelo, y así –luego– poder destinarlos a construcción en altura. El alcalde de La Reina, José Manuel Palacios, conoce bien estos procesos, ya que su familia gestiona proyectos inmobiliarios en la zona y él mismo estuvo implicado, incluso judicialmente, en decisiones del Concejo Municipal sobre cambios urbanos, cuando era concejal. 

Una actitud muy similar tienen las otras administraciones edilicias con el Parque Intercomunal Padre Hurtado, en el que intervienen, junto a La Reina, los municipios de Las Condes y Providencia. Allí el foco ha estado siempre puesto en los negocios antes que en crear mejores condiciones de desarrollo vecinal. Ocurrió con el Centro de Eventos subterráneo el año 2016 y la laguna artificial para deportes náuticos, ambos proyectos rechazados por los vecinos. 

La sociabilidad adolescente y juvenil requiere ser orientada, no reglamentada ni reprimida, como desean hacerlo los alcaldes de las comunas plebiscitarias. Los pares brindan contención afectiva real a los adolescentes, al mismo tiempo que representan un espacio de cierta autonomía con respecto a los adultos, autonomía esencial para la formación personal. Es en estas relaciones que ellos definen actividades comunes y se constituyen como personas frente a los entornos y las cosas. Esa autonomía debe ser potenciada y protegida desde lo público, promoviendo ambientes sanos y espacios aptos para socializar y no, como desean hacerlo los plebiscitarios del toque de queda, mediante la prohibición y el eventual castigo. 

El arrogante pretexto de que solo los mayores y la autoridad saben cómo, nos sujeta imperiosamente a sus tajantes decisiones y pretende darnos por principio verdadero de las cosas los sistemas ininteligibles que se han forjado en su imaginación, nos dice Rousseau. Pero el individuo se forma primero en su naturaleza, madre y familia, luego en las cosas, y, finalmente, en el pensamiento de los hombres, una vez que, formado su cuerpo, emprende su propia aventura de la razón y las cosas. Y como el mismo pensador ilustrado dice: “Para unos, es la edad de la licencia, y para otros es la edad del raciocinio”.

En este curso de formación de niños y adolescentes no cabe  el promedio autoritario de prohibir y castigar. Menos de parte de una autoridad pública que demasiadas veces se omite de su responsabilidad de proporcionar espacios abiertos y seguros para el ejercicio de la libertad. La disciplina y los reglamentos horarios corresponden a la familia y pretender lo contrario es inmiscuirse en uno de los ámbitos más privados e íntimos de la relación entre padres e hijos.

La cosa pública es la manera de brindar espacios, en cambio, la anatomía política de la docilidad que nos proponen los alcaldes está llena de totalitarismo.

N. de la R.: en la versión original de esta nota se incluyó a Providencia como una de las comunas participantes de la consulta, siendo que las municipalidades que efectivamente realizaron el proceso fueron Las Condes, Lo Barnechea, Colina, La Florida, La Reina, Peñalolén, Antofagasta y Quilpué.

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