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Ha llegado el momento de hablar en serio de una Constitución democrática Opinión

Ha llegado el momento de hablar en serio de una Constitución democrática

Se pueden proponer también medidas aisladas que pueden contribuir a restaurar la paz temporal, ya existen varias propuestas. También se pueden tomar decisiones serias por el futuro, sin precipitarse, pero sin dilaciones innecesarias para actuar abriendo el camino hacia más justicia e igualdad.


¿No ha llegado el momento de hablar en serio de una Constitución democrática? ¿Qué debe pasar para que los políticos, el Gobierno, el Congreso y la sociedad civil, generen acuerdos mínimos para avanzar en un cronograma para este proceso?

Chile no está en guerra, ni lo ha estado desde 1891. El país está padeciendo una profunda crisis que se puede comprender a partir de la forma en que no se han garantizado tres derechos, educación, salud y seguridad social, y de la falta de adecuación de un régimen político escaso de legitimidad. La privatización del agua, la fortaleza de los derechos económicos, de propiedad y libertad de empresa. La desprotección del medio ambiente y la explotación de recursos naturales sin matriz de sostenibilidad, el litio. A ello hay que añadir la falta de reconocimiento de nuestro carácter plurinacional y de los derechos de los pueblos indígenas.

Podrán decir que es una ingenuidad plantear estas cuestiones ahora. Si no es ahora, ¿cuándo? La Constitución más reformada de nuestra historia, pero muy poco mejorada, nacida en dictadura bajo la vigencia de estados de excepción, que no incorporó pluralismo ni en sus redactores, que impuso valores ajenos a la historia constitucional del país como una deformada y extremista idea de Estado subsidiario, ha sido el marco jurídico que ha propiciado una desigualdad profunda, que explota con un Gobierno anestesiado, desconectado de lo real.

La crisis que vivimos no se resuelve con filantropía, ni con reducir el Parlamento. En nuestra opinión, debemos girar hacia un Estado social y democrático de derechos. Que asegure derechos elementales; a fin de cuentas, el Estado no puede ser solo un mero detentador de la fuerza. Ciudadanos y ciudadanas requieren que el Estado provea condiciones elementales para una vida digna. Con más participación, con un Congreso acorde con la realidad salarial del país y con reelecciones limitadas, con menos centralismo; con más impuestos, porque los derechos cuestan.

Todos los derechos cuestan, dicen Sunstein y Holmes, también los derechos individuales.

El resultado de un proceso constituyente no asegura que todos los sectores y sus convicciones logren ser incorporados en el texto, pero es un ejercicio necesario para revisar en lo profundo la forma en que se ha configurado la sociedad chilena desde la transición a la democracia. Sociedad que hemos visto explotar, sin anticiparlo, pensando hasta hace días que era un modelo estable.

Las vidas perdidas, las heridas físicas y emocionales, la aplicación del Estado de emergencia, las pérdidas de bienes comunes públicos como el Metro, la afectación de comercios, las privaciones de libertad y la enorme tensión ciudadana contribuyen a agraviar nuestras subjetividades. Retomar la tranquilidad y la normalidad del país no abordará el fondo de los problemas que padecemos.

Ya sabemos de este descontento, ya hemos visto la injusticia, es el momento de actuar. La Constitución es una parte, solo una parte. Ya hubo un ejercicio participativo en el Gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet, una oportunidad que no prosperó y que fue dejada sin prosperar. Recuperar el tiempo perdido no será fácil ni simple.

Se pueden proponer también medidas aisladas que pueden contribuir a restaurar la paz temporal, ya existen varias propuestas. También se pueden tomar decisiones serias por el futuro, sin precipitarse, pero sin dilaciones innecesarias para actuar abriendo el camino hacia más justicia e igualdad.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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