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A.N.I y Sename, el acuerdo que nunca debió ser Opinión

A.N.I y Sename, el acuerdo que nunca debió ser

Edison Gallardo
Por : Edison Gallardo Escritor. Director Fundación Ynes
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Es fundamental que se transparenten los motivos y efectos de la información que Servicio Nacional de Menores pudo haber compartido con la Agencia Nacional de Inteligencia antes de dejar sin efecto este acuerdo. ¿Con quienes más Sename comparte nuestra información sensible? ¿realmente ha primado el bien superior del niño?, Cómo buena operación de inteligencia, a los minutos de filtrado el convenio sale un comunicado en los diarios intentando bajarle el perfil, como si Chile no hubiera despertado. Basta de mirar a la infancia como un objeto, basta de abusos a los niños, niñas y adolescentes institucionalizados‬. Basta de firmar acuerdos que nunca debieron ser.


Hace solo unos días vimos con espanto como una institución creada para la protección y resguardar derechos de niños, niñas y adolescentes, rompió el último código de confianza que había logrado entre algunos actores de la sociedad civil. La honestidad y transparencia que se había puesto en la nueva administración, en cuanto al cuidado de niños niñas y adolescentes, fue transgredido cruzando ya el límite de la irracionalidad.

Sin duda, esto me trastoco de sobremanera. aunque yo egresé de la institución a los 16 años -hace más de dos décadas- uno nunca deja de pertenecer a ésta, toda vez que el estigma te acompaña de por vida. Quizás por ello, me siento transgredido en el único derecho que nos quedaba por resguardar, el derecho a la privacidad.

Poco duro el entusiasmo a la Agencia Nacional de Inteligencia y el Servicio Nacional de Menores. Hace unos días, en plena sesión de la comisión de Constitución, el subsecretario de Justicia confirmó que dejan sin efecto dicho acuerdo. Hasta allí, todo pareciera un gran logro para quienes desde un principio estuvimos en desacuerdo: organizaciones de la sociedad civil, los entes encargados de velar por la protección de los derechos humanos de niños, niñas y adolescentes, la Defensora de la Niñez, Patricia Muñoz, y el único diputado que pareciera predicar en el desierto, cada vez que las injusticias afectan a la infancia, Rene Saffirio.

[cita tipo=»destaque»]La institución, sin duda, puso el foco en el lugar equivocado, haciendo un claro llamado a la sociedad en su conjunto a mantener la criminalización de cada niño, niña o adolescente que egrese del sistema. Quizás, sería más que interesante que el mismo celo que se está teniendo con este acuerdo, se tuviese para investigar el estado de salud de los internos o de los cuidadores de trato directo en esta pandemia o, cuántos niños, niñas o adolescentes se encuentran con escolaridad. O que este mismo organismo de inteligencia investigue, por ejemplo, a los directores a nivel nacional, para saber su idoneidad, ello producto de la reciente denuncia en contra de la directora, Evelyn Oñate, de la residencia colaboradora de Hualpen de nombre Nido, quien facilitaba niños para el comercio sexual[/cita]

En estos tiempos de posverdad, en donde desde el mismo Gobierno cuentan los hechos de forma acomodada y conveniente, las redes sociales nos muestran la otra realidad de golpe, puesto que el mismo ministro de justicia, Hernán Larraín declaró: “Junto a inquietudes por convenio aní/ sename, para disipar dudas de nuestro total compromiso con interés superior del niño. Lo dejamos sin efecto. Sename definirá protocolo para establecer que información se entrega, excluyendo datos sensibles”.

Estas declaraciones solamente vienen a confirmar lo realmente peligroso y dañino para el futuro de niños, niñas y adolescentes institucionalizados, que el Sename no resguarde su integridad, sino que también entregue información a un organismo que nada tiene que ver con protección y derechos fundamentales.

¿Será esto un reconocimiento implícito que ya fracasó en el cuidado de niños, niñas y adolescentes? Sin duda que ello pareciera. ¿Qué hay de la no discriminación? ¿La inclusión? ¿Qué hay de la protección y los niños primero?

Sin duda, esto refleja la gran deuda que Chile tiene con la inclusión ya que, en este caso, solo continua con predominación la exclusión, más aún si este pacto de supuesta colaboración, nunca ha quedado sin efecto en su totalidad. Se ha puesto en juego la seguridad y privacidad de la infancia en su conjunto.

Me hubiese gustado ver a esos organismos colaboradores -que desfilaron con premura haciendo lobby para lograr el aumento de recursos y ser parte del nuevo sistema de protección- reclamar contra este incomprensible acuerdo. Son los niños que dicen proteger y sus mismos trabajadores los que estuvieron expuestos a este tipo de prácticas. Hoy quedo en evidencia que la protección de niños bajo su cuidado es lo último en la lista de prioridades.

La institución, sin duda, puso el foco en el lugar equivocado, haciendo un claro llamado a la sociedad en su conjunto a mantener la criminalización de cada niño, niña o adolescente que egrese del sistema. Quizás, sería más que interesante que el mismo celo que se está teniendo con este acuerdo, se tuviese para investigar el estado de salud de los internos o de los cuidadores de trato directo en esta pandemia o, cuántos niños, niñas o adolescentes se encuentran con escolaridad. O que este mismo organismo de inteligencia investigue, por ejemplo, a los directores a nivel nacional, para saber su idoneidad, ello producto de la reciente denuncia en contra de la directora, Evelyn Oñate, de la residencia colaboradora de Hualpen de nombre Nido, quien facilitaba niños para el comercio sexual. Caso que ya tomó la Defensoría de la Niñez, existiendo una querella de por medio.

Otra interrogante que aún no encuentra respuesta es ¿por qué hay más miles de niños, niñas y adolescentes desaparecidos sin siquiera que las policías estén de acuerdo en las cifras?. Nadie que debiera protegerlos sabe sus paraderos. O también investigar cautelosamente las redes de prostitución infantil al interior de algunas residencias colaboradoras y el tráfico de drogas en los centros custodiados por Gendarmería.

Desde mi experiencia, puedo decir que los institucionalizados han terminado por ser marcados como a un ganado. El Estado nos quitó el derecho a una familia, los organismos colaboradores de Sename (OCAS) nos quitaron -aún lo hacen- la libertad y la clase política, nos excluye en toda su propuesta pública. La sociedad nos criminaliza.

Y hoy el gobierno de turno nos quita el único derecho que nos quedaba, o creíamos que teníamos: la privacidad, puesto que el acuerdo no fue bajado en su totalidad y de igual forma habrá datos, quizás alcanzaron a entregarlos y están circulando en organismos que no han de tener intensiones de protección.

Es fundamental que se transparenten los motivos y efectos de la información que Sename pudo haber compartido con la A.N.I antes de dejar sin efecto este acuerdo. ¿Con quienes más Sename comparte nuestra información sensible? ¿realmente ha primado el bien superior del niño?, Cómo buena operación de inteligencia, a los minutos de filtrado el convenio sale un comunicado en los diarios intentando bajarle el perfil, como si Chile no hubiera despertado. Basta de mirar a la infancia como un objeto, basta de abusos a los niños, niñas y adolescentes institucionalizados‬. Basta de firmar acuerdos que nunca debieron ser.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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